El CEO de Pfizer dijo qué hará la farmacéutica ante la “alta posibilidad” de que una nueva cepa de COVID-19 sea resistente a su vacuna actual
Albert Bourla indicó que si bien la versión actual del inoculante funciona contra las nuevas variantes, la farmacéutica está trabajando para que, ante la eventual aparición de una variante resistente, “dentro de 100 días o menos tengamos una nueva versión”
“Creo que hay una alta posibilidad de que en un momento dado aparezca una nueva variante y que las vacunas no sean tan eficaces. Este no es el caso todavía, pero creo que es muy probable que un día suceda”, declaró Bourla.
Y, en referencia a ese eventual escenario, afirmó que la empresa está trabajando para adaptar su inoculante de manera que dentro de los 100 días o menos desde que suceda “tengamos una nueva versión de la vacuna y podamos mantener el alto nivel de eficacia al administrarla”.
Por otro lado, Bourla se refirió al hecho que ahora que las vacunas han empezado a estar disponibles “todo el mundo quiere tenerlas, y hay tensiones políticas que afectan a los gobiernos”.
En el caso de Pfizer, recordó, esas tensiones se dieron recientemente debido a problemas en el envío de dosis a Europa: “Tuvimos un pequeño bache que afectó a la línea de abastecimiento, pero estamos esforzándonos para mejorar dramáticamente nuestra capacidad de producción”, dijo al respecto.
Fruto de ese esfuerzo, Pfizer calcula que este año podrá producir más de 2.000 millones de dosis (equivalentes para inmunizar a más de la octava parte de la población mundial), cuando inicialmente habían proyectado 1.300 millones. “En Europa, las cantidades prometidas en diciembre estarán ya disponibles en marzo, y entregaremos más en el segundo trimestre”, aseguró.
Donar los excedentes
En esa misma jornada del “Davos virtual” también participaron el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el ministro de Sanidad germano, Jens Spahn.
Durante la teleconferencia, Tedros repitió su llamada a que los países ricos donen sus excedentes de vacunas. “El nacionalismo de vacunas sólo prolongará la pandemia, las restricciones, y el sufrimiento humano y económico”, dijo, y reclamó a los gobiernos que ya disponen de gran cantidad de vacunas que tras inmunizar a sus grupos de riesgo compartan las dosis excedentes.
“Entendemos que los gobiernos están bajo presión para vacunar a sus poblaciones, pero deben convencerse de que compartir es necesario para reflotar la economía y lograr la recuperación global”, subrayó el etíope.
El ministro de Salud alemán, Jens Spahn, declaró por su parte que hay que encontrar un equilibrio entre vacunar poblaciones nacionales e involucrarse en las vacunaciones globales. Dijo que eso es algo en lo que su país está muy involucrado a través de su participación financiera en las iniciativas de la OMS para distribuir vacunas y fármacos contra el COVID-19.
“Necesitamos, sin embargo, vacunar nuestra gente”, señaló Spahn, en un día en el que la Unión Europea anunció restricciones a la exportación de vacunas y componentes para producirlas, algo a lo que la OMS reaccionó mostrando preocupación.
Ante las actuales tensiones, también entre gobiernos y productoras (como ha ocurrido esta semana entre la UE y AstraZeneca) el ministro alemán aseguró hoy que “el enemigo común es el virus, no la industria farmacéutica”, pero admitió que “todo el mundo está desesperado por conseguir las vacunas, y Europa también”.