Un gol de penalti de Oliveira y otro de Díaz en
el descuento sirvió para que el Porto se llevara la Supercopa de
Portugal. Pepe fue el mejor de su equipo.
Aun así, ninguno de los dos ha perdido su esencia. El
Benfica sigue apostando por un juego vistoso y alegre, mientras que el Porto se declina más por lo táctico, la rocosidad y la llegada al área
más por empuje que por calidad. No es de extrañar por tanto que
en un despite defensivo del Benfica, más blando atrás, Vlachidimos
terminara derribando a Taremi en el área. El árbitro, tras confirmar con
el VAR que no había fuera de juego previo, señaló el penalti y Oliveira se encargó de anotar el primer tanto de su equipo.
El Benfica reaccionó al gol y tomó la inciativa del juego
pero se topó con un Pepe recién recuperado de su lesión que estuvo
inmeso. El exmadridista, con una máscara protectora, parecía en
el Porto lo que Iron Man para el planeta Tierra en los cómics de Los
Vengadores: su mejor defensor, el mayor de sus superhéroes.
Una vez aguantado el asedio, en la segunda parte fue el Porto el que
tuvo las ocasiones más claras pero entonces la figura que sobresalió
fue la de Otamendi. Si el argentino y Pepe fueron los mejores
del duelo, dos centrales que ya están de vuelta, poco más se puede decir
de la mediocridad actual de ambos equipos.
Grimaldo estuvo a punto de llevar el partido a los penaltis
(no había prorroga) pero su lanzamiento de falta en descuento dio en la
cruceta. Un minuto después, Luis Díaz sentenciaba el partido con un remate cruzado con la derecha dentro del área.