Eterno Popovich: el que a los Spurs mata, a los Spurs muere

Tras quedarse sin playoffs por primera vez en 23 años, la era de los Spurs no termina. Con una plantilla discreta y un DeRozan brutal, Popovich vuelve a hacer magia.

Alberto Clemente
As
Otro año más, aquí están los Spurs. Se imponen a todo tipo de lógica, a las expectativas generadas, a unos rivales teóricamente superiores y a la creencia de que están acabados para acomodarse en unos puestos de playoffs que no tienen asegurados ni ellos ni nadie, pero que defienden con más soltura que sus adversarios. Nadie sabe cómo lo han hecho, qué magia tienen dentro para tener un récord de 18-13, un 58,1% de victorias muy por encima del 32-39 con el que acabaron el curso pasado, acortado, y a ritmo de las 48 y las 47 victorias que el equipo consiguió tras su último año competitivo, de verdadero aspirante, con finales del Oeste y una lesión de Kawhi que supuso el principio del fin. No llegarán a dichos balances porque la temporada tiene solo 72 partidos, y también cuesta pensar, incluso ahora, que se vayan a meter en playoffs... pero ahí están, en el sexto puesto de una Conferencia extremadamente competitiva que han dominado durante dos décadas, en la que han sobrevivido un par de años más y donde, finalmente, perecieron el año pasado, con billete a una burbuja en la que no consiguieron llegar al play-in, el primer récord negativo tras 22 temporadas y el primer año sin fase final tras las mismas.

Tras esto, parecía que iba a haber una transición en San Antonio, esa ciudad que ha visto cómo, desde la retirada de Michael Jordan, ha sido la única gran dinastía, en coexistancia total con los Lakers, que han ganado seis anillos desde entonces por cinco de los texanos. La reconstrucción era necesaria y Gregg Popovich no daba pistas sobre una retirada eternamente postergada y que no tiene fecha. Se ha especulado que será después de los Juegos Olímpicos de 2021, que dirigirá él, pero renovó en 2019 por tres temporadas y no ha dado pistas. Desde la entidad ya han asegurado que seguirá "hasta que él quiera" y si bien Tim Duncan amagó con ser su sucesor cuando esto ocurra (que, insistimos, nadie sabe la fecha), parece que Becky Hammond sigue opositando para ser la primera mujer que ocupe un cargo de primera entrenadora en la historia de la NBA. Y, entre el consabido progresismo de Popovich, con la lucha contra el racismo y los comentarios anti-Trump siempre en su boca, no sería demasiado atrevido suponer que lo consiga en los Spurs. No sería, por cierto, el primer asistente del veterano entrenador que acaba dirigiendo un equipo, como ya se sabe: Mike Budenholzer, Mike Brown... eso, sin contar a Ettore Messina, que lo hizo antes y después en Europa, o a un Steve Kerr que ganó dos anillos como jugador con Pop y más de una década después fue el hacedor de una de las mayores dinastías de la historia, los Warriors.

La franquicia texana suma victorias sin grandes alardes, gana a los rivales que tiene que ganar, se deja partidos cuando se impone cierta lógica y se muestra competitivo casi siempre. Es el noveno equipo que menos puntos anota por partido y el décimo con peor porcentaje en tiros de campo, pero consigue minimizar errores al máximo y establecerse en puestos de playoffs: rebotean bien (novenos en ese apartado), tienen un juego colaborativo (ocupan el puesto 13 en asistencias), e intentan muchos tiros de campo (segundos) para poder adaptarse a una Liga en la que se anotan muchos puntos. Eso sí, aunque hayan acabado cediendo al lanzamiento de tres en plena era del triple, tiran más que nadie de dos y sólo lanzan 30,5 triples por encuentro, la quinta entidad que menos intenta, algo que va intrínsecamente relacionado con la idea que tiene Popovich del baloncesto ("odio los triples desde hace 20 años", dijo el técnico en 2019). Y son, ojo con esto, el conjunto que menos balones pierde por encuentro (11). Es decir, juego seguro, pocos fallos y mucho trabajo en el control de la pelota a pesar de compartirla constantemente, pero de manera certera, sin hacer gala de la parafernalia de otras franquicias y sin copar, claro, los highlights de los que tanto vive la NBA, en una farándula particular de la que siempre ha renegado una entidad discreta y que siempre se ha mantenido en su burbuja particular.

Una plantilla con presente, pasado y futuro

Si nos fijamos en los Spurs, jugador a jugador, podríamos considerar que están, en cuanto a talento bruto, por debajo de muchas otras del Oeste. Son peores, a priori, que Utah, los dos equipos de Los Angeles o Suns, que van delante de ellos en el Oeste. Pero también salen perdiendo en la comparativa con Blazers, Kings, Denver o Warriors, su última víctima. Tampoco se puede decir que estén al nivel de otros rezagados, como Pelicans o Grizzlies. Incluso los Rockets, sin Harden ni Westbrook (ni D'Antoni, Morey...), parecen mejores simplemente con alguien como John Wall a los mandos, un hombre de una calidad infinitamente superior a la de cualquiera de los jugadores se San Antonio. Eso sí, jugador a jugador. Si observamos, vemos a varios baloncestistas de los que se habla demasiado poco pero que saben hacer mucho, que tienen fundamentos de sobra marca Popovich y que aprender a competir de una determinada forma bajo su tutela. Sólo falta por ver si lejos de Texas seguirán compitiendo igual: es un común denominador que Pop saque lo mejor de muchos jóvenes prometedores que se acaban diluyendo en otros lugares, como fue el caso de un Gary Neal (entre otros) que tuvo momentos brillantes en los Spurs, pero no terminó de explotar cuando salió del equipo, allá por 2013.

