Una de tiros en Bérgamo
En esta Champions es segundo en acierto en el pase, tercero en posesión, quinto en tiros y duodécimo en goles. La puerta contraria le desmaya y el tratamiento de choque sólo está en el mercado. Sin embargo, en la Liga ha sabido levantarse con cuatro triunfos consecutivos.
En su contra hay que apuntar, además, que nada ha cambiado de Valladolid aquí. No ha recuperado a ninguno de sus nueve lesionados (Carvajal, Odriozola, Ramos, Militao, Marcelo, Valverde, Hazard, Benzema y Rodrygo) y vuelve a disimular su drama con seis jugadores del filial (Altube, Chust, Gutiérrez, Arribas, Blanco y Hugo Duro). Los pavones casi superan ya a los zidanes. Así que el plan es ganar tiempo, sobrevivir al punto de locura de la Atalanta y recomponer el equipo dentro de tres semanas con los principales. Sólo quedan sanos diez jugadores de campo, los que jugaron en Zorrilla de salida más Isco. Los últimos minutos del malagueño fueron los más potables en tiempo y podría quitarle la plaza a Vinicius, empequeñecido tras su generosa ración de banquillo, aunque no parece probable. El resto consiste en poner lo que hay.
El método Gasperini
La Atalanta tiene más peligro que palmarés. Se estrenó en una Champions la pasada campaña y se plantó en la burbuja lisboeta de cuartos. Allí, el PSG le remontó con dos goles en el descuento. En esta pasó la primera fase ganando todos los partidos a domicilio y ninguno en casa. En Bérgamo recibió un 0-5 del Liverpool y en Anfield ganó 0-2. Esta montaña rusa hizo pedazos al Valencia el curso pasado.
El patrón del despegue es Gian Piero Gasperini, que con nueve años ya estaba en el infantil de la Juventus y como recogepelotas del club. Ascendió casi todos los pisos, pero no llegó al ático. Once partidos disputó de bianconero antes de emprender un largo recorrido por un buen número de equipos modestos. Al concluir su carrera comenzó a dirigir en las categorías inferiores de la Juve sin la pretensión de seguir viviendo del fútbol: "A nadie le importaba mi trabajo". De hecho, completó su formación como asesor financiero hasta que le llamó el Crotone, de la Serie C: "Acepté en contra de la opinión de mi mujer, que lo veía una imprudencia, pero tenía que intentarlo".
El dentista
Luego fue ascendiendo, llegó al Inter, le echaron al quinto partido ("Lo arruinó todo, siempre estaba quejándose de los jugadores", dijo el presidente Moratti) y hace cinco años llevó su contradictorio sistema al Atalanta. "Cuando empecé me acusaban de fomentar el catenaccio por poner tres centrales". Teoría equivocada. La Atalanta ha sido el equipo más goleador de Italia en las dos temporadas precedentes. Guardiola, que le invitó a seguir sus entrenamientos en Barcelona, dijo que enfrentarse a él era visitar al dentista: "La metáfora es perfecta. Hay que molestar al rival", reconoció Gasperini. Y hace ocho años, Mourinho, entonces técnico del Inter, lo ratificó tras un partido ante su Genoa: "Es el técnico más duro al que me enfrenté. Cambié cinco veces el dibujo y las cinco me contrarrestó. Fue una pelea de perros y gatos".
El Madrid se encontrará ante un equipo con tres centrales, dos laterales larguísimos (el derecho titular, Hateboer, está lesionado y han fichado al danés Maehle para sustituirle), dos mediocentros posicionales y tres atacantes. Puede ser un mediapunta y dos puntas o viceversa. Su artillería es colombiana. Duvan Zapata ha marcado 13 goles y el exsevillista Luis Muriel, suplente en la mitad de los partidos, 17. El tercer cañón es el zurdo esloveno Ilicic, un veterano de 33 años que esta temporada ha sufrido dos lesiones pero que el curso pasado metió 21 goles, cuatro de ellos al Valencia en Mestalla. A Gasperini le gusta la pelota, superpoblar el área (hasta siete u ocho jugadores se suman al ataque), presionar arriba, robar pronto y alternar a sus porteros. 42 de sus 53 goles en la Serie A son producto del juego abierto (ningún otro equipo se le acerca) y sólo ocho de balón parado o contragolpe. Además, la Atalanta dispara 16 veces por partido y en quince de sus 33 encuentros del curso ha metido tres o más goles. Con ese plan, tan a contraestilo del país donde vive, ha perdido sólo uno de sus últimos veinte partidos. Así que si el Madrid mira confiado su pasado se estará disparando en un pie.