La renovación dolorosa

Después de prescindir de Suárez, Rakitic o Vidal, el club azulgrana tiene que afrontar una transición que requiere delicadeza: la de Busquets, Piqué y Alba.

Juan Jiménez
As
Es un trauma dolorisísimo. El Barça volvió a ser humillado el pasado martes contra el PSG. Otra vez las vergüenzas a la calle y la sensación de que nada ha sido repuesto. El club tomó el pasado verano la decisión de prescindir de dos jugadores que ya son historia en el Barça, Luis Suárez (tercer máximo goleador de la historia del club) y Rakitic (capaz de suavizar la transición de Xavi); y otro, Arturo Vidal, que ya había exprimido en dos años sus días de ayuda al club azulgrana. La primera parte de la renovación ya estaba hecha. Pero la más difícil está por hacer. ¿Qué hacer con Sergio Busquets, Jordi Alba y Gerard Piqué?

Lo decidirá la próxima presidencia, pero los tres volvieron a ser devorados por la exigencia de la Champions. Piqué, sin los reflejos lógicos después de meses de ausencia, no vio venir a Mbappé en el 0-1; a Jordi Alba le volvió a intimidar la presencia de Kean, otro de los triunfadores. Y, finalmente, lo que le pasa por encima a Busquets es el ritmo de los partidos. Sergio lleva una temporada a muy buen nivel, pero el ritmo de los grandes partidos se lo lleva por delante.


La situación ya no es coyuntural. El nuevo presidente debe afrontar la segunda parte de la renovación. Pero no es sencilla. Sergio Busquets termina su contrato en 2023; y Alba y Piqué, en 2024. Contratos largos, fichas gravosas. Una situación que debe manejarse bien porque el club debe manejar tres variantes. La primera, la deportiva. Piqué, Alba y Busquets aún son jugadres válidos, pero no son la columna vertebral que necesita un equipo dominante en Europa. La segunda variable es la económica y es una obviedad que rebasan cualquier límite accesible para el Barça del futuro.

Finalmente, el tercer punto de vista puede que sea el más importante, el humano. Jordi Alba, pero especialmente Gerard Piqué y Sergio Busquets, son leyenda en el club. Uno aterrizó casi gratis del United para ser el central del 2-6 y la imagen de un Barça joven, desacomplejado, tecnológico y ganador. Un jugador transversal y rompedor. Con jerarquía dentro y fuera del campo. Busquets ha sido un anónimo triunfador. Ha jugado a un toque dentro del campo y a una palabra fuera. Pero llegan nuevos tiempos.

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