La plantilla actual de los Spurs dista mucho de la edad con la que contaba en su día, cunado coincidieron en la plantilla Tony Parker, Manu Ginóbili y Pau Gasol. También cuando estaba Tim Duncan. Tienen una edad media de 26,6 años, la misma que los Suns, ocupando el 14º puesto de la Liga en este apartado. Y sin embargo, siguen teniendo un núcleo importante de jugadores con mucho talento y peso en el vestuario que sobrepasa la treintena. DeMar DeRozan tiene 31 años, Patty Mills 32, Rudy Gay 34 y LaMarcus Aldrige, 35. DeRozan es, en concreto, el líder del equipo: un jugador denostado tras su paso por los Raptors, donde fue All Star, está en la mejor (y más completa) versión de su carrera deportiva, con 20 puntos, casi 5 rebotes y 7,3 asistencias de promedio. Solo ha anotado 16 triples en toda la temporada, lanza con casi un 48% en tiros de campo, ejerce de base cuando le place y, otra vez marca Popovich, miniminiza errores: en 33,8 minutos (la menor marca desde su año rookie), es muy efectivo, supera el 89% en tiros libres (su mejor porcentaje de siempre) y solo pierde 1,6 balones, la cifra más pequeña desde su temporada debut.

El resto, aporta lo que puede: Aldrige se ha perdido partidos y acusa mucho la edad, pero sigue en 13,7 puntos por duelo, Gay se ha consolidado como uno de los líderes del banquillo y está en 11,2 tantos y 5,2 rebotes y Mills, ese talento australiano, tampoco ha saltado ninguna noche de titular, pero promedia 13,3 tantos con un 40,7% en triples. Estos tres hombres ejercen el liderazgo y son la voz de un vestuario lleno de jóvenes con un futuro prometedor. A la cabeza, Dejounte Murray, el base titular, el enésimo descubrimiento personal de Popovich (fue elegido en el puesto 29 de la primera ronda del draft de 2016), que está cuajando la temporada de su vida: 15,8 puntos, 7,1 rebotes y 5,3 asistencias con 1,6 robos, una mejora paulatina en el triple a la que todavía le queda mucha progresión (está en un 33%, pero que el 37% del año pasado pero duplicando sus intentos) y un todoterreno que es, además, un experto defensivo.

La plantilla tiene más cosas, entre ellas ocho jugadores por encima de los 10 puntos. Keldon Johnson (14,3+6,8) mira al futuro, Lonnie Walker (11,3) le acompaña, gente como Jakob Poeltl o Devin Vassell (de solo 20 años) se intentan hacer un hueco en una rotación en la que ya participan activamente y otros como Trey Lyles tienen sus momentos de gloria. Y lo mejor es, que todos los mencionados, incluido Murray, están en un rango de edad que va de los 20 a los 25 años, una buena noticia de cara a un futuro con mimbres y un nuevo proyecto que Popovich, con 72 años cumplidos el pasado mes de enero, está empezando pero es difícil que, por edad, culmine. El único que se sale del rango es Derrick White (que tiene 26), una promesa que solo ha podido disputar 8 partidos por culpa de las lesiones y que anotó 25 puntos en el último partido que disputó, ante los Hornets, el pasado 14 de febrero. Si vuelve sano, será una bendición para la dinámica del equipo, necesitado a veces de soluciones ofensivas más allá de lo que pueda crear DeRozan o la pizarra de Popovich.

De una forma u otra, sólo falta por saber hasta dónde llegaran los Spurs en la presente campaña. Están a tres victorias del cuarto clasificado, los Lakers, pero a 1,5 partidos de quedarse fuera de playoffs o de opositar, simplemente, al play-in, ampliado este año a cuatro equipos y no a dos, como en el experimento de la burbuja. Eso sí, van poniendo tierra de por medio con los Pelicans (a cinco partidos), o los Kings (a seis) que han caído presos de la irregularidad y no cuentan con el colchón que los texanos consiguieron a inicios de temporada con su buen hacer. El margen es pequeño, pero el parón del All Star (al que no irá DeRozan para fastidio de muchos aficionados) vendrá bien al equipo para tomarse un respiro y afrontar la recta final de la fase regular del curso. Y hablando del All Star, San Antonio está cinco victorias por encima del 50% con ningún participante en el Partido de las Estrellas. Y hay, cinco equipos por debajo de ese porcentaje que tienen, al menos, un participante en el parón. Poco más que añadir. Bueno sí: que los Spurs ya están aquí. O, quizá, solo quizá, la realidad sea otra. Que nunca se han ido.

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