Kobe Bryant y los idus de marzo: la mayor racha del siglo XXI
Del 16 al 23 de marzo del 2007, Kobe Bryant consiguió cuatro partidos consecutivos de 50 o más puntos, una racha antes solo lograda por Wilt Chamberlain.
Los Lakers sufrían con una plantilla que incluía a Smush Parker, Kwame Brown, Sahsa Vujacic, Luke Walton, Brian Cook o Ronnie Turiaf. Lamar Odom no era un lugarteniente que asegurara nada, algo que se confirmaría en dos años después, cuando adoptó un papel de Sexto Hombre que le permitía jugar con menos presión y con más gente (Pau y Bynum) entre él y Kobe. Bynum apenas contaba con 18 años y no estaba preparado para asumir el puesto de pívot titular, en el que tuvo que disputar varios partidos por las lesiones que asolaban a sus compañeros. Y una parte del vestuario, que incluía a Parker, Brown o secundarios como Aaron Mckie no ayudaban a los que Phil Jackson llamaba la "conexión espiritual" de una plantilla desmadejada y sin rumbo fijo.
"A mediados de marzo, Kobe se hartó y decidió hacerse cargo de la situación". Así resumió Phil Jackson lo que estaba por venir. Desde luego, las sensaciones eran negativas en ese 15 de marzo, una fecha en la que en el calendario romano se celebraban los idus de marzo, un teórico día de buenos augurios pero que para los Lakers del 2007 lo fue todo menos eso. La realidad es que sumaban 13 derrotas en los últimos 16 partidos tras un inicio de campaña aceptable, pero la mala racha les llevaba por un camino negativo que les alejaba cada vez más de las meritorias 45 victorias que habían conseguido el año anterior, con Kobe promediando 35,4 puntos por partido.
El inicio de la racha: 65 puntos a los Blazers
Todo empezó el 16 de marzo, solo un día después de la dura derrota en Denver. Kobe, que había tenido un inicio irregular, llegaba promediando 29 puntos por partido después de mejorar en los últimos 13 duelos, en los que estaba en 31 puntos 6 rebotes y 6 asitencias. Eso sí, su mejoría contrastaba con la de un equipo perdido y con dificultades en todos los aspectos. Ese día, los Lakers llegaban al Staples, donde no ganaban desde el 23 de febrero contra los Celtics (con 38+2+9+5 de Bryant).
La tónica parecía ser la misma tras el primer cuarto, en el que los Lakers acabaron ocho abajo (16-24). Kobe despertó con 19 puntos en el segundo y puso por delante a los suyos antes del descanso, pero en todo el tercer periodo y la mayor parte del cuarto, Portland apretaba y parecía decantar la balanza. Sin embargo, Kobe apareció en el cluth time, se fue a los 24 puntos en el último cuarto con una serie magistral de tiro (9 de 11) y con 4 triples anotados sin fallo que forzaron la prórroga. Ahí anotó 9 puntos más, también sin fallo, incluido un triple desde la esquina que despertó a un Staples en letargo, y le dio la victoria a los Lakers. En total fueron 65 puntos, la segunda mejor anotación de su carrera tras lo 81 cosechados en enero de 2006 ante los Raptors. La serie de tiro fue formidable (23 de 39), pero la de triples más aún: 8 de 12, un 67% de acierto. Además, anotó 11 de 12 en tiros libres, capturó 7 rebotes, repartió 3 asistencias y robó 3 balones. En 50 minutos. Sobran las palabras.
La racha
Tras el duelo, Kobe decidió que si ese era el modelo y había funcionado había que seguirlo. Así es como entendía el baloncesto y así lo ejerció en determinados momentos de su carrera, sobre todo en las dos campañas anteriores a la llegada de Pau Gasol al equipo, en febrero de 2008. El escolta anotó 50 puntos ante los Wolves de Kevin Garnett en el siguiente duelo, 28 de ellos en la segunda mitad y en el choque más sencillo que los Lakers tuvieron en toda la racha. Ganaron de 7, pero el marcador estuvo maquillado por el último parcial de los visitantes (22-34). Redondeó su actuación con 6 rebotes, 3 asistencias y 3 robos, y volvió a lanzar de manera magistral: 17 de 35 en tiros, con un buen 4 de 9 en triples y 12 de 14 en tiros libres en otros 44 minutos de juego.
El día 22 vino una nueva hazaña, esta vez contra los Grizzlies y con la prensa especulando hasta donde llegaría la explosión del escolta, que siguió haciendo de las suyas: 60 puntos en Memphis en un bonito duelo con un gran Pau Gasol (35+15 con 17 de 23 en tiros). Los Lakers consiguieron su tercera victoria consecutiva, de nuevo de milagro (119-121) y consiguiendo su primera victoria fuera de casa desde el 25 de febrero, cuando conquistaron el Oracle. Kobe redondó su actuación con 5 rebotes y 4 asistencias, lanzando de nuevo mucho y muy bien: 20 de 37 en tiros de campo con 3 de 7 en triples y 17 de 18 en tiros libres.
