Munir recuerda a Europa que el Sevilla nunca se rinde
Rakitic, con un golazo, adelantó al Sevilla, que sufrió después del empate de Wanderson para el Krasnodar. El delantero hispanomarroquí selló el pase a octavos en el 95'.
El gol había llegado tras una internada de Ocampos por la derecha, banda en la que estaban todas las dudas del Sevilla por la ausencia de Jesús Navas. Y Lopetegui tiró por la calle del medio a la hora de resolver el problema. Ni Koundé de lateral ni Ocampos de carrilero, sino las dos opciones, la de jugar como de costumbre o con tres centrales, según lo fuese requiriendo el juego. El plan no pudo funcionarle mejor a Lopetegui, puesto que los jugadores del Krasnodar perseguían sombras y sólo se acerdaban al área de Vaclik cuando los sevillistas cometían alguna pérdida absurda en zonas comprometidas.
Y esos son los problemas que un entrenador debe arreglar. Incluso el de quedarse sin lateral izquierdo por la lesión de Escudero y tener que improvisar con Rekik. Lopetegui quemó las naves, metió velocidad con Idrissi y En Nesyri y dio el mano a Óliver. Aceptó el intercambio de golpes sabedor de la calidad de los suyos y de la grandeza del Sevilla. Y Munir le dio la razón. A octavos de la Champions por la vía rápida. A otra cosa.