¡Racing, de la cabeza!

Con un cabezazo de Melgarejo tras una gran jugada colectiva, el equipo de Beccacece venció a Boca en la ida en el Cilindro e irá con ventaja a la revancha en la Bombonera: 1-0 arriba y sin haber recibido goles en condición de local.

Olé

Racing lo ganó a lo Racing. Con paciencia, con dedicación, con esa jugada made in Beccacece, con ese golazo de nueve toques. Y lo ganó, sobre todas las cosas, bien. Con personalidad, con decisión, con espíritu copero. Así como le jugó a Flamengo, le jugó a Boca. Así como eliminó al campeón, dejó a otro candidato contra las cuerdas. Porque va a la Bombonera con este 1-0 que vale más que el resultado nominal. Vale medio pasaje, vale no haber recibido el gol de visitante, vale la ilusión de sentir que la semifinal está ahí, más cerca que nunca.


Si Racing lo ganó a lo Racing fue claramente por esa jugada que construyó para el 1-0. La movió de derecha a izquierda, con esa insistencia que por momentos fue anunciada, repetitiva, pero que a la vez fue letal. Letal para Boca. Letal para su racha de visitante (la primera derrota del ciclo Russo en esa condición). Y letal para el partido, porque a partir de ahí, su rival sintió el golpe y le costó reaccionar. Le pesó tener que ir a buscar. Y casi ya no tuvo posibilidades de empatarlo. Las que sí había tenido en el primer tiempo.

Racing tuvo otra ventaja sobre Boca: rendimientos individuales más altos. Seguro Arias, tremendamente sólido Sigali, firmes los Domínguez, lúcido Rojas, insistente Melgarejo (hasta llegar al gol), astuto Mena para ese centro perfecto que terminó en el 1-0. Ellos hicieron que no se sintiera la falta de peso arriba, con un flojo Fértoli y un Licha López que no terminó de trascender. Así, Racing elaboró una victoria copera. Y hasta se repuso de un primer tiempo en el que no la había pasado bien.

Antes, en esa etapa, había sido otra historia. Ahí, Boca había terminado mejor. Fue superior a Racing en el área rival, porque le sacudió el arco a Arias. Una, dos, tres veces. Primero fue Tevez, luego Villa, por último Fabra. Y la Academia lo sintió, quedó acorralado contra su arquero, que resistió bien, pero con sus compañeros retrasados, acusando esa supremacía del equipo de Russo, que en el final de esta etapa se creyó y fue dueño del partido.

Racing, en esa etapa, la tuvo. Mucho. Más que Boca. A veces, demasiado. Esa famosa diferencia entre tenerla y entretenerla. Le costó salir de ahí. Cuando pareció lastimar a su rival, lo hizo más que nada por derecha (vaya paradoja, terminaría marcando el 1-0 por izquierda), con un Fabricio Domínguez que cuando le ganó la espalda a Villa, llegó al fondo y preocupó. Sin embargo, así como Arias tapó tres, Andrada sólo se tuvo que estirarse en una: un remate de Sigali, que anticipó desde el fondo, penetró y estuvo cerca de marcar el primero.

Boca, en definitiva, en esa primera etapa jugó a lo que mejor sabe. Le faltó juego, es cierto. Apagadísimo Cardona, desconectado Salvio, Villa fue su única y mejor arma. Cada vez que encaró, pasó. Y ahí generó ese desequilibró que sólo un Tevez picante, siempre listo, acompañó. El equipo de Russo fue más directo que su rival, pero... Le faltó concretar esas situaciones que tuvo a favor. Y que lamentará por lo menos hasta el próximo miércoles, porque la Academia, después, no lo perdonó.

La serie está abierta, claro. Pero Racing sacó esa ventaja que, claro, alimenta su ilusión. La de dejar a Boca por primera vez afuera de una Copa. La de meterse entre los cuatro mejores de América.


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