Gerard es de Champions
Un golazo del delantero en el 40’, con 0-1 en contra, frena a un gran Salzburgo que hizo temblar a La Cerámica. También marcó el segundo de penalti en el 89'.
Hasta este espectacular detalle, el Villarreal había sido un muñeco en manos de un rival empoderado. Marsch no engañó en la previa y mandó a su equipo a presionar arriba con el objetivo de olvidarse de todos los miedos que demostró hace siete días. Gozó de hasta cuatro buenas ocasiones en media hora. En la primera, Estupiñán quedó retratado por su falta de pericia al querer sacarla jugada. Aún está muy lejos de lo que se espera de él. En la segunda, llegó el primer gol del encuentro, tras un error de Rulli al querer ser Beckenbauer (17’). Daka robó y regaló el tanto a Berisha. Ahí no acabó la angustia para el Submarino. Cuatro minutos después Daka no igualó estos dieciseisavos de milagro después de finalizar una galopada de Mwepu que nadie se atrevió a obstaculizar. El propio extremo tuvo la última desde la frontal. Hasta entonces, el Villarreal jugaba al trote de Parejo, sin ser capaz de dormir el partido con la posesión y sin ninguna capacidad de desborde. Jaume Costa sufrió mucho en la derecha para atacar y el doble lateral construido en la izquierda nunca pudo con Kristiansen. El primer gol de Gerard antes del descanso maquilló el marcador desobedeciendo a la justicia.
El Salzburgo regresó del descanso con el hambre intacta. Con 95 goles esta temporada en 31 encuentros, el hecho de tener que hacer un par de ellos en 45 minutos le parecía cualquier cosa menos un problema. Llegó poco a portería, por la construcción de su juego era bastante menos fluida, pero siguió dando el mismo miedo. En el 58’ tuvo la mejor ocasión para apretar más las cosas. El colegiado señaló un penalti por mano de Capoue. Sin embargo, el VAR le recomendó que la revisase, por su involuntariedad, así que se retractó. El golpe terminó por espabilar al Villarreal y por hundir a un Salzburgo que tuvo su última bala en el 77' (Sucic). Los cambios de Emery devolvieron a su equipo el dibujo natural, con más uno contra uno y con Gerard picoteando entre líneas aprovechando los espacios y su inteligencia. Gracias a sus dones forzó y transformó un penalti en el 89'. Él fue la clave de este primer cruce europeo, ratificando lo que ya es un secreto a voces: se merece jugar pronto los martes y los miércoles.