La última oportunidad
El reto es homérico: el 10 se quedará si el Barcelona consigue ganar a pesar de que sus medios son más precarios que nunca en el Camp Nou
Ramon Besa, El PaísEl capitán azulgrana concede un voto de confianza a la entidad a partir de su compromiso con el equipo de Koeman. Tiene confianza con el entrenador y, aunque sabe de las dificultades, insiste en la necesidad de competir para ganar títulos, una palabra que repitió durante la entrevista concedida a Évole. Quiere ver cómo se maneja la plantilla en la cancha y la directiva en los despachos frente a una situación extremadamente compleja y después anunciará si renueva o se acaba el vínculo que mantiene con el Barcelona desde que llegó en 2002.
El rosarino quiere garantizarse, en cualquier caso, una solución pactada que le permita regresar al Barça y a Barcelona, en el caso de partir próximamente o más adelante no se sabe adónde, porque el único sitio que mencionó fue Estados Unidos, un campeonato que no da la Champions. Messi está obsesionado con ganar una quinta Liga de Campeones, un trofeo que en junio sabía que difícilmente alcanzaría en el Barça durante la temporada de transición que le aguardaba y de ahí que pidiera a Bartomeu que le liberara del contrato firmado en 2017.
Al igual que pasó con Cruyff y también con Maradona, el problema que tiene Messi es con los directivos y no con el Barça. El rosarino, sin embargo, no es Cruyff ni Maradona. No le interesa ni le conviene participar públicamente en las elecciones después de la dimisión de Bartomeu. Aunque ha acusado al expresidente de ser un mentiroso compulsivo y provocar su desencuentro, el futbolista no se pronunció en los comicios de 2015 cuando Bartomeu derrotó a Laporta. Tampoco piensa interferir en las de 2021.
No se sabe, por otra parte, en qué equipo le gustaría jugar ni qué club está dispuesto a asumir su ficha después de que en junio cumplirá 34 años y quiere llegar en forma al próximo Mundial. A Messi siempre le gustó dejarse llevar por el juego, por sus sensaciones, por los momentos, y ahora se da seis meses más de plazo en el Barcelona. No parece actuar a la fuerza ni con rencor después de ser retenido contra su voluntad tras el 2-8 de Lisboa contra el Bayern Múnich.
Ahora se trata de encontrar un punto de estabilidad en la cancha después de la convulsión que vive el club desde la destitución de Valverde. Los aspirantes a la presidencia deberán andar con cuidado con sus declaraciones porque Messi ha decidido ser neutral y, por tanto, pide que no se utilice su nombre, cansado por otra parte de las intromisiones incluso de la junta gestora que sustituyó a Bartomeu.
El riesgo es que Messi se canse, harto de ser el problema de todo en el club, como afirmó en su día, antes de proclamar que se siente con fuerzas e ilusionado por volver a luchar por la victoria con la generación que abanderan Pedri y Ansu Fati. El reto es homérico: Messi se quedará si el Barcelona consigue ganar, a pesar de que sus medios son más precarios que nunca en el Camp Nou.