Señales: el análisis tras un nuevo tropiezo
Dos derrotas duras y dos golpes seguidos al mentón para el equipo de Gallardo, que viajará a San Pablo buscando épica.
Juan Cortese, TyC
Una de las frases más recurrentes y verdaderas es que el fútbol es un estado de ánimo. Y la depresión en la que entró River en los últimos dos partidos puso en riesgo todo el trabajo que viene realizando desde antes de la pandemia. Dos derrotas duras, dos golpes seguidos al mentón.
Lo llamativo es que salvo el primer tiempo contra Independiente, el juego de River no fue muy diferente a los momentos en donde al equipo le salía todo. En resumen, en la cancha no cayó tan rápido como en la mente, y eso es demasiado complejo de solucionar en poco tiempo. Ya desde el Superclásico empezaron algunas señales de un equipo que, con increíbles errores puntuales, había dejado pasar la oportunidad de ganar en La Bombonera. Ni hablar de la fatídica noche en Avellaneda contra Palmeiras y de gran parte del partido ahora contra el Rojo...
En poco tiempo pasaron muchas cosas, o en realidad, todo lo que no había pasado en mucho tiempo: a River se le apagó la luz... En momentos donde la mente tiene que dominar las acciones de juego más allá de la posesión y las intenciones de ataque permanentes, el River que se hacía fuerte en las bravas le cedió lugar a un conjunto de individualidades que, pese a hilvanar buenas jugadas, perdió la confianza y aunque no se resigna y sigue intentando, casi que sabe que todo lo que genera no lo convierte por impericia propia, virtudes del rival, pelotas en los palos o la falta de suerte que también hay que saber tener para ayudar al talento.
Es que los números de este equipo en rendimiento no cambiaron tan bruscamente como las oportunidades que desvaneció. Y de no creer las fallas reiteradas de consagrados como Armani, las oportunidades perdidas de gol debajo del arco de los atacantes, el presente de una defensa demasiado endeble y hasta las inoportunas lesiones en momentos clave.
¿Y ahora? Ahora quedan solo algunas horas para sacarse de encima tanta carga pesada, tanto malhumor reiterado. En apenas un par de días, como por arte de magia y con escasos argumentos sólidos por su presente, este mismo equipo, que hace unas semanas iba por todo con la sensación de que podía, deberá mostrar de nuevo la estirpe que supo tener, aunque pareciera que aquella imagen de mente inquebrantable se vea muy difusa. Hace poco hablábamos de necesitar más que creer para seguir con vida en la Copa Libertadores. Después de la noche en el Sur, River viajará a San Pablo buscando épica y evitar más señales de un final impensado...