El COVID-19 está en el aire: la ventilación y los medidores de dióxido de carbono son las nuevas claves para no contagiarse
Las promueve ahora la OMS. Expertos en química y ciencias ambientales consideran que estar solo con el barbijo en lugares cerrados no es suficiente para la prevención
“La ventilación de los espacios cerrados, como oficinas, autos, casas, escuelas y transporte público, hoy es clave como una manera para controlar la pandemia”, dijo a Infobae José Luis Jiménez, profesor de Química de la Universidad de Colorado Boulder, Estados Unidos, que es parte del grupo de 239 científicos que le señaló a la OMS el año pasado que debía considerar que el coronavirus también se transmite por el aire.
“¿Por qué seguimos estando en pandemia? Una de las razones es que una persona puede infectarse con el coronavirus y no dar síntomas. Pero al exhalar o al hablar emite aerosoles que contienen el coronavirus. El problema es que los demás ven a esa persona como alguien sano y si comparten un espacio como oficina, escuela, o transporte, pueden contagiarse la infección. Aún cuesta reconocer que el coronavirus también está en el aire”, afirmó Jiménez, quien tiene un doctorado en ingeniería mecánica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Cuando las personas están al aire libre, hay menos contagios. Porque el aire se renueva naturalmente, explicó. Aunque aún al aire libre, hay que estar a dos metros de distancia y con barbijo. Por eso, cuando las personas están en ambientes cerrados deben contar con una ventilación permanente. “Se sabe muy bien desde hace tiempo que la ventilación funciona para la prevención de diferentes enfermedades como tuberculosis desde 1940”, recordó.
El experto enfatizó: “La ventilación y el uso del barbijo también debería considerarse dentro de las casas de las familias. Porque si un integrante de la familia va a la escuela, otro va a la oficina, y conviven con personas mayores de 60 años, pueden volver al hogar y exhalar aerosoles con el coronavirus y contagiar aunque no tengan síntomas. Cuanto más ventilado están los lugares, menos casos de COVID-19 hay según la evidencia científica disponible”. Mencionó estudios sobre un coro en Estados Unidos, restaurante en China, y bares en Corea del Sur.
Para saber cuánta ventilación es necesaria en cada lugar, depende del edificio y de la cantidad de gente que se encuentre. “Después con los años sesenta, los edificios se han construido más sellados, sin sistemas de ventilación. Esto hace que aunque se use el barbijo de manera permanente”.
Lo que sirve es el uso de medidores de dióxido de carbono, que permite estimar si un lugar necesita mayor ventilación. Cuando los niveles están altos, significa que las personas que comparten el espacio pueden aspirar más aires con el coronavirus si otras están contagiadas.
La situación actual recuerda al momento en que se empezó a descubrir que el humo del tabaco también podía afectar a otras personas. “Es similar la situación. La diferencia es que la gente no puede oler el aire con el coronavirus a diferencia con lo que pasa con el tabaco”, dijo Jiménez. “En una familia, ventilar en la casa si los integrantes salen a diferentes lugares. No es mala idea usar el barbijo en la casa. Pasa mucho que la gente se contagia en la casa. Aunque no siempre pasa. Niño viene de la escuela y contagia a los abuelos”.
“Hay que pasar el menor tiempo posible en lugares cerrados con otras personas no convivientes. Por ejemplo, un auto cerrado es muy peligroso. Si se abren las ventanas, se hace más seguro. Hay que usar barbijos también. En el caso del colectivo o de los ómnibus también depende de cada vehículo”.
El experto sostiene que la transimisión del coronavirus arrastra una falta de conciencia sobre los aerosoles y las enfermedades desde hace décadas. “Ventilar no se tiene en cuenta. Si bien hay leyes, no se cumplen bien”, opinó. Señaló que en los hospitales se piensa más no contagiarse de los enfermos graves, pero se descuidan en los comedores o en otras áreas porque no tienen ventilación suficiente.
En España, según Jiménez se demostró que se puede ventilar en las escuelas sin que los chicos se mueran de frío. Por ejemplo pueden ser ventanas abiertas 15 centímetros en un aula de manera permanente cuando hay niños. Lo importante es que estén presentes los chicos cuando se abren las ventanas. “No sirve abrirlas cuando no están los chicos”.
Otro error es que los empleados de comercios se sacan el barbijo cuando no hay gente. Pero liberan aerosoles en el aire, y entonces ponen en riesgo luego a la gente que va al comercio. “En un comercio deben usar el barbijo todo el tiempo, y también debe haber ventilación”, precisó.
“La gente está muy cansada, pero debería aprender a ventilar. Servirá para otras enfermedades también. Ventilar tiene grandes beneficios. Puede tener un coste si no había ventilación”, afirmó.
La ventilación constante en los ambientes es clave en la prevención del COVID-19. La ventilación debe ser cruzada para que el aire circule. Abrir puertas y ventanas de manera continua genera un flujo de aire permanente, sin que se acumulen aerosoles. Es mejor que una apertura intermitente (como sería, por ejemplo, abrir 5 min. cada hora), según informó la campaña Ventilar del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Argentina.
Es aconsejable utilizar ventiladores que incrementen la velocidad de intercambio del aire interior-exterior, evitando que genere flujo de aire directo entre las personas que están dentro del ambiente (siempre debe hacerse con ventanas y/o puertas abiertas).