La línea de cinco, la nueva moda del fútbol argentino
Independiente con la llegada de Falcioni, Boca en el superclásico, River en otros partidos... Cada vez más equipos optan por un dibujo que incluye a tres zagueros centrales y dos carrileros en lugar de la tradicional línea de cuatro. El informe de Olé.
Vicente Muglia, OléHace dos temporadas, Olé publicó un informe sobre el 4-3-3, el dibujo táctico que habían elegido en ese momento la mayoría de los entrenadores de los equipos de la Primera División del fútbol argentino. Ese sistema, que tuvo su época dorada en la década del 70 hasta mediados de los 80, había perdido terreno ante el 4-4-2, tanto en la Argentina como en todo el mundo. El Barcelona de Guardiola (2008-2012) rescató aquel viejo esquema, con la reencarnación de los wines en extremos y un único volante central, y el éxito que tuvo aquel fantástico equipo de Pep provocó que tanto el dispositivo como el estilo de juego fueran copiados nuevamente en distintas partes del planeta.
Si bien el parado de un equipo se descompone automáticamente con el pitazo inicial, "los números de teléfono", como suelen decirle los que se niegan a definir el fútbol por los sistemas, sirve desde lo comunicacional para darle cierto orden a la idea de juego e identificar una postura partiendo desde lo distribución geográfica de los futbolistas en el campo de juego. Aunque está claro que la evolución del fútbol lleva a que hoy la clave pase por las funciones que cumplen más que por las posiciones que eventualmente ocupan. El rol por encima del puesto.
Hoy, el fútbol argentino sintoniza otra onda. La moda en la actual Copa de la Liga parece ser el 5-3-2 ó 3-5-2 según la zona por donde más transiten y el rol que les asignen a los laterales devenidos en carrileros. Boca dio una demostración el domingo en el superclásico con sus tres zagueros centrales (Zambrano, López, Izquierdoz) y con Capaldo y Fabra cubriendo las bandas. River, si bien utilizó en la Bombonera una línea de cuatro defensores, ya ha empleado ese sistema en varias oportunidades con Marcelo Gallardo. Independiente es otro caso emblemático: desde la llegada de Julio César Falcioni apostó a los cinco en el fondo. Algunos equipos lo usan de un modo más definido y estable, como el Colón puntero de Eduardo Domínguez o el Unión de Azconzábal, y otros van alternando, buscando adaptarse al contexto de cada partido, como el San Lorenzo de Dabove, el Argentinos de Milito, el Vélez de Pellegrino o el Patronato de Delfino. ¿Qué diferencia este planteo del que fuera tan popular en los años 80 y 90 en el mundo? Que en aquel momento, había un líbero y dos stoppers que hacían persecuciones individuales por toda la cancha, como la Selección Argentina en México 1986. Hoy, salvo algunos casos puntuales como el Atalanta de Gasperini, la marcación de tres zagueros es en zona.
Con este sistema, donde se refuerza la estructura defensiva con tres centrales, los beneficiados son los laterales que cuentan con aptitud para proyectarse bien al ataque. Sus incursiones ofensivas encuentran un mayor respaldo ya que los zagueros pueden realizar la cobertura hacia la banda sin que el equipo quede en inferioridad numérica por dentro. La dinámica del juego hace que la línea de cinco defensores sólo se aprecie durante la fase defensiva ya que, en posesión, los laterales automáticamente se adelantan para dar amplitud. Y aquellos que tienen un buen 1v1 para encarar al lateral del equipo rival son los que sacan mayor ventaja. El problema de los 5-3-2 es que tener un defensor más en la formación invita a pensar inevitablemente en un equipo más preocupado por defender que por atacar. Sin embargo, el 6-0 de Independiente a Sarmiento es un claro ejemplo de la importancia de entender que a la búsqueda de solidez hay que añadirle agresividad ofensiva. Para ello son clave los desmarques y las rupturas al espacio. Ese dibujo potenció a Fabricio Bustos, volante derecho natural, más suelto para sumarse a la construcción del juego en campo rival y a la finalización, como lo hizo en las jugadas del 2-0 y 3-0.
El domingo en el superclásico, la acción de Boca que terminó con el penal luego convertido por Sebastián Villa para el 1-0, partió de la conducción de uno de los centrales (Zambrano) bien abierto sobre la banda para permitir que el lateral-carrilero sobre ese sector (Capaldo) ganara en altura posicional. Una acción conceptual que define el fútbol de estos tiempos, donde los defensores son los primeros atacantes del equipo.
Que los laterales dispongan de mayor libertad en ataque no significa que la línea de cuatro tradicional los ate a funciones sólo defensivas. River, por ejemplo, genera peligro con sus laterales (sean Casco, Montiel, Angileri u otro) más allá del dibujo táctico elegido por Gallardo ya que ellos, ante la falta de extremos naturales en el equipo, son los encargados de dar amplitud y profundidad por las bandas. De hecho, el gol del empate ante Boca llegó gracias a una incursión ofensiva de Angileri, que pudo sacar el centro en el duelo 1v1 contra Capaldo.
En el mundo, entrenadores con distintas filosofías futbolísticas como Pep Guardiola y Diego Simeone, hoy con sus equipos líderes en la Premier y la Liga respectivamente, han jugado con ese sistema en varios partidos de esta temporada. Y pese a utilizar un mismo dibujo, la distribución en el campo es diferente porque ahí lo que influye es si el achique de espacios se hace generalmente hacia adelante (el Manchester City) o hacia atrás (el Atlético de Madrid). Desde lo numérico puede haber similitud pero en la práctica son propuestas distintas por lo que el dibujo termina siendo algo relativo. Y así como no se es más ofensivo por colocar más hombres en ataque, tampoco implica una apuesta a lo defensivo emplear una línea de cinco en el fondo. La calidad e interpretación para saber defender y atacar siempre estará por encima de la cantidad de futbolistas designados para dichas fases del juego.