Williams corona a un Athletic sublime
Messi, expulsado por agresión, ejemplifica la frustración de un Barça que no supo jugar una final que tuvo al alcance de la mano.
Hubo un tiempo en el que el Barça salía a jugar las finales dispuesto a dominarlas de cabo a rabo y a desmentir eso de que este tipo de partidos se deben de jugar con saco terrero, chaleco antibalas, casco y guantes. Eso de que las finales eran partidos en que los equipos se citaban para tratar de que pasaran muy pocas cosas y ajusticiar al rival a la que se equivocar, no iba con el equipo blaugrana…hasta su duelo ante el Athletic en La Cartuja, donde se hizo pequeño ante un rival que le desquició hasta el punto que Messi, impotente, acabó expulsado por agresión.
Sólo hubo que ver cómo afrontaron ambos equipos el tiempo extra. Los vascos se conjuraron y salieron como diablos entre arengas, mientras que los barcelonistas parecían ajenos a la circunstancia y la inercia se los llevó por delante.
El conjunto de Koeman eligió el modo final estándar que ofrecería cualquier videojuego: tapadito atrás, no cometer errores, sin arriesgar y a esperar. Así que, de entrada, Marcelino logró llevar al Barça a su terreno. La diferencia es que los leones supieron evolucionar y acabaron arrasando a los teóricos favoritos.
La presencia en el once inicial de Messi, que fue duda hasta el último minuto, podría haber sido un argumento que justificara una salida más valiente del equipo catalán, porque estaba claro que el argentino no podría estar sobre el terreno de juego en el caso de que el partido se fuera a una prórroga. Entre la opción de aprovecharle al final para decidir o ponerle de inicio para intimidar, Koeman optó por lo segundo, pero la apuesta fue un desastre y el argentino no sólo fue intrascendente, sino que acabó siendo expulsado.
En una primera parte en la que ambos equipos se tanteaban, el Athletic logró controlar al Barça atando en corto al argentino, a Dembélé y a Pedri. Únicamente Griezmann, hiperactivo desde el inicio, daba síntomas de ser consciente de que se estaba jugando una final.
Ter Stegen conjuró un disparo lejano de Capa al que siguió otro de Messi que se fue alto en una primera parte que se estaba haciendo eterna hasta que en un momento todo se aceleró de repente.
A cinco minutos del final del primer tiempo, Messi conectó con Alba para realizar su jugada favorita. Esa que normalmente acaba con el remate del argentino, que esta vez falló, pero el balón lo recogió Griezmann para anotar el 1-0. El Barça parecía tenerlo de cara. Sin hacer mucho se había puesto por delante. Si todo seguía igual de mediocre, tenía muchos números para llevarse el partido.
Pero en la relajación posterior al gol, Alba se despistó en su regreso a la defensa y Williams conectó con De Marcos, que ganó la espalda al lateral blaugrana para empatar el partido y regresar a la casilla de salida en una segunda parte que se inició con la entrada de Mingueza por Dest.
Ese segundo acto empezó con un Barcelona que seguía en modo que no pasara nada, pero se encontró con un Athletic más agresivo que explotó la banda del recién entrado, que cometió una falta impresentable a Muniain que permitió tras su saque que Raúl García marcara de cabeza. El tanto fue anulado tras pasar por el VAR ya que el navarro estaba en fuera de juego por medio hombro que otorgó a los de Koeman una vida extra.
La misma mínima distancia que condenó a Raúl, le sirvió al Barcelona para volver a golpear. Dembélé, que apareció por sorpresa en la izquierda del ataque culé habilitó a Alba que centró al área para que Griezmann fusilara de nuevo a Unai. Al Athletic le quedaba un cuarto de hora para reaccionar y Marcelino dio entrada a Berenguer y Vesga de inmediato y Villalibre y Lekue a continuación. El movimiento de Marcelino funcionó y fue el Búfalo el que forzó la prórroga al rematar una falta lateral cedida por Lenglet y que Alba volvió a defender fatal.
Y en el tiempo extra, el Athletic machacó a lo grande a un Barça desnortado. El golazo de Willliams culminó la tarea de un Athletic sublime ante un equipo que sigue perdido.