El Barça culmina su 'annus horribilis'
Los de Koeman sumaron otro pinchazo y Dembélé, que volvió a jugar, rescató un punto después de que Kike García adelantara al Eibar, tras un error grosero en defensa.
Ya de entrada, la puesta en escena del Barça vino a demostrar que de un tiempo a esta parte, la felicidad de los seguidores blaugrana es directamente proporcional al tiempo que pasa entre partido y partido de su equipo. Especialmente, después de una actuación esperanzadora como la que se vio antes de Navidad en Valladolid. En casos así, lo mejor no es jugar enseguida, lo preferible es paladear uno de los pocos momentos de satisfacción que ofrece un equipo que sigue ofreciendo una inconsistencia alarmante. Tras una buena actuación, lo único que desea el seguidor del Barça es que el siguiente partido, que será infaliblemente el de la decepción, llegue cuanto más tarde mejor.
Así que después de unos días de tranquilidad provocada por el hecho de que el Barça no pudo estropear nada porque no jugó, llegó el mazazo de la realidad. El Barça se dio de bruces contra todos sus fantasmas. Messi en la grada, Coutinho y Busquets en el banquillo, Griezmann en el campo y Braithwaite tirando un penalti que podía dar confianza al equipo.
El fallo del penalti convirtió el partido en una tortura para el Barcelona, que no supo como sacarse de encima la presión del Eibar, que de haber tenido más veneno arriba, léase Bryan Gil, podía haberse ido al descanso ganando.
En busca del milagro, Koeman retiró a Pjanic y a un Griezmann grotesco para dar entrada a Coutinho y Trincāo para que al minuto, Dembélé igualara el encuentro a pase de Junior. El Barça dependía de Dembélé exclusivamente. Con eso se lo digo todo y no les digo nada.
El partido acabó de la peor manera: desordenado, con Coutinho retirándose con una lesión y con Trincāo fallando el balón que le podía redimir. Un perfecto resumen del 2020.