La hazaña ya estaba hecha y solo faltaba por saber si alcanzar a Wilt Charmberlain era posible. El pívot había sido el único que había logrado sumar al menos cuatro partidos seguidos de 50 o más puntos, allá por la prehistoria de la Liga y llegando hasta siete. Esas cosas que se hacían en los 60 pero que eran impensables en el siglo XXI. Hasta que llegó Kobe, que ante los Hornets, en el segundo partido seguido fuera de casa y además en back to back, anotó 50 puntos. La canasta que certificó la hazaña fue a falta de todavía 5 minutos para el final, cuando los Hornets, ese año en Oklahoma por culpa del huracán Katrina, estaban en plena remontada. Chris Paul se fue a los 28+6+12 y Tyson Chandler consiguió un 22+22. Pero nadie podía parar a Kobe, que tocado por una varita mágica hacía su enésima demostración de poderío y otra actuación para los anales que entró en los libros de historia. Solo Chamberlain y él hicieron algo así. Y los 81 puntos son la segunda anotación de la historia también tras el legendario pívot. Dos hombres legendarios que se han relacionado en varias ocasiones gracias a los innumerables récords de la Mamba Negra, único que se ha acercado al legendario center.
¿Qué pasó después de la racha?
Evidentemente, el final de la 2006-07 no fue precisamente el soñado por los Lakers ni, por supuesto, de Kobe Bryant. El escolta estiró su racha y anotó 43 ante los Warriors, logrando otra victoria para su equipo, pero volvió a la tierra en la derrota en casa ante los Grizzlies, partido en el que se quedó en 23 tantos con un 7 de 26 en tiros que certificó que estaba exhausto tras descansar 3:02, 3:27, 2:49, 1:08 y 1:38 en los tres últimos encuentros. Se recuperó endosando hasta 53 puntos a los Rockets lanzando 44 veces. "El resto de jugadores se quejaron de que no veían la pelota y tuve que pedirle a Kobe que se moderase", relató Phil Jackson después de aquello. Y Bryant tuvo que parar.
La racha permitió a los Lakers afianzarse en playoffs y Kobe todavía tuvo tiempo de hacer un partido de 46 puntos y dos más de 50. En total, superó hasta en 10 ocasiones esa cifra durante el año, también un récord desde Chamberlain. Ni siquiera Michael Jordan batió alguna de esas cifras. Ni James Harden, que curiosidades del destino, se quedó solo en 9 el año pasado, cuando se fue a los 36,1 por partido y superó la 2005-06 de Kobe (35,4). Eso sí, la Mamba Negra anotó más puntos totales esa campaña: 2832 por los 2818 de su rival.
Volviendo 2007, los Lakers finalizaron séptimos del Oeste con un récord de 42-40, empatados por esos Wariors que vencerían a los Mavericks de Nowitzki y las 67 victorias en la mayor exhibición quue vio el Oracle hasta la llegada de Curry y compañía. No tuvieron tanta suerte los angelinos, que se verían en primera ronda con unos viejos conocidos: los Suns de Steve Nash. El año anterior les habían tenido contra las cuerdas (3-1) merced a actuaciones legendarios de Bryant, sobre todo en el cuarto partido, pero cayeron en el match ball favorable del sexto a pesar de los 50 puntos de su estrella y sucumbieron en el séptimo. Este año, la serie no sería tan reñida: 4-1 y para casa. Ya habían terminado con un preocupante 4-8 la temporada regular cuando los equipos de Phil Jackson suelen acabar bien la temporada. No fue para menos la primera ronda. El único partido que ganaron, el tercero en el Staples, fue gracias a 45 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias de Kobe, que había promediado 40 tantos en los últimos 17 choques de regular season. Poco más que añadir.
Ese año fue clave para Kobe, más que a nivel deportivo a nivel espiritual. Fue el primero en el que vistió ese número 24 que marcó la segunda parte de su carrera, dejando atrás el 8 y todo lo que ello suponía para él. Ahí emergió el nuevo Kobe, el menos egoísta y más compañero, también el más completo y maduro deportivamente hablando. Su evolución se completó con la llegada de Pau Gasol y los anillos de 2009 y 2010, cuando ya su figura no era sometida a escrutinio y las alabanzas eran prácticamente unánimes. Eso sí, tras la 2006-07 hubo otro episodio importante en su carrera. Kobe pidió salir de los Lakers, y reprochó al Doctor Buss su falta de recursos para fichar a piezas que le permitieran luchas por un nuevo campeonato. El mandamás le permitió negociar en Barcelona con otras franquicias y el acuerdo con los Chicago Bulls de Michael Jordan, esa sombra a la que perseguía hasta en sueños, estuvo cerca. "La perspectiva de traspasar a Kobe me parecía catastrófica", reconoció Phil Jackson, que por aquel entonces se encontraba en plena reconciliación con su pupilo.
Finalmento, Kobe no se fue y exigió refuerzos y el regreso de Jerry West a los despachos, una práctica muy habitual hoy en día y dentro de la NBA de los jugadores empoderados pero que no todos podían permitirse por aquel entonces. La figura de Pau cumplío las expectativas del escolta, que completó todos los dedos de una mano con los anillos de 2009 y 2010. Eso sí, los idus de marzo de 2007, quedó para la historia: 56,3 puntos, 6,3 rebotes, 2,8 asistencias, 1,5 robos y solo 2 pérdidas con un 54% en tiros de campo, un 51% en triples y un 93% en tiros libres en 47 minutos de juego. Una de las mayores exhibiciones, sino la mejor, de la historia del baloncesto moderno.