Réquiem con diez

El Madrid jugó 82 minutos con uno menos, por expulsión de Militao, y vio como un Levante valiente le remontaba con goles de Morales y Roger.

Luis Nieto
As
Perseguir exige. Perseguir de lejos desanima, porque cualquier adversidad se antoja decisiva, porque cualquier tropiezo puede ser el último. El Madrid, con una defensa remendada, jugó 82 minutos con diez y el partido se le hizo bola. Ni siquiera adelantarse en el marcador le fortaleció. Quedó la impresión de que en el lance crucial no sólo perdió a Militao, sino que perdió la fe en la empresa cuando aún no se ha cumplido febrero.

El Levante es un equipo peculiar, mucho más marchoso que los de su condición y presupuesto. Atrevido incluso cuando se mueve en situaciones que invitan al recogimiento. Arriba o abajo, procura jugar a lo grande, con sus dos puntas de reglamento más Morales, el tercer hombre, disfrazado de extremo. Y echándole cara salió al Di Stéfano. Le va el campo abierto y ahí da y recibe desde el primer minuto. Así que sus partidos son una película de aventuras.

Esta vez comenzaron sobre los primeros títulos de crédito: en 12 minutos Morales casi aprovechó un error de traducción entre Odriozola y Courtois; Hazard dibujó una diagonal de 80 metros que le acercó a su hoja de servicios y no culminó Benzema; Militao se fue a la calle, vía VAR, por detener casi sin querer a Sergio León como último hombre con Ramos en la grada; y Asensio, a la contra, puso por delante a un Madrid en inferioridad tras pase de Kroos mientras el Levante pedía un penalti poco claro de Mendy a Melero y se quedaba con la espalda al aire.

Reacción granota

Aquella crónica de sucesos condujo a un volantazo en el guión. El Levante se quedó con la pelota y sin el espacio, dos contratiempos. Y Bettoni/Zidane, que hicieron calentar a Chust, acabaron colocando a Casemiro junto a Varane en esa operación acordeón que dispuso al Madrid en un 4-4-1. El adelgazamiento de la plantilla del Madrid, fruto de la política restrictiva del club, y la oxidación de una parte significativa de la misma han acabado por obligar a jugadores a ser lo que no son: Lucas Vázquez, lateral; Modric, recuperador; Benzema, ultragoleador; Casemiro, central. Jugadores todos con la mili hecha que han aceptado la reconversión en una fase adulta de su carrera.

En la tabla de reciclajes también cabría incluir a Odriozola, un extremo que dista mucho de ser lateral, aunque como tal lo fichó el Madrid. Morales se le coló por la espalda para meter un bote pronto espectacular para empatar el partido. Antes y después Courtois salvó varios remates de Roger, otro del cuerpo de artillería. Los indicios apuntaban a un calvario del Madrid con Casemiro como heroico rompeolas.

Roger, arena y cal

Y es que la propuesta del Levante invitaba a alargar mucho al equipo, a cortarle las piernas en ese ir y venir del partido de costa a costa. Con todo, el equipo blanco tuvo la primera gran ocasión de la segunda mitad. Un resbalón en el momento del golpeo dejó muy desairado a Benzema.

El encuentro sufrió un parón hasta que Medié pitó otro penalti microscópico. Vinicius derribó a Clerc con la punta del pie sobre la línea del área. Fue la primera acción, absurda, del brasileño, que había relevado al siempre insustancial Hazard para jugar en la derecha, la banda que se le indigesta. Courtois se lo paró a Roger con una mano de hierro.

Vinicius entró en el partido dando vueltas de campana, pero de inmediato por él empezó a respirar el Madrid. Su velocidad no estaba al alcance de ningún centinela del fatigado Levante. Si embargo, al resto le pesaba demasiado ya la carrocería. Y el Madrid acabó tragándose el segundo tanto. Fue en la redención de Roger, que de control y remate a la media vuelta sacó al Madrid de la Liga con carácter presuntamente irreversible.

La reacción del banquillo blanco pareció estrafalaria. Mariano por Benzema, Arribas por Asensio. Pieza por pieza cuando ya estaba declarada la zona catastrófica en un partido que sonó a punto final.

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