El reinado sin fin

Hamilton arrasó en 2020, pero la temporada dio para mucho más. Año sólido de Sainz, brillaron Checo, Ricciardo y Leclerc y faltó Ferrari. Alonso ya llega.

Jesús Balseiro
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Sería un error resumir la temporada 2020 de la Fórmula 1 con el séptimo título de Lewis Hamilton. El de los récords, el que le equipara, al menos estadísticamente, con Michael Schumacher. Fue un Mundial de Estado de Alarma, con decenas de grandes premios cancelados, solventado con precisión quirúrgica por la FIA y Liberty Media para completar 17 carreras en dos continentes y salvar fronteras que, de no ser por el deporte profesional, hubieran estado cerradas para todos. La cincuentena de test PCR que tuvo que superar cualquier vecino del paddock fue un mal necesario. El leve peaje que hubo que pagar para volver a disfrutar de las carreras.

Y ya de vuelta, en las carreras, entonces sí, ganó Hamilton. El inglés de 35 años es el piloto con más victorias de toda la historia del campeonato, en Bahréin paró la cuenta en 98, y suma tantos Mundiales como el que más, siete. Es cierto que no tuvo rivales en el asfalto, porque su Mercedes le alejó de Verstappen, el único de esta parrilla que aúna talento de campeón con un coche competitivo, y Bottas se espantó él solo desplomándose como eterno escudero. Sólo dos victorias este año con semejante mecánica no hablan bien del finlandés, subcampeón.

Entre paseos militares, Hamilton dejó verdaderas exhibiciones de su clase: en Silverstone cruzó la meta con tres ruedas porque uno de sus neumáticos había reventado, pero primero. En Barcelona alcanzó el estado zen al volante y aventajó en medio minuto al resto de los mortales. Volvió a abusar en Spa-Francorchamps, con medio segundo sobre Bottas en clasificación. Y brilló como leyenda en Estambul para remontar y ganar la carrera que le valió el séptimo cielo sobre un asfalto impracticable. Tuvo el mejor coche, fue el mejor piloto. Se puede luchar contra uno de los dos condicionantes, pero cuando en a F1 se dan los dos, sólo queda aplaudir.

Hamilton fue poliédrico. Activista antirracista, forzó un minuto Black lives matter’en las parrillas de todas las carreras. Vivió como un ermitaño, obsesionado con los gérmenes, en un motorhome que desplazó a los circuitos europeos, limitando sus contactos a su fisioterapeuta y mánager. Pero hizo escala en Dubái antes de viajar a Bahréin y se contagió. En Sakhir le sustituyó Russell, que por un error del equipo no ganó la carrera. En Abu Dhabi, aunque Lewis volvió al Mercedes, le reemplazó moralmente Verstappen, gran dominador con el Red Bull. Si fue un síntoma de por dónde irán los tiros en 2021, o los últimos coletazos de la enfermedad sobre un campeón convaleciente, se sabrá mejor en el próximo GP de Australia. Aunque la pandemia tendrá que remitir para evitar otra campaña de cancelaciones y soluciones de urgencia.

El año de Carlos Sainz: piloto grande, coche grande

Carlos Sainz (Madrid, 26 años) salvó una temporada de infortunios. Los recurrentes problemas de McLaren en los pit stop, un reventón en Silverstone, avería antes de empezar en Spa, una montonera en Mugello o el accidente en la primera vuelta de Sochi, que es el único fallo que se puede achacar al piloto, mermaron sus números en 2020. Cinco ceros que pesaron como cinco losas mientras Lando Norris coleccionaba un podio y resultados de ‘mejor del resto’. Nada duele más en el Gran Circo que los metros que se pierden contra el compañero.

A pesar de las circunstancias, Sainz se rehízo. Primero en Monza, quizás su mejor fin de semana desde que es piloto de Fórmula 1. Clasificó tercero al McLaren, adelantó a Bottas y peleó, segundo, detrás del Mercedes de Hamilton. Cuando su equipo y la afición española hubieran soñado con un domingo de carreras aburrido, se desató la tormenta: averías, coche de seguridad, bandera roja y un nuevo escenario con el madrileño detrás de Gasly, Stroll y Raikkonen. Pasó al finlandés y al canadiense, pero la persecución sobre el francés fue insuficiente. Logró su segundo podio en el campeonato, pero supo a plata. Y la plata es amarga.

En el sprint final del calendario, Sainz recuperó la regularidad que tanto echó de menos en los meses anteriores. Fue el cuarto que más puntos sumó entre los grandes premios de Eifel y Abu Dhabi. Acabó el año sexto, como en 2019, con más puntos, aunque entonces era el primer piloto sin un coche dominante, mientras que en 2020 se le colaron Pérez y Ricciardo.

