Medvedev barre a Tsitsipas para retar a Djokovic en la final
El ruso, magnífico con el revés, no dio opción al griego, incapaz de superar a un rival inabordable que lleva 20 triunfos seguidos y 11 contra top-10.
El moscovita jugará su segunda final de Grand Slam, tras la que perdió, aunque estuvo a punto de voltearla, contra Nadal en el US Open 2019. Y lo hará el domingo (09:30, Eurosport) frente a otra leyenda del Big Three, Djokovic, al que ya ha vencido en tres ocasiones, eso sí, nunca a cinco sets. "Él tiene más experiencia, pero también más que perder. Espero poder alargar este buen momento", dijo sobre su próximo enfrentamiento. Es el tercer ruso que llega al partido por el título en Melbourne tras Kafelnikov (2000 y 2001) y Safin (2002, 2004 y 2005). Comparte también con ellos el privilegio de haber alcanzado finales en varios majors.
Como es habitual, casi no celebró su tremendo éxito. Así es él. Peculiar, seco, a veces airado y en ocasiones retador con el público, aunque se controla bastante últimamente en todos los aspectos. Lo hizo esta vez frente a una afición que apoyó mayoritariamente a Tsitsipas. “Cuando estoy asustado intento meter saques y ganadores, y lo hice muy bien. Así pude contener los nervios. Creo que mantuve muy bien la calma”, le dijo, sobrado, al extenista metido a entrevistador Jim Courier, aún sobre la pista. Ahora está a un peldaño de la gloria. Medvedev, espectacular con el revés a dos manos, un golpe, el mejor que tiene, con el que sumó nueve sus 46 ganadores. Jugó mucho hacia el de Tsitsipas, que lo ejecuta a una, y no le permitió invertirse para pegarle de derecha. Así controló el ritmo del partido y no cedió ni una sola opción de quiebre en los dos primeros sets, totalmente dominados por él. En ese aspecto de su tenis, podría decirse que es el reflejo de Djokovic.
Reacción sofocada
“Su padre está hablando demasiado”, se quejó Daniil al juez de silla, justo antes de que el tercer set se le complicara un poco después de abrirlo con un break y tener dos bolas para ponerse con un 4-1 que le hubiera dado el triunfo por una vía aún más rápida. El heleno aguantó el chaparrón y encontró una versión más fallona y desordena de su hasta ese momento inexpugnable oponente. Le rompió el saque y tuvo oportunidad incluso de volver hacerlo en el séptimo juego. La Rod Laver Arena, con unas 7.394 personas oficialmente, aunque parecían más, y mucho emigrante griego en las gradas, rugió para animar a su ídolo. Tsitsi amenazó con lanzarse a muerte a por otra gesta como la de cuartos ante Nadal. No se lo permitió Medvedev, que afinó de nuevo su revés para clavar un winner impresionante y sumar otra rotura. Después resolvió con su endiablado servicio (17 aces un 88% de puntos con primeros).