Por qué se recomienda evitar el consumo de alcohol a la hora de aplicarse una vacuna
“Su consumo puede reducir la respuesta inmune del cuerpo”, advirtieron Ronx Ikharia, doctor especialista en medicina de emergencia, y Sheena Cruickshan, inmunóloga británica y profesora de ciencias biomédicas
Aquellos que hayan recibido cualquiera de las flamantes vacunas contra el COVID-19 deben evitar el consumo de alcohol porque podrían comprometer la respuesta inmunitaria del cuerpo al efecto del inoculante. La aseveración proviene de dos investigadores británicos, Ronx Ikharia, doctor especialista en medicina de emergencia y presentador del documental “La verdad sobre cómo estimular su sistema inmunológico” de la BBC y Sheena Cruickshan, inmunóloga y profesora de ciencias biomédicas y participación pública en la Universidad de Manchester.
Ambos científicos se dedican a investigar cómo se inician las respuestas inmunes del intestino como resultado de una infección y/o inflamación. “El alcohol cambia la composición de los billones de microorganismos que viven en el intestino, que juegan un papel importante en la prevención de la invasión de bacterias y virus”, explicaron. Esto conduce al daño de las células inmunes en la sangre, conocidas como glóbulos blancos, incluidos los linfocitos, que envían anticuerpos para atacar a los virus.
Ikharia realizó un experimento en el que tomaron muestras de sangre antes y después de beber tres vasos de un espumante. El especialista descubrió que tres vasos eran suficientes para reducir los niveles de linfocitos en la sangre hasta en un 50 por ciento.
La profesora inmunóloga Sheena Cruickshank, de la Universidad de Manchester, precisó que la reducción de linfocitos podría reducir la eficacia de la respuesta inmunitaria del cuerpo. Es por ello que instó a las personas a evitar tomar alcohol al momento de recibir la vacuna contra el COVID-19 y en las semanas posteriores.
Dijo: “En ese momento se necesita tener el sistema inmunológico funcionando al máximo para tener una buena respuesta a la vacuna, por lo cual si se está bebiendo la noche anterior o poco después, eso no ayudará”.
En los adultos, los linfocitos constituyen aproximadamente del 20 al 40 por ciento del número total de glóbulos blancos y se concentran en los órganos y tejidos linfoides centrales, como el bazo, las amígdalas y los ganglios linfáticos, donde es probable que se produzca la respuesta inmune inicial. Los linfocitos son de ‘importancia fundamental’ en el sistema inmunológico porque determinan la respuesta inmune a microorganismos infecciosos y otras sustancias extrañas, como el virus SARS-CoV-2, según descubrió un equipo de científicos en Wuhan, China.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NCBI), los impactos del consumo de alcohol en la salud humana son complejos y están modulados por varios factores como los patrones y cantidades de bebida, la genética, el sistema de órganos estudiado, así como el sexo y la edad del consumidor. Existe una fuerte evidencia de que el abuso crónico de etanol se asocia con una mayor morbilidad y mortalidad, inmunosupresión y una mayor susceptibilidad a infecciones bacterianas y virales. Por el contrario, el consumo moderado de alcohol ejerce efectos positivos que incluyen una disminución de la mortalidad y una mejora de las enfermedades cardiovasculares y la sensibilidad a la insulina. Curiosamente, la evidencia acumulada también respalda un efecto estimulante inmunológico del alcohol moderado.
En relación a la vacuna rusa Sputnik V, se instaló en la primera semana de diciembre la polémica en relación a la ingesta de alcohol con este inoculante. La viceprimera ministra de la Federación Rusa Tatiana Golikova recomendó bajar el consumo tanto de bebidas alcohólicas como de fármacos dentro de los primeros 42 días después del primer pinchazo.
En este contexto, Alexander Ginzburg, director del NITSEM Gamaleya, explicó que no se refieren a la prohibición total del alcohol durante la vacunación: “Sólo estamos hablando de una limitación razonable de consumo hasta que el cuerpo haya formado su respuesta inmune a la infección de coronavirus. Y esto es cierto no sólo para Sputnik V, sino también para cualquier otra vacuna. Es importante comprender que el consumo excesivo de alcohol puede reducir significativamente la inmunidad y, por lo tanto, reducir la eficacia de la vacunación o hacer que no tenga ningún sentido”.
No todos los expertos coinciden en que su consumo implica un riesgo para la salud o que genere una disminución de los anticuerpos. De acuerdo a la médica infectóloga, Hebe Vázquez (MN58353), “no hay evidencia científica que el alcohol interfiera con la efectividad de la vacuna”.
Por otro lado, para la médica infectóloga del Hospital Muñiz, Gabriela Piovano: “La ingesta de alcohol en Rusia es muchísimo más elevada que en Argentina, es decir que hay una cuestión cultural para desaconsejar su consumo. La ingesta de alcohol interfiere en la respuesta inmunológica, pero hay que entender el contexto. Es conocida la relación entre el consumo de alcohol y los defectos en la inmunidad que predisponen a padecer determinadas infecciones por ejemplo en personas alcohólicas donde el bazo, que es un órgano inmunológico por excelencia, se ven dañados en su estructura por lo que ocasionan daños en la capacidad de dar una respuesta adecuada para el sistema inmune”.
De acuerdo al NCBI de los EE. UU., los estudios epidemiológicos han encontrado que el consumo regular de 3 o más bebidas -más de 0,1 gramo por kilo- al día se asocia con un daño orgánico significativo, un aumento de la morbilidad y la mortalidad y resultados adversos también al momento del parto. El consumo excesivo crónico de alcohol también aumenta la susceptibilidad a las infecciones bacterianas y virales, como la neumonía por Streptococcus y la infección por el virus de la hepatitis C, y acelera la progresión de la infección por el VIH.
De manera similar, el abuso de alcohol en forma de consumo excesivo de alcohol (definido por la NIAAA en 2004 como cuatro o más bebidas para las mujeres y cinco o más bebidas para los hombres en dos horas) también está fuertemente asociado con resultados de salud adversos e inmunosupresión, especialmente después de un trauma.
Según el prestigioso organismo científico, “las personas que responden mal a la vacunación, como los bebés, los ancianos y los inmunodeprimidos, no pueden o no deben consumir alcohol. Además, los humanos en estudios anteriores podían optar por beber moderadamente o en exceso, con lo cual no está claro si algún factor distinto al consumo moderado de alcohol definió la respuesta del bebedor moderado a la vacuna. Por lo tanto, sin una comprensión integral de los mecanismos subyacentes a los efectos de estimulación inmunológica del consumo moderado de alcohol en estos estudios, aún no podemos predecir quién se beneficiará o perjudicará del consumo moderado de alcohol”.
“Los estudios futuros también deberían abordar los impactos del género, el tipo de alcohol y la edad en la capacidad del alcohol moderado para estimular la respuesta del huésped a una amplia gama de patógenos”, recomendaron.