La gran noche de Mbappé

El francés se exhibió con un hat-trick, su primero en eliminatoria de Champions. Desbordó a Dest y dio aire a Kurzawa en la izquierda. Letal a la carrera. Superó al argentino.

Jonás Pérez
As
Kylian Mbappé tenía más focos que nunca sobre su figura. La estrella francesa asumía el partido sin sus inseparables Neymar y Di María, hasta el punto de que el favoritismo del PSG se había puesto en tela de juicio por las ausencias. Era un día para dar un paso al frente y mostrar al mundo que está preparado para pelear por heredar el cetro mundial que durante una época se ha repartido entre Messi y Cristiano Ronaldo. El '7' dio la talla, fue el rey del partido, marcó tres goles (solo Faustino Asprilla y Shevchenko lo lograron contra los blaugranas en Europa) y cambió por completo al Barcelona en ambos terrenos de juego. Su rendimiento le da a su equipo una enorme ventaja para la vuelta. Y lo hizo sin sus compañeros más aventajados. Fue la noche de Mbappé. Una exhibición a la altura del personaje. Desencadenado.

A los pocos segundos del pitido inicial, el PSG ya dejó claras sus intenciones. Un balón largo a la carrera del francés fue despejado con apuros por Ter Stegen. Koeman había alineado a Piqué y Dest, ambos recién recuperados de sus lesiones y lejos de su mejor estado de forma. El técnico era consciente del riesgo que asumía, si bien prefería los galones de estos a probar otras fórmulas como la entrada de Mingueza. Sabedor también del potencial de Mbappé elaboró un plan contra él. La idea era que el lateral estadounidense no se separara de él, incluso rozando el marcaje individual. En un principio funcionó, pero el paso de los minutos llevó a Mbappé a leer la circunstancia del juego, una cruz para el Barça.

El francés comenzó a meterse por dentro y buscar el remate. Como Dest tenía adjudicada su defensa personal, el carril quedó más libre para las internadas de Kurzawa. Así llegó el gol. El lateral puso el balón al área, Verratti lo dirigió hacia Mbappé y este definió tras un exquisito regate en una baldosa a Clement Lenglet y un golpeo imparable. Antes de todo, ya había hecho por moverse en zona céntrica para que su compañero de banda diera un paso al frente. Este, cómodo, no tenía tanta carga atrás, ya que el propio Dest apenas inquietó en campo rival. Ya tenía tarea defensiva y prefirió contenerse para no dejar espacios.

Dembélé era el encargado de dar balón de oxígeno a Dest. No lo hacía o llegaba demasiado tarde. No está habituado a trabajar tanto y no leyó que el duelo así lo exigía. Incluso Griezmann, colocado en banda izquierda, echó un cable ante la insistencia. Pochettino se puso las botas en el intermedio. Si el PSG ya había insistido por ese carril en la primera, la orden del técnico fue hacerla aún más habitual tras el descanso. Mbappé recibía en tres cuartos y en la zaga blaugrana reinaba el terror. Llegaban ayudas, lo que dejaba más espacios al resto del ataque. Kean estuvo cerca de marcar tras contar con más libertad de la esperada tanto él como Icardi.

Ya en el primer tiempo sucedió algo similar. Pedri perdió la pelota. Mbappé la recibió. Había una marabunta de jugadores del Barcelona a su alrededor y solo Icardi le acompañaba. Pero infundía miedo y todos le miraban. Su pase filtrado fue fantástico y el mismo Pedri salvó bajo palos después de un disparo mordido de la referencia ofensiva del PSG. Primer síntoma de que el Barça hacía aguas cuando el '7' recibía con espacio y libertad. Los datos, esta vez, no engañaron: desde que llegó al PSG nadie fabrica tantos goles al contragolpe como él. Hoy, eso sí, era un día para brillar también en el estático. Y Mbappé respondió.

El segundo y la desesperación de Dest

A su impecable actuación le faltaba otro gol. Llegó de forma distinta a la dinámica del partido. Un envío en largo sobre Florenzi acabó en centro de este al corazón del área. Piqué la sacó con apuros y el omnipresente Mbappé también estaba para el rechace. Dest, de nuevo, le seguía muy de cerca, pero el balón despejado por Piqué le cayó a los pies al atacante. Fusiló a placer y encendió las alarmas. Al Barça se le estaba yendo el partido

Koeman miró al banquillo y encontró a Mingueza. Era la opción B en caso de que Dest no llegara. Arriesgó con el estadounidense, pero rehizo su decisión al ver que Mbappé vivía con tal comodidad. Antes de la sustitución, llegó otro varapalo. Kean remató una falta y puso el 1-3. Se dio así un cambio de dinámica: el Barça debía arriesgar e instaurarse en campo de ataque del PSG para no despedirse de los octavos. Desde entonces, el astro francés participó menos, porque su equipo ya no mandaba en el partido. Ni él tampoco necesitaba recibir cada segundo para hacer lo que mejor sabe: marcar.

Draxler condujo un contragolpe tres para dos. Atrajo a los defensores y esperó el momento idóneo para regalársela al héroe visitante. Era su noche. Pudo definir por bajo, controlando, con tiempo. Pero eligió colocar el balón en la escuadra. Un golpe de autoridad para la posteridad. Exhibición mayúscula y hat-trick. Se lleva el balón a casa y el elogio del panorama fútbol mundial. Su primer triplete en Champions fue el día señalado.

La labor defensiva de Mbappé

Pochettino tenía que liberar a su estrella, más con las ausencias de Neymar o Di María. Un esfuerzo defensivo exagerado le hubiera impedido cabalgar en libertad en las transiciones, pese a que la exigencia del partido exigía echar una mano. El técnico argentino lo solucionó con una especie de 4-5-1 defensivo, con Kean y Mbappé cerrando espacios e Icardi como molestia en la salida de pelota. Más allá de eso, su total influencia en el ataque ató de pies y manos a Dest y Dembélé. El lateral no tenía fuelle para su explosividad en ataque y defensa. El extremo corrió hacia atrás más que de costumbre, algo que le limitó en su especialidad.

La comparativa con Messi: el día y la noche

Otro de los hombres que tenía todas las miradas sobre él es Leo Messi. El argentino, por el contrario, estuvo especialmente impreciso. Marcó el gol del Barcelona, desde el punto de penalti. Cuando su equipo no funcionaba en ataque, bajó a la medular a distribuir y buscar alternativas. No le dio la fluidez que el partido demandaba. Sus compañeros en el centro del campo se vieron superados por Verratti y Paredes, excelsos. Con el paso de los minutos, el '10' local perdió fuelle y participación. El plan no iba según lo previsto y Messi tampoco asumió un rol protagonista. Como el resto de miembros de la plantilla, se le vio serio y con gesto contrariado. Apenas pisó el área. Solo ganó tres duelos de nueve e hizo dos regates. Insuficiente viendo al adversario.

Javier Miguel, autor del análisis de la actuación de cada jugador del Barcelona en la noche de hoy en AS, vio así el partido de Messi: "Desde hoy el jeque del PSG se pensará mucho más cuando alguien le aconseje cambiar a Messi por Mbappé. El partido de Leo ha sido el de las últimas grandes citas en la Champions, con poca presencia, sin acierto y con un rostro cada vez más desencajado. Esperemos que no sea su epílogo blaugrana en la Champions porque sería hacerlo de una forma demasiado triste. Marcó de penalti y poco más". Mbappé le superó con claridad, tal y como hizo el PSG con su rival.

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