Un curso extraño, porque desde la primera carrera supo que su futuro estaba fuera de McLaren: fue anunciado por Ferrari como sustituto de Vettel el 15 de mayo. Llegará con 118 grandes premios, dos podios y la experiencia coleccionada en Toro Rosso, Renault y Woking. Se subirá a un cavallino trompante, difícil de domar, en un entorno de presión máxima para Maranello. Pero el paddock coincide: el piloto ya es un grande, porque consigue siempre el mejor resultado posible los domingos. Y Ferrari es un equipo grande, el único capaz de recuperarse de tal crisis en un invierno. Ahora Sainz debe demostrar si luchará por un Mundial. Es, muy probablemente, la etapa que definirá su carrera como piloto de Fórmula 1.

Los que suben: tres luchadores

El crecimiento de Sergio Pérez se explica mejor por el final: será piloto de Red Bull en 2021. El mexicano se sobrepuso al COVID-19, que le apartó de las dos carreras en Silverstone, y al chovinismo de la familia Stroll, que le despidió de Racing Point aun teniendo contrato para fichar a Vettel, libre en el mercado. Pero Checo resistió en un entorno hostil, subió al podio en Turquía y logró una impresionante victoria en Sakhir que le catapultó al coche grande. Si todo va bien, puede ser un fijo del top-3 e incluso importunar a Verstappen.

Además, en 2020 brillaron especialmente otros dos pilotos: Ricciardo devolvió el champán a Renault con dos podios y una temporada de lucha infatigable. Listón alto para la llegada de su relevo, un bicampeón. Y Leclerc se defendió con todas las herramientas que tuvo a su alcance al volante de un Ferrari pobre. Logró dos podios el monegasco y algunos momentos estelares, como cuando se plantó tercero en Mugello, el GP 1.000 de la Scuderia, con una salida de genio. Sube su cotización, aunque el año que viene se comparará con Sainz.

Los que bajan: Ferrari y el peor Bottas

Ferrari pagó por sus pecados, que debieron ser graves cuando han propiciado su peor temporada desde 1980. Su increíble motor de 2019 fue remendado tras un acuerdo con la FIA que resolvía las investigaciones previas. Como resultado, surgió el peor propulsor de la parrilla. Apenas tres podios para levantar los ánimos de la fábrica con un Vettel irreconocible y un Leclerc por encima del coche, aunque eso no esconde sus errores puntuales en algunas salidas.

En clave de título, Bottas fue la decepción porque se descolgó demasiado pronto y nunca plantó cara a Hamilton. Errático, con pasadas de frenadas, y manso en las salidas. Rosberg ganó al inglés cuando le sacó de quicio, pero este vikingo es un juguete para Lewis. Y también así se explican sus increíbles récords: Senna tuvo a Prost enfrente en los tiempos del McLaren Honda campeón y eso generó una rivalidad legendaria. Hamilton está demasiado solo.

Fernando Alonso, en el test de Abu Dhabi.

El futuro: un chaval asturiano que promete

El curso, oficialmente, terminó con los test de jóvenes en Abu Dhabi. Allí se coló, con polémica y recelos del resto, un chaval asturiano de 39 años que promete: Fernando Alonso fue el más rápido con el Renault RS20 por delante de los probadores de Mercedes. El bicampeón ha seguido un exhaustivo programa de entrenamientos gracias a la entrega del fabricante francés: un filming day para retomar el contacto, 2.000 kilómetros entre Sakhir y Yas Marina con un RS18 más la jornada final. Todo para compensar la próxima pretemporada, con tres días de test a repartir.

Regresará con Alpine Renault, que aspira a ser el cuarto coche y mantener la progresión ascendente que llevó a Ricciardo y Ocon a los podios. Firmó dos años, 2021 y 2022, y la prioridad es contar con un monoplaza digno de victorias en la segunda campaña, con nuevas reglas que pueden agitar la parrilla. Pero ya el año que viene promete emociones fuertes: Sainz y Leclerc en Ferrari, Vettel en Aston Martin, Alonso de vuelta, Checo y Verstappen en Red Bull. Si Hamilton y Mercedes no lo revientan con otro coche imbatible.

El monoplaza del piloto francés se ha incendiado tras un fuerte impacto en la curva tres del Gran Premio de Bahréin. Romain Grosjean salió por su propio pie del monoplaza. El accidente llegó tras un cambio de dirección del piloto de Haas, en el que se ha tocado con el Alpha Tauri de Kvyat.

Aquella fue la última carrera del francés en la F1, no pudo regresar al final de temporada. Y aunque se habla de milagro, la ciencia y las tecnologías pusieron mucho de su parte para que sobreviviera, prácticamente ileso, a un accidente que habría sido mortal hace diez o veinte años: el Halo protegió su cabeza al incrustarse frente a la valla y, al evitar un impacto mayor, le mantuvo consciente; la ropa ignífuga le protegió entre las llamas y los comisarios, bomberos o equipos médicos de la FIA le asistieron tan pronto como fue posible. Un éxito para todos.

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