El Granada, obligado a jugar con solo 7
jugadores del primer equipo, pierde contra el líder Real en Anoeta.
Acabó con alineación indebida por tener sólo 4 jugadores profesionales
al final.
Es
cierto que ha ocurrido algo que está firmado, aceptado por todos,
dentro del protocolo del coronavirus que se aprobó antes del comienzo de
la competición; pero luego estás sensibilidad de la compleja situación
por la que pasa la sociedad, para que el Comité de Competición hubiera
accedido al aplazamiento de los granadinos. Se lo denegaron
alegando que tenía suficientes efectivos para afrontar el choque, la
Real se limitó a acatar lo que dictaron los organismos, y el partido se
jugó dentro de una extraña normalidad, una especie de metáfora de la
normalidad anormal que rodea nuestras vidas. Con el Granada muy tocado,
con solo siete jugadores del primer equipo y chavales del filial,
algunos de los cuales ni habían debutado aún con el primer equipo, y sin
porteros profesionales, tuvo que estrenarse el juvenil Ángel Jimenez. Y
con la Real, injustamente en el ojo del huracán, porque muchos le
achacan que no debió jugar, negarse o tirar el partido por la borda, por
solidaridad con el Granada.
Lo que la Real hizo fue respetar al Granada. Lo hizo antes,
solidarizándose con su situación y no echando más leña al árbol caído. Y
lo hizo durante el partido, honrando la competición al jugar con
dignidad, con profesionalidad, pero tampoco haciendo sangre. No sabemos
en qué grado utilizó uno u otro argumento, pero lo cierto es que tampoco
hizo su mejor partido. Es más, puede ser el más soso de todos los que
ha jugado y ganado en estas últimas semanas casi perfectas que le llevan
al liderato enceste parón. Pudo empezar perdiendo, incluso. Porque el
Granada se reveló contra todo lo sufrido en las últimas horas y se
adelantó en el marcador. Pero Del Cerro Grande anuló el gol por
falta en el salto. Y después pitó penalti a favor de la Real. Oyarzabal
volvió a ser infalible. Y Monreal amplió la diferencia antes del
descanso. La Real ya era dueña del partido. Pero no apabullaba al
Granada, como en otras jornadas hizo con