Un Boca amargo volvió a caer en la Bombonera

Con el fin de priorizar la Libertadores, Russo paró un equipo muletto que no tuvo un buen partido y cayó 2-1 ante Lanús. Orsini hizo los dos del Grana y descontó Wanchope. El Xeneize apuró en el final pero no le alcanzó.

Olé

No es la copa que le dieron tres horas antes, por más coqueta y reluciente que sea, recibida 258 días después de haberla ganado, rozando lo increíble y ridículo, en la coronación que quedará para siempre como la más larga de la historia. No es tampoco la copa que está en juego en este fútbol argentino sin descensos ni castigos por no presentarse a jugar un partido. La copa que está en la cabeza de todo Boca es la volverá a jugar el miércoles en Porto Alegre. No hay otra. Es la Copa Libertadores. Y se hizo evidente en la derrota 2-1 contra Lanús, en la que regaló un tiempo, cuando reaccionó ya era tarde y así sumó la segunda caída en el año. Y una detrás de otra.


Las enormes diferencias que se vieron entre uno y otro equipo hace algunas semanas en el Sur no se notaron en el inicio del partido de vuelta en la Bombonera, donde todo fue más parejo, trabado, discutido, peleado. Posiblemente, a tono con el objetivo principal, porque Miguel Russo eligió mandar a la cancha una formación muy alternativa con apenas cuatro titulares. Boca tuvo la intención de controlar la pelota y jugar, pero le costó muchísimo encontrar un buen funcionamiento colectivo, mientras que Lanús salió de anular a las individualidades del rival, aprovechar alguna salida rápida por las bandas y encontrar a alguno de sus nueves.

Así, en el primer tiempo, Villa no encontró espacio para volar y Maroni no encontró socios, Ábila volvió a demorar sus definiciones, Zárate intentó alguna del jugador talentoso que es pero no le salió ninguna, a Mas lo volvieron loco y Zambrano pagó en consecuencia.

La fórmula granate sí dio resultado, después de varios intentos, cuando a los 27 minutos De la Vega la chanfleó desde la derecha, Orsini le ganó a Zambrano y la punteó en el primer palo para descolocar al imbatible Andrada. Y la fórmula De la Vega-Orsini volvió a dar resultado a los 44, otra vez con el zaguero peruano en la foto del gol, aunque más desorientado que en el primero.

A Boca le costó reaccionar al primer gol. No pudo elaborar una jugada. No por nada, para el segundo tiempo, Russo sacó al Pulpo González y Maroni y mandó a la cancha al probable mediocampo que saldrá a jugar frente al Inter en Brasil, con Villa, Campuzano, Capaldo y Cardona. A testearlo. Y fue otra cosa desde el primer minuto, por la dinámica que le dio el juvenil y el juego que aportó el 10 que lleva la 8, lo que incrementó la participación de la dupla de ataque, aunque el gol no salió fácil, entre que el árbitro se comió un penal a los 8, Ábila recién acertó a los 41 y el arquero Morales sacó un cabezazo a quemarropa de Licha López a los 48.

La derrota no sólo dejó a Boca más apretado en la tabla del grupo 4, también en función de la verdadera copa marcó una clara diferencia entre los titulares y los suplentes, entre los que Russo elige habitualmente para el 11 y los que suele dejar afuera. Y ni hablar que dejó a la vista en dónde están las cabezas xeneizes...

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