La emotiva carta de Didier Drogba para Maradona
Tras la muerte del Diez, el ex delantero de Costa de Marfil le escribió unas palabras a quien supo ser su ídolo.
Cuando era chico, el ex Chelsea contó que le gustaba que lo llamen “Diego” cuando jugaba al fútbol con sus amigos y que su primera camiseta fue la de la Selección Argentina: “fue mi segunda piel mucho tiempo; la llevo como un gran tesoro”.
Además, en la carta, Drogba contó cómo le fue esquiva la posibilidad de conocer en persona a su ídolo hasta 2018, cuando en el Mundial de Rusia compartió unos pocos segundos con él. “Siempre recordaré que me besaste y dijiste: ‘¡Drogba, bomba!’ No sé si te diste cuenta, pero ya no tocaba el suelo. Y me tomó un tiempo volver a bajar. Fue un poco como mi Balón de Oro”, remarcó.
“Ahora tendremos que aprender a amar el fútbol sin ti. Es como seguir amando la vida después de que un ser querido se ha ido”, escribió el marfileño antes de concluir el texto que tuvo una gran repercusión en las redes sociales.
LA CARTA COMPLETA DE DROGBA
Siempre quise ser Maradona:
El día que dejé mi carrera como jugador, fue como si mi sueño de la infancia hubiera terminado. Esa ‘pequeña muerte’ había sido difícil de vivir, porque de repente nos encontramos un poco desnudos, sin horizonte, sin meta que alcanzar, sin sueño que superar.
Ahora, con tu desaparición, es mucho más que el sueño de un niño que se desvanece: es el fin de ‘mi’ fútbol. Es el fin de la idea que siempre he tenido y de la que tú eras a la vez símbolo, modelo y portavoz. Un fútbol lleno de vida, atrevimiento, picardía y libertad.
Nací en el fútbol contigo. Tu Copa del Mundo en 1986 me la sé a la perfección. Terminé dañando el VHS de tus jugadas, por verlo cientos de veces. La primera camiseta que tuve fue la de Argentina, me la trajo mi tío de un torneo en Sudamérica.
En la cancha, le decía a mis amigos que me llamasen ‘Diego’. Esa camiseta de Argentina fue mi segunda piel mucho tiempo; la llevo como un gran tesoro. Tú dabas la impresión de que siempre fuiste un niño en la cancha, que imponía su ley entre adultos. Y que nunca creció. Cuando perdiste la final de Italia 1990, lloré contigo. Estaba desconsolado por verte triste, después de toda la felicidad y alegría que nos dabas. Para mí, era injusto.
Cuando clasificamos al Mundial con Costa de Marfil en 2005, me puse a llorar y pensé en ti. Finalmente, lograría, como tú, mi ídolo, disputar un Mundial. Se me vinieron los recuerdos de niño, con mi camiseta argentina. Lo curioso es que mi primer partido del Mundial fue contra Argentina. Y eso que incluso marqué. En esta ocasión te vi de lejos pero no me había atrevido a acercarme.
Soy tímido aunque no siempre se nota. De repente, yo, el capitán de la selección marfileña y jugador del Chelsea, me sentí como un niño muy pequeño delante de ‘mi Dios’.
En 2008, casi me encontré contigo, ¡pero elegiste el período de la Copa Africana de Naciones para venir a visitar a los Blues! Cuando supe que habías podido conocer a todos mis compañeros de equipo mientras yo estaba en Ghana, ¡estaba loco!
Finalmente, pude encontrarme con vos en 2018, con motivo del Mundial. No tengo miedo de decir que fue el mejor día de mi carrera. Siempre recordaré que me besaste y dijiste: ‘¡Drogba, bomba!’ No sé si te diste cuenta, pero ya no tocaba el suelo. Y me tomó un tiempo volver a bajar. Fue un poco como mi Balón de Oro.
En los últimos años, pensé que podía adivinar la tristeza y el arrepentimiento en tu mirada a menudo perdida. Es una locura porque solo hablé contigo durante diez segundos y todavía tengo la impresión de que te conozco tan bien. Ahora tendremos que aprender a amar el fútbol sin ti. Es como seguir amando la vida después de que un ser querido se ha ido. Evidentemente, es posible, pero llevará tiempo. Adiós Diego, te quise mucho.