El gran misterio de la NBA: ¿Dónde está Kyrie Irving?
La estrella lleva varios días fuera de la dinámica de los Nets sin que nadie sepa por qué. Algunos hablan de "licencias personales" y otros le sitúan de fiesta.
Ahí, en medio de la marejada, se habla de Kyrie, igual que se hacía en el pasado más reciente, cuando el mundo era tal y como lo recordamos (o quizá ya se nos esté olvidando). Si hay algo en común entre el pasado y el presente es que Kyrie seguía copando titulares y casi ninguno (por desgracia) era por su capacidad baloncestística. Su salida de lo Cavaliers, el único sitio en el que ha funcionado realmente (bendito triple en 2016), para escapar de una sombra, la de LeBron, de la que no ha podido huir nunca, enlazó con el sainete constante al que sometió a unos Celics que acabaron celebrando su salida (aunque sea en el fuero interno) y, ahora, tras incumplir su promesa de renovación con los verdes (una de tantas), se ha llevado su increíble talento y su espectacular locura a la Gran Manzana, donde causa estragos con nocturnidad y alevosía y no hace ni amago de mejorar un carácter siempre cuestionado y ya casi sin arreglo. Al menos, desde el punto de vista de la opinión pública, ese lugar en el que se ganan las batallas que deciden las guerras.
La cabeza de Irving tiene que funcionar para que el proyecto de los Nets, que son candidatos legítimos por plantilla, tenga éxito. Nash se tiene que estrujar el cerebro y tirar de sus innumerables colaboradores (D'Antoni, Stoudemire, Vaughn...) para controlar egos desmedidos. Pero, siendo obligatorio que cuadren todos los engranajes, el base no juega un partido desde el 5 de enero y no se espera que regrese esta noche ante los Nuggets. El base ha salido de la dinámica del equipo sin previo aviso sin que nadie en el entorno del mismo pueda dar respuestas sobre dónde está o por qué. Nadie sabe si se trata de un problema físico, algo que se haría público en estos casos, y no parece que sea una decisión técnica, pues se habrían tenido noticias de ello. De momento, se han alegado "motivos personales", algo que en el seno de la NBA se ha traducido como "licencias personales", las que Kyrie se toma cómo y cuándo quiere llevando la era de los jugadores empoderados a un libertinaje que excede la propia libertad del jugador y que empieza a ser ligeramente bochornoso, sobre todo por la falta de trasparencias de la estrella, algo que no va en consonancia con una entidad que antes de su llegada era ejemplar a la hora de comunicarse con la prensa y de dar las noticias en el momento y lugar adecuados.
Todo eso se ha acabado en la era Kyrie, que apenas abarca año y medio en el que los Nets han disputado 88 partidos desde su llegada... y solo 27 con el base. Algo demasiado problemático como para pasarlo por alto y que cuenta con mensajes herméticos o, directamente, el silencio sepulcral de un hombre cuya calidad excede, en bruto, a la de mayoría de jugadores de la NBA. Pero que tiene, claro, una cabeza peor que la del resto. En solo 20 partidos, el año pasado se cargó la dinámica de un equipo que llegó a playoffs de milagro y fue protagonista entre bambalinas (y junto a Kevin Durant) del despido de Kenny Atkinson, un entrenador fantástico que se marchó por la puerta de atrás después de crear una cultura inexistente en la franquicia desde que en 2013, un magnate de apellido Prójorov, regalara ingentes cantidades de rondas del draft a cambio de Pierce, Garnett y un proyecto de Play Station que empezó envejecido y acabó siendo efímero. En este, parecía que empezaba bien (promedia 27 puntos por noche), pero ha desaparecido sin dejar rastro y sin dar explicaciones mientras Barkley le azota en la TNT (algo común en Barkley, todo hay que decirlo) y se filtra un supuesto vídeo de una fiesta de cumpleaños con su hermana en plena ola del coronavirus y en un país, Estados Unidos, que tiene 4.000 muertes diarias en estos momentos. En fin... ¿dónde está Kyrie Irving?