La renovación dolorosa
Después de prescindir de Suárez, Rakitic o Vidal, el club azulgrana tiene que afrontar una transición que requiere delicadeza: la de Busquets, Piqué y Alba.
Lo decidirá la próxima presidencia, pero los tres volvieron a ser devorados por la exigencia de la Champions. Piqué, sin los reflejos lógicos después de meses de ausencia, no vio venir a Mbappé en el 0-1; a Jordi Alba le volvió a intimidar la presencia de Kean, otro de los triunfadores. Y, finalmente, lo que le pasa por encima a Busquets es el ritmo de los partidos. Sergio lleva una temporada a muy buen nivel, pero el ritmo de los grandes partidos se lo lleva por delante.
La situación ya no es coyuntural. El nuevo presidente debe afrontar la segunda parte de la renovación. Pero no es sencilla. Sergio Busquets termina su contrato en 2023; y Alba y Piqué, en 2024.
Contratos largos, fichas gravosas. Una situación que debe manejarse
bien porque el club debe manejar tres variantes. La primera, la
deportiva. Piqué, Alba y Busquets aún son jugadres válidos, pero
no son la columna vertebral que necesita un equipo dominante en Europa.
La segunda variable es la económica y es una obviedad que rebasan cualquier límite accesible para el Barça del futuro.