Republicanos y demócratas ya preparan la inédita ceremonia de asunción del presidente: será diferente a cualquier otra en la historia

Se conformó el comité de organización del evento con una tarea única: lograr un espectáculo masivo y seguro en tiempos de COVID-19

La fecha, 20 de enero, será prácticamente lo único que se mantenga igual que en años anteriores. En plena pandemia por el coronavirus, atravesando un invierno que promete no ser fácil en términos médicos para este país, la inauguración sin dudas va a ser diferente.

Quienes decidirán cómo se llevará a cabo este acto histórico son los miembros del Comité Congresal Conjunto de las Ceremonias Inaugurales (JCCIC por sus siglas en inglés). El presidente de dicho comité es el senador republicano Roy Blunt, quien ya se ha reunido con la presidente de la cámara de representantes, la demócrata Nancy Pelosi, el congresista demócrata Steny Hoyer, el congresista republicano Kevin McCarthy, el senador republicano Mitch McConnell y la senadora demócrata Amy Klobuchar, para empezar a discutir los pormenores de la ceremonia.

La reunión no representa la aceptación de la derrota por parte de los legisladores del partido gobernante, ya que se realizaría de todas maneras, cualquiera sea el ganador.

El podio desde el que habló Trump al jurar en 2017 (AFP)
El podio desde el que habló Trump al jurar en 2017 (AFP)

Dadas las circunstancias extraordinarias, el comité invitó a María Lohmeyer, ex colaboradora de John Boehner y responsable de la ceremonia de inauguración en 2016, quien les presentó distintos escenarios posibles.

El tradicional evento con un escenario gigante, desde el que el presidente entrante pronuncia su primer discurso ante miles de personas paradas en los parques aledaños al Congreso de la nación, junto a un centenar de invitados VIP que tienen asientos asignados, no ocurrirá. El riesgo de transmisión del virus en un evento masivo de este tipo es muy alto.

Como mínimo se espera que se exija el uso de máscaras a todos los presentes. Definitivamente se limitará el número de invitados, así como el número de personas que se acerquen del público –o al menos se les exigirá mantener distancia social-. Como última medida contemplada, se le podría pedir a todo aquel que acceda al escenario principal que entregue un examen negativo de COVID 19 para poder pasar.

Barack Obama y Joe Biden, entonces presidente y vicepresidente salientes, en la ceremonia de inauguración de Trump (REUTERS/Kevin Lamarque/Foto de archivo)
Barack Obama y Joe Biden, entonces presidente y vicepresidente salientes, en la ceremonia de inauguración de Trump (REUTERS/Kevin Lamarque/Foto de archivo)

También está en dudas el posterior tradicional almuerzo presidencial. Usualmente se lleva a cabo en el salón estatuario del congreso. Es probable que se mude a la sala de emancipación en el centro de visitantes del congreso, ya que es mucho más amplio. Para mantener el mismo número de invitados y que puedan tener distancia social es necesario un lugar más grande.

Fines de enero en la ciudad de Washington suele ser un momento difícil debido a las bajísimas temperaturas. En circunstancias normales, muchos estadounidenses a los que les gustaría ser testigos de este evento histórico se contienen de ir por el frío. Si a eso se le suma la pandemia, la lógica indicaría que no son muchos los tentados a asistir.

Así juró como presidente de los Estados Unidos Donald Trump (AFP)
Así juró como presidente de los Estados Unidos Donald Trump (AFP)

Pero como no siempre la lógica es la que impera, parece ser que son miles los interesados en asistir a la inauguración presidencial. La asociación de hoteles de Washington DC ha confirmado que los hoteles en los alrededores del congreso ya se encuentran reservados al máximo de su capacidad para el 20 de enero.

Las cadenas St Regis y Four Seasons (que tiene cuatro hoteles en el centro del distrito), confirmaron no tener más disponibilidad de habitaciones. Para la cadena Hyatt, el primer hotel con disponibilidad para el 20 de enero, se encuentra por fuera de los límites de la ciudad. Como dato de color, una habitación de hotel para esa fecha en Washington rondaba entre los 700 y los 1.500 dólares, muy por encima del costo de cualquier otro día.

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