¿El año de los Clippers? Silencio, un plan y lucha contra la historia
Los angelinos copan menos titulares que el año pasado, pero tienen un plan de juego y gestionan mejor los descansos. Kawhi, a romper la maldición de los Clippers.
Las tornas han cambiado ligeramente en Los Angeles y, claro, en toda la NBA. Si el año pasado los Clippers partían como favoritos tras un verano lleno de sorpresas en el que Kawhi Leonard y Paul George se reunían para conquistar un anillo que muchos les adjudicaron antes de tiempo, ahora son los Lakers, el hermano mayor, el que tiene la vitola de favorito. Hace unos meses eso era al revés, y el terremoto originado por la eliminación de los Clippers en semifinales ante los Nuggets (una serie en la que iban 3-1 arriba, ojo), llevó al despido de Doc Rivers y a una reestructuración interna que está liderando Tyronn Lue, un técnico infravalorado que hace las veces de gestor de egos y que ha sabido llevar, en lo que llevamos de temporada, el siempre difícil carácter de Kawhi mientras consigue involucrar al resto del vestuario en una idea no del todo definida, pero que va cogiendo forma a medida que avanzan los partidos.
De momento, parece claro que el load managment, que tanto debate suscitó hace un año, se ha abandonado para dar paso a una mayor racionalización de los minutos y un mayor control de Kawhi, que parecía descansar cuándo y cómo quería con Doc Rivers. El alero, sin grandes alardes (al menos aparentemente), está en 25,9 puntos, 5,4 rebotes y 5,9 asistencias por partido, la mejor marca de su carrera en este último apartado, algo obligado por la ausencia de un distribuidor que, a buen seguro, Steve Ballmer, ese fundador de Microsoft y ahora dueño de la franquicia, intentará conseguir antes de los playoffs. Rajon Rondo sonó con fuerza, pero aterrizó finalmente en Atlanta, y el problema sigue siendo el mismo que tenían hace una temporada, pero se suple con un juego más colaborativo y una versión estelar de un Kawhi que, sin acaparar titulares (algo que a él le gusta mucho), ha mejorado en todo: lanza por encima del 50% en tiros de campo por segunda vez en su carrera, con casi un 42% en triples (su segunda mejor marca de siempre), y con un 90% en tiros libres, reduciendo errores y siendo más seguro que nunca (apenas pierde 1,8 balones por partido). Kawhi también ha recuperado su mejor actitud defensiva, esa que le hizo conquistar el premio a Mejor Defensor en San Antonio, y se esmera en ambos lados de la pista (2 robos), sin perder aplomo en ninguno de ellos.
Paul George es el otro gran hombre: 23,9 puntos con los mejores porcentajes en tiros de campo, triples y tiros libres, 6,2 rebotes y 5,4 asistencias, también el tope de su carrera, y compartiendo el balón con Kawhi en ausencia de ese perfil base del que los Clippers carecen. La primera gran regla de Lue está clara: menos errores, más distribuición y un liderazgo interno que comparte junto a sus dos estrellas, que fallan menos y se mantienen en un alto nivel de anotación, siendo además los líderes de la defensa junto a Serge Ibaka, un fichaje que llegó para sustituir a un Montrezl Harrell que era efectista pero poco eficaz y que explota sus virtudes en los Lakers, mientras que en los Clippers dejaba entrever sus defectos, sobre todo en el aspecto defensivo. Reggie Jackson, un base unidimensional que sólo sabe jugar de una manera, ha visto considerablemente reducidos sus minutos (apenas 13,5) y es Beverley el que asume esta faceta para apuntalar la defensa y dar seguridad a un equipo que juega sin playmaker puro en varios momentos del partido, en los que suben la bola las estrellas.
El equipo mejora, pero pendiente de Kawhi
Hay una cosa que está clara, los Clippers juegan mejor al baloncesto que el año pasado. Al margen de que lleven siete victorias consecutivas, tienen el mejor offensive rating de la historia de la franquicia, son séptimos en puntos por partido, cuartos en porcentaje de tiros de campo y primeros, atención, en porcentaje de triples y de tiros libres. Tienen, además, el tercer mejor net rating de la competición y un récord de 13-4 que comparten con los Lakers, ese rival al que estaban destinados a enfrentarse el año pasado y al que vuelven a estar esta temporada, en la que buscan que el duelo se haga, por fin, inevitable. Además, la química grupal, tan resentida hace unos meses, parece haber mejorado, y gente como Marcu Morris y Nicolas Batum (sí, han leído bien), parece encontrar su sitio en una rotación en la que Lou Williams, eso sí, muestra una versión fantasmagórica si la comparamos con su pasado más reciente. Sus 34 años y su nivel le podrían convertir en una pieza para intercambiar y hacerse con un ansiado base que complete la plantilla, aunque habrá que esperar para ver qué movimientos deciden hacer Ballmer y su horda de directivos.
Y luego, claro, el proyecto se la juega. Está pensado para ganar, no para mirar al largo plazo, y eso exige resultados inmediatos en una NBA que no espera a nadie. Y sí, Paul George ha firmado una muy lucrativa renovación a razón de 4 años y 190 millones de dólares, por lo que se llevará 225 millones de aquí hasta la 2024-25. Pero Kawhi tiene una player option para el curso que viene que podría no utilizar, saliendo así a la agencia libre y volviendo a firmar con los Clippers... o no. El alero ya ha demostrado que no se casa con nadie (bien que lo saben los Raptors) y si ve que el proyecto no carbura podría buscar su tercer anillo en otra parte. De momento, parece focalizado en una temporada que está saliendo bien para los Clippers (están ganando y esquivando el coronavirus al mismo tiempo) y que está llena de promesas. Con cautela, silencio y buenas sensaciones, sus estrellas motivadas y muchas aspiraciones que esperan ver cumplidas. Un tropiezo (por decirlo suavemente) como el del año pasado no es planteable y todo lo que queda por decidir se hará al final, en esos playoffs en los que los Clippers lucharán contra su propia historia, una que abarca 50 años sin una sola final de Conferencia. Una maldición que intentarán romper este año. Con Kawhi al frente, claro.