Los Nets ya asustan a los Lakers: "Son una amenaza"

El nuevo Big Three del Este empieza a carburar y a infundir miedo. Anthony Davis, recientemente, ha asegurado que pueden ser su principal escollo.

Albert Sancho
As
Harden, Irving y Durant empiezan a contar sus partidos por victorias. Después de los tropiezos frente a los Cavaliers de un Sexton en sintonía All Star, los Nets han desplegado sus alas. Son sólo tres partidos, sí; pero también muestra del potencial ofensivo (y no tan ofensivo) que puede llegar a tener el equipo. Frente a Miami Heat, tocó ponerse el mono de trabajo, y se hizo, sin dispensas por estrellato; frente a los Hawks, el nuevo tridente sumó 89 puntos; frente a Oklahoma, con Durant descansando, festín anotador liderado por Harden. Despliegue de alternativas y de argumentos.  

La ecuación está dando el resultado esperado. Eran dos las posibilidades, y está saliendo cara. Tras su vuelta, Kyrie Irving promedia 29 puntos y 5,2 asistencias, el retiro le ha sentado bien y, si ha encontrado la paz interior, se la ha transmitido a James Harden. "La Barba", con un rendimiento inmediato que dista mucho de sus últimas imágenes con los Rockets, se está reinventando. No está haciendo nada que no supiera hacer, ni que no hiciera anteriormente; pero explota lo que le va bien al equipo y reduce lo que desequilibraría la balanza. Frente a los Hawks, sumó su tercer triple-triple doble (en ocho partidos) vestido de negro, está siendo su temporada menos anotadora desde que abandonó Oklahoma, pero también la más asistente de su carrera. Kyrie y James, James y Kyrie no se estorban, consultan la brújula juntos y distribuyen de forma fluida, sin solapar espacios ni reclamar más posesión de la debida. Durant, mientras tanto, es Durant; la mejor noticia posible después de empezar la temporada tras 552 días de inactividad. Segundos en el Este y 13 victorias, con Bucks, Pacers y Celtics a sus espaldas y solamente los Sixers de un Embiid en modo MVP por delante. Temibles. 

Aún es pronto para determinar las aspiraciones reales de un equipo con potencial para lo mejor, pero también para caer desde lo más alto. Seguramente, las necesarias incorporaciones que vayan llegando determinarán el horizonte. El armario y el juego interior están vacíos, y hombres como Iman Shumpert, que vuelve a Brooklyn tras ser cortado el año pasado, lo irán llenando. En todo caso, el respeto que ya infunda la franquicia de la Gran Manzana es incuestionable, incluso a los todopoderosos Lakers. "Son una amenaza. Es un equipo que puede anotar con mucha facilidad. Creo que son los favoritos para ganar el Este desde que Harden llegó. Va a ser una divertida batalla", confesó recientemente Anthony Davis a la periodista Rachel Nichols, de la ESPN.

Junto a Nichols, el ala-pívot también repasó algunas de las claves en la conquista del pasado anillo. Su relación con LeBron, tan buena fuera como dentro de las pistas, fue una de ellas; pero, a nivel personal, destacó su estado anímico tras aterrizar en Los Ángeles: "Llegué después de seis años en New Orleans y ganamos el campeonato. Yo creo que ganas porque eres feliz. Yo estaba feliz fuera y dentro de la pista, estaba alegre y motivado. Hay gente que está feliz tras ganar, pero yo soy de los otros, de los que necesitan ser felices para poder hacerlo", explicó. Un campeonato, que, según el propio Anthony, adquirió unas dimensiones superiores a través de Kobe Bryant. Su grito en las Finales de Conferencia frente a los Nuggets es historia del baloncesto. "No fue intencionado", recuerda. "Simplemente ocurrió y, ahora, pasen 100, 200, 300 o 400 años mi nombre y el de Kobe estarán siempre conectados". A todo lo vivido en Orlando, sólo le pone una pega: "Lo único que no me gustó fue que no pudimos celebrar el título con un desfile. Eso significa que tenemos que volver a ganar este año para poder hacerlo", explica con gracia. Harden, Irving y Durant, esperando en la esquina. 

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