D'Alessandro y un adiós de leyenda
Tras 12 años en el Inter de Porto Alegre y una docena de títulos, el Cabezón cerró su ciclo en el Beira Río tras el 2-0 a Palmeiras. A los 39 dijo que quiere seguir jugando, aunque ya tiene listo otro título: el de DT. ¿Posibles destinos? ¿Cómo seguirá su vida?
Olé"Venir acá fue la mejor decisión de mi vida”. Por primera vez en los casi 12 años que lleva jugando en el Inter de Porto Alegre, Andrés D’Alessandro trastabilló solito. No pudo gambetear la emoción y las lágrimas. Ni la boba le sirvió para esquivar ese nudo en la garganta que hace días le viene cortando la respiración. Y al repasar su declaración de despedida se entiende esa sensación...
Desde anoche el Beira Río ya no reirá como antes: su hijo pródigo, ese argentino que llegó en 2008 y que se transformó en un símbolo del club, le puso punto final a su carrerón en el Colorado. A los 39 años, el Cabezón jugó anoche ante Palmeiras su último juego (ingresó a los 41’ del ST) en el club que lo arropó como ídolo. Y no sólo porque fue uno de los pilares de los equipos que ganaron una Libertadores (2010), una Sudamericana (2008), una Recopa (2011), una Suruga Bank (2009) y ocho torneos gaúchos, entre campeonatos y recopas. No. Tal vez el legado de D’Ale se puede magnificar yendo atrás en el tiempo y ubicándose en lo que fue el momento más duro, más crítico de la institución. Porque fue él quien, tras su deseo de volver a Núñez, se arremangó y decidió retornar a tierras gaúchas para poner el lomo y sacarlo del descenso. Y sí, fue él, con la 10 en la espalda, quien a mediados de noviembre de 2017 transformó una promesa en un hecho consumado. Ese día agarró el bombo -literal- y festejó como un hincha más, como lo seguirá siendo a partir de ahora, ya fuera de la cancha.
“La decisión ha sido madurada hace unos meses, y el Inter seguirá siendo tan grande como lo es”. En el comunicado de despedida que él mismo leyó con la voz entrecortada explicó que no se trató de una salida conflictiva sino que fue el cierre de un ciclo, tal y como lo fue: su vínculo finaliza el 31 de diciembre y decidió no renovar. Y si bien el Cabezón transita ya su último tramo de carrera, dejó en claro que continuará jugando aunque “no sé por cuánto tiempo”. Mientras sigue disfrutando en familia de lo que es su vida en Porto Alegre -su lugar en el mundo y donde fue declarado ciudadano de la ciudad en 2015-, el ex River va definiendo su horizonte... El más cercano, el de su último ciclo de jugador: no descarta continuar en el fútbol sudamericano (¿Nacional de Uruguay será una posibilidad?) e incluso la chance de emigrar a Arabia podría estar dentro de las opciones a analizar. Nada que por el momento sea una confirmación como sí lo es su nuevo título: ya se recibió de entrenador, acaso uno de los objetivos que se plantea para continuar ligado a la redonda.
De hecho, si en el Inter siempre tendrá las puertas abiertas es porque escribió los capítulos más gloriosos de esa institución. A punto tal que la propia torcida del conjunto gaúcho lo eligió como el 2° futbolista más importante en la historia por detrás del gran Paulo Roberto Falcao (jugó allí desde 1972 hasta 1980). Un amor que se ganó dentro de la cancha, claro está. Con la docena de títulos y con otras marcas fenomenales como sus ¡95 goles! Además, es el 3° futbolista con más presencias en el Inter (517) y el que más juegos internacionales disputó (68). Entonces, cómo no sucumbir ante la obra de un futbolista argentino que en tierra brasileña se transformó en ídolo, en leyenda.
Fue durante este año complicado, atípico, que D’Ale consiguió la doble ciudadanía y lo celebró como un título: “¡Oficialmente brasileño!”, celebró en las redes cuando concretó ese anhelo. Porque si bien el nacido en La Paternal ama la Argentina y defendió la camiseta de la Selección durante muchos años (campeón olímpico y Sub 20, por caso), también tiene su parte del corazón pintada de verdeamarelo por una simple razón: tanto él como su familia fueron adoptados como propios en el país, más precisamente en Porto Alegre. Y claro, su mujer e hijos tenían que compartir con él, en cancha, este nuevo paso en su carrera y su vida. Por eso el club le otorgó un permiso especial para que -en medio de la pandemia- pudieran estar anoche y disfrutar con él el homenaje que le llegó después: saludos, aplausos y videos recordando toda su carrera, post triunfo 2-0 ante Palmeiras. Fue, en definitiva, el cierre de un ciclo ilustre. La historia de un ídolo.