Gran victoria de los rossoneri, que a pesar de una larga lista de bajas batieron al Verona a domicilio con dos golazos de Krunic y Dalot. El Milan está muy vivo.

Mirko Calemme
As
El empate con el Udinese, que complicó el sueño de seguir peleando por el scudetto, es un traspié ya superado gracias al gran triunfo de esta tarde con el Verona, rival siempre temible. Los rossoneri dominaron el partido sin ningún apuro, y el mérito es doble considerando las bajas: faltaban Ibrahimovic, Calhanoglu, Bennacer, Mandžukic, Rebic y Theo. Pioli tuvo que adaptarse y utilizó un once con la edad media más baja del campeonato, pero la actuación de sus chicos fue intensa y ordenada desde el principio. Tras un gran centro de Calabria desperdiciado por Leao con un cabezazo que acabó fuera, Krunic abrió la lata con un maravilloso lanzamiento de falta que había forzado él mismo. Los rossoneri remataron la faena después de cinco minutos del comienzo de la segunda mitad.

Saelemaekers le cedió el balón a Dalot, que llegó al límite del área y fulminó a Silvestri con un potente derechazo que se coló por la escuadra. El gol no bajó la intensidad del Milan, que le dejó la iniciativa al Verona, pero cerrando bien los espacios (con Castillejo que se sacrificó mucho en la banda izquierda) y sin sufrir. La victoria coloca a los milanisti a tres puntos del liderato, a la espera del Inter-Atalanta de mañana, y es el empujón anímico que el conjunto necesitaba antes de una semana fundamental. El jueves le tocará visitar al Manchester United y el domingo, en San Siro, llegará el Nápoles

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