Lingard mete a Mourinho en un problema pese al recital de Bale

El Tottenham cosecha una nueva derrota en la que rozó la remontada. Gran actuación del galés que se fue con un asistencia y un balón al larguero.

Alberto Muñoz
As
De no ser por la pandemia, de no ser por ese contrato blindado que tiene el portugués hasta el verano de 2023, la continuidad de José Mourinho podría estar en duda. Dos victorias y seis derrotas en los ocho últimos partidos, eliminación de copa incluida, dejan al equipo en mitad de la tabla, a un mundo del trono (20 puntos de diferencia) y a medio planeta de los puestos de Champions. Nueve puntos que le separan, precisamente, de un West Ham que hoy, simplemente, fue mejor que el Tottenham a pesar de la asistencia y el balón al larguero de Bale. Sin paliativos ni ambages, sin polémicas ni lesiones que puedan justificar un nuevo tropiezo de los spurs.

Y es que, desde el primer momento, concretamente desde el minuto 5, se vio que el Tottenham no estaba a lo que tenía que estar. Un centro de Bowen a la espalda de los centrales, a los que se les notó faltos de compenetración, dejó completamente solo a Antonio para que, en dos tiempos por la parada inicial de Lloris, abriese el marcador.

En la segunda mitad, Lingard, al que en un primer momento le anularon su gol por fuera de juego, amplió la distancia después de que el VAR confirmase que estaba en posición legal. El inglés, al que no habían dado bola en el Manchester United (lleva 7 partidos esta temporada), la está rompiendo desde que llegó al West Ham en el mercado de invierno. Cuatro encuentros con cuatro actuaciones estelares y tres goles incluidos, que demuestran que el inglés, que sigue siendo joven, tiene hambre de recuperar el protagonismo perdido.

Fue entonces cuando empezaron los mejores minutos de los de Mou, y Bale, que había entrado en la segunda mitad, puso un córner perfecto para que Lucas Moura, con sus 173 centímetros de altura, cabecease imperialmente en el primer palo un balón que llegó a besar la escuadra antes de entrar. El galés, poco después, mandó un misil al larguero de esos que hacen pensar que el jugador no es que no pueda, es que, quién sabe por qué, no quiere. Pasado el minuto 90, un despeje de la defensa hammer contra Son resultó en una vaselina involuntaria y un balón al poste que podrían haber cambiado el sino del partido, pero finalmente los tres puntos se quedaron en el Olímpico de Londres.

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