Del ridículo a la tormenta: otra remontada gigante de los Lakers

Del 2-22 en el primer cuarto a controlar el partido totalmente en el último. Los Lakers pasan de dar una imagen calamitosa de inicio a aplastar a los Grizzlies en la segunda parte.

Juanma Rubio
As
El caso es que los Lakers tenían cinco partidos en casa después de una larga gira por el Este y han ganado los cinco. Venían de asaltar Boston y Atlanta, así que son siete victorias seguidas y un 21-6 que los tiene a solo medio partido de esa máquina de matar que es ahora mismo Utah Jazz (21-5). Pero la historia de esos cinco partidos es… complicada, digamos. Para abrir y cerrar, dos noches en las que acabaron arrollando (Nuggets y Grizzlies) después de sestear en las primeras partes. En medio, las famosas cuatro prórrogas en tres partidos contra Pistons y (doblete) Thunder.

Viendo el nivel de los Lakers en esos tres últimos partidos, los Grizzlies se sintieron legítimamente capaces de armar un lío. Incluso con solo nueve jugadores disponibles, pero el impulso de un triunfo revitalizador contra los Hornets después de cuatro derrotas seguidas (ahora cinco en seis partidos: 10-11). Es un equipo, conviene recordarlo, que está jugando sin Winslow (del que aún son saben qué podrán sacar), Jaren Jackson Jr y Brandon Clarke. Esta vez tampoco estuvo el rookie Desmond Bane, un tirador letal que había crujido a los Hornets el miércoles.

Pero si habían visto los últimos partidos, letárgicos, de los Lakers, los Grizzlies tenían que saber que bastaba con salir conectados, ágiles de reflejos: interesados. Y así fue. Otro inicio calamitoso del campeón (empieza a ser un mal hábito) puso el partido en 2-22 superado el ecuador del primer cuarto. El ridículo era asombroso: ni un tiro cómodo (todos fallados, además), pérdidas infantiles y desgana en defensa con lanzamientos cómodos concedidos desde las esquinas a los Grizzlies cada vez que los de Tennessee decidían circular con un mínimo de criterio. Parecía que, después de flirtear toda la semana con la derrota, esta se avecinaba al galope. Pero no: los Lakers ganaron, otra vez. Demostraron que les vale con muy poco y remontaron más de diez puntos por octava vez esta temporada. Y al menos 20 por segunda noche consecutiva. Esta vez sin prórroga y sin la agonía a la que los llevó la energía de los Thunder. De hecho, sobraron un par de minutos, esta vez sin taquicardias: de ese 2-22 inicial se llegó a un 113-96 antes del ligero maquillaje final de los Grizzlies (115-105).

¿Qué pasó? Que a los Lakers les dio por jugar, no mucho más. Durante muchos minutos, vivieron de las suspensiones de Anthony Davis, que se había perdido dos partidos y volvió a un nivel excelente: 35 puntos y 9 rebotes con una demostración sedosa desde media distancia y un peso cada vez mayor en las zonas, donde Jonas Valanciunas empezó dominando y terminó dominado (15 puntos y 6 rebotes al descanso, 22+8 total). Después de un primer tiempo (otro) de siesta, LeBron James irrumpió en el tercer cuarto, en el que sumó 13 puntos y dirigió un tramo de aplastamiento que convirtió la última bocanada de los Grizzlies (73-80) en un 87-82 parra cerrar el cuarto con un parcial de 14-2 y un 41-23 total. En cuatro minutos entre el tercer cuarto y el último los Lakers amasaron un 19-2 definitivo (92-82). LeBron (28 puntos, 9 rebotes, 8 asistencias) se puso a percutir y remató el vuelco con un mate tremendo tras pase picado de Marc Gasol, que jugó mucho en el último parcial y acabó defendiendo mejor que en un pésimo inicio. También metió un par de triples frontales mientras su equipo consumía poco a poco esa desventaja de 20 puntos y se preparaba para el arreón definitivo.

Otra vez sin puntería por fuera (otro asunto que empieza a ser recurrente: 6/30 en triples) los Lakers se escaparon cuando apretaron en defensa, con esquemas más agresivos de lo normal en la segunda parte para sacar del partido a unos Grizzlies superados en lo físico y sin tregua del silbato (33-19 en tiros libres lanzados). Sin espacios para tirar, de pronto, fueron ellos los que acumularon pérdidas y malos tiros y permitieron a los Lakers jugar al galope. Ahí ya estaban muertos: era cuestión de tiempo, y de LeBron.

Ja Morant aguantó lo que pudo (22 puntos, 10 asistencias) y finalmente solo quedó la muñeca de Grayson Allen (23 puntos, 6 triples). Muy poco contra unos Lakers que se sobrepusieron a otro inicio indigno, a una noche sin puntería y a un partido pésimo del backcourt titular, Schröder y un Caldwell-Pope que ha perdido el hilo tras un gran inicio de temporada. Además de Davis y LeBron, empujaron Caruso (solo 2 puntos pero 6 asistencias y clave en el despertar defensivo del equipo: +24 en pista) un Harrell (14+7) que acabó fuera tras recibir un codazo en la cabeza y sobre todo Kyle Kuzma: 20 puntos, 10 rebotes (5 ofensivos) y una tremenda energía para defender y rascar segundas opciones en ataque. Un partido completísimo de un jugador cada vez más valioso y que ha sabido reconvertirse en multiusos con un lugar importante en la rotación y momentos absolutamente trascendentales, como el último cuarto de este partido en el que los Lakers pasaron de resultar aborrecibles a parecer imparables. Básicamente, cuando quisieron ponerse a ello.

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