Más de 130 oficiales del Servicio Secreto de EEUU tienen coronavirus o están en cuarentena preventiva
La Casa Blanca atraviesa un nuevo brote de casos de COVID-19 que ha apartado a aproximadamente el 10% de los miembros de la agencia encargada de velar por la seguridad del presidente y sus círculos cercanos
Se cree que la propagación de la enfermedad está parcialmente relacionada con una serie de mítines de campaña que el presidente Trump realizó en las semanas previas a las elecciones del 3 de noviembre, según las tres personas, quienes hablaron bajo condición de anonimato para describir la situación.
El brote se produce cuando los casos de coronavirus han aumentado rápidamente en todo el país. Más de 152.000 nuevos casos fueron reportados el jueves pasado.
El virus está teniendo un impacto dramático en la unidad de seguridad presidencial del Servicio Secreto al mismo tiempo que un número creciente de aliados prominentes de la campaña de Trump y funcionarios de la Casa Blanca se han enfermado a raíz de los eventos de la campaña, donde muchos asistentes no usaron mascarillas.
Entre los infectados se encuentran el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, y los asesores políticos externos Corey Lewandowski y David Bossie.
Además, al menos ocho miembros del personal del Comité Nacional Republicano, incluido el Jefe de Gabinete Richard Walters, tienen el virus, según funcionarios de la organización. Algunos de los infectados se encuentran en oficinas de campo en todo el país, incluida Pensilvania, donde algunos creen que estuvieron expuestos en grandes reuniones de personal, dijo un funcionario.
El portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere, afirmó que la administración se toma “todos los casos en serio”. Trasladó las preguntas sobre el brote del Servicio Secreto a los funcionarios de la agencia. Una portavoz del Servicio Secreto se negó a comentar.
Trump realizó una gran cantidad de viajes en el tramo final de la campaña, haciendo cinco paradas de campaña en cada uno de los últimos dos días. El 2 de noviembre, el calendario de campaña de Trump requirió que cinco grupos separados de oficiales del Servicio Secreto -cada uno compuesto por una cantidad de agentes que va a desde 20 a varias docenas- viajaran a Fayetteville, Carolina del Norte; Scranton, Pennsylvania; Traverse City, Michigan; y Kenosha y Grand Rapids en Wisconsin para proteger a los espectadores y asegurar el perímetro alrededor de los eventos del presidente. El presidente electo Joe Biden hizo dos paradas de campaña ese día que también requirieron protección del Servicio Secreto, pero en menor número.
La agencia también está examinando si parte de las infecciones actuales no están relacionadas con los viajes, dijo un funcionario del gobierno, sino al sitio donde muchos oficiales del Servicio Secreto realizan sus tareas diarias: la Casa Blanca.
El personal de la Casa Blanca evita en gran medida usar mascarillas a pesar de las pautas de salud pública que para contener la propagación del virus, y algunos oficiales del Servicio Secreto de servicio en el complejo también han sido vistos sin ellas.
El Servicio Secreto emplea aproximadamente a 1.300 oficiales en su División Uniformada para vigilar la Casa Blanca y la residencia del vicepresidente. Los oficiales también son la columna vertebral de la seguridad para los viajes presidenciales fuera de la ciudad y otros eventos oficiales.
A principios de esta semana, los supervisores de la agencia informaron a otros miembros del personal sobre la gran cantidad de agentes que contrajeron el virus y dijeron que se han ampliado las pruebas para ayudar a limitar la propagación, según personas familiarizadas con la situación.
La cantidad de oficiales que han sido retirados del servicio crea una situación de estrés importante en un equipo que ya está sobrecargado de trabajo y obligará a muchos oficiales a renunciar a días libres y trabajar más horas para compensar a los compañeros de trabajo ausentes. Un panel de cinta azul (grupo de personas designadas para investigar, estudiar o analizar una cuestión particular) indicó que el exceso de trabajo entre miembros de este personal fue un factor clave que contribuyó a las brechas de seguridad en la Casa Blanca.
“Tener más de 100 oficiales de baja es muy problemático”, dijo un ex supervisor del Servicio Secreto. “Eso no es un buen augurio para la seguridad de la Casa Blanca”.
No es la primera vez que el Servicio Secreto se ha visto muy afectado por las decisiones de Trump y el vicepresidente Pence de viajar durante la pandemia. Este verano, docenas de agentes del Servicio Secreto se enfermaron o fueron marginados y obligados a ponerse en cuarentena a raíz del mitín masivo llevado a cabo por el presidente en un estadio cubierto en Tulsa en junio y el posterior viaje del vicepresidente a Arizona.
En ese momento, la portavoz del Servicio Secreto, Catherine Milhoan, dijo a The Washington Post que la agencia “continúa evaluando metódicamente los requisitos únicos necesarios para operar en el entorno de la pandemia en curso”.
Pero muchas de las propias decisiones de Trump ponen a su equipo de protección en mayor riesgo. Específicamente, su decisión de viajar fuera del estado y realizar grandes eventos públicos. Los agentes del Servicio Secreto y los profesionales médicos se sorprendieron a principios del mes pasado cuando Trump, que entonces estaba siendo tratado en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed por el coronavirus, insistió en dar un paseo fuera del hospital para saludar a sus partidarios desde el interior de un vehículo utilitario deportivo del gobierno. Llevaba una mascarilla de tela, pero muchos temían que estuviera poniendo en peligro innecesariamente a los agentes del Servicio Secreto dentro del vehículo.
Deere defendió la decisión en ese momento y dijo a los periodistas que “se tomaron las precauciones adecuadas en la ejecución de este movimiento para proteger al presidente y a todos los que lo apoyan”. Afirmó que las precauciones incluían equipo de protección personal, sin dar más detalles, y añadió que todo “fue autorizado por el equipo médico y calificado como seguro”.
Si bien muchas personas en la órbita de Trump han contraído el virus este año, el brote más reciente en la Casa Blanca ha sido particularmente extenso. Muchos de los que ahora están enfermos asistieron a una fiesta de campaña la semana pasada en el East Room, o estuvieron expuestos a alguien que lo hizo.
Meadows era uno de los que estaban en el East Room de la Casa Blanca cuando Trump habló alrededor de las 3 a.m. del miércoles ante unos 150 de sus principales ayudantes, donantes y aliados, así como miembros de su familia. Durante ese evento, Meadows trabajó extensamente en la sala, sin mascarilla, hablando con docenas de personas.
Más de una docena de asistentes de la Casa Blanca dieron positivo de coronavirus la semana pasada, incluida una variedad de asistentes y secretarios de bajo nivel, informaron las autoridades. Algunas de las oficinas que se han visto afectadas son asuntos políticos, asuntos legislativos y comunicaciones.
El diagnóstico positivo de Meadows se reveló la semana pasada, junto con el hecho de que había instado al personal a no revelarlo. No se espera que el jefe de gabinete regrese a la oficina hasta la próxima semana, expresó una persona cercana a él.
Las personas presentes en la fiesta de campaña del miércoles por la noche en el East Room que estaban cerca de Meadows, Lewandowski y otros miembros del personal ahora enfermos dicen que la Casa Blanca no se ha puesto en contacto con ellos.
Varios empleados dijeron que estaban nerviosos por ir a trabajar porque ha habido un brote de este tipo. “Estoy tratando de trabajar desde casa”, manifestó un alto funcionario de la administración el miércoles por la tarde. “No es realmente seguro estar ahí ahora mismo”.
Varios ayudantes dijeron que estaban frustrados por la falta de transparencia de sus superiores, particularmente de Meadows, y que no notificaron a más personas sobre los diagnósticos.