River venció a Godoy Cruz en Mendoza

Gracias al gol del juvenil Federico Girotti, quien ingresó y mojó por primera vez, River se llevó un triunfo trabajado de Mendoza. Luego Bologna cuidó la cosecha al taparle un penal a Badaloni y así se consumó el 1-0 ante Godoy Cruz. Vale un brindis...

Olé

Podría decirse, según el nutrido glosario gallardista, que River fue un poco más reconocible respecto de las versiones que venía ofreciendo en la Copa de la Liga Profesional. Que el espejo, en Mendoza, tierra fértil de victorias para el Muñeco, reflejó una imagen un poco más parecida a la que el deté pretende de su equipo. No fue regular en el tiempo su nivel, tampoco confiable del todo: el reacondicionamiento forzado producto de las bajas entre los citados, la lesión de Nacho Fernández y el positivo de Covid-19 de Borré, alcanzó momentos de conectividad MG, no sin algunas falencias que pudieron derivar en goles. La palomita de Girotti, el 1-0 después de un centro de un exponencial Suárez -flojo primer tiempo, lúcido segundo período- sirvieron, acaso, acabaron siendo un highlight positivo en un contexto en el que River debía, primero, sacar adelante el partido y, en todo caso, funcionar de manera ideal como segundo objetivo.


Gallardo modificó, está claro, su plan durante el partido. En el primero era Enzo Pérez el tapón y Ponzio, el hombre suelto para pasar (tuvo buenas descargas, también desbordes) pero también para presionar la salida de Godoy Cruz. Julián y Ferreira estaban encargados de ser cerebros por dentro y Suárez y Pratto debían alternar para generar espacios en el área. Hubo combinaciones exactas, como la que derivó en la jugada de la lesión de Herrera (Julián profundizó, el Oso definió y el zaguero la salvó antes de salir herido). También un movimiento de pelota interesante con Cristian F. como protagonista, que incluyó la intuición de Julián y un muy buen centro de Angileri que no llegó a aprovechar MS7. Hasta Pratto, suelto por la derecha, remató al primer palo y exigió a Ibáñez.

Pero también se vieron momentos de un River más emparentado con el juego con Banfield o contra Central. Sosa, sólido de arriba -en plena fajina terminó cortado en una ceja-, falló en las salidas de fondo con los pies, su especialidad: una de ellas la desactivaron entre Pinola y Angileri. También en ese rubro se lo vio incómodo a Enzo Pérez: una salida mal confeccionada fue pellizcada por Bullaude y Lomónaco, a posteriori, terminó rematando al gol, aunque Bologna desvió con gran reacción. Y, en ataque, lo que por momentos no funcionó fue el movimiento explosivo para quedar de cara al gol, algo que recién se solucionó con Carrascal y con un cambio interno: Ponzio atrás, Enzo arriba.

Con ese enroque, aunque Casco -por ejemplo- no logró profundizar como se esperaba, sí lo hizo mejor Angileri, mucho más seguro, incluso animándose al remate y verticalizando pases como el que habilitó a Suárez en la previa del gol de Girotti. Edificó Gallardo, a partir de ese retoque, un equipo que se asemejó más a su idea. Que arrinconó a Godoy Cruz, maniatándolo hasta los 35’, cuando volvió a insinuar. Bologna aguantó, pues, en un penal que asustó. Y River, a fin de cuentas, festejó. Y volvió, incluso en un contexto bravísimo, a ser de a ratos el que Gallardo quiere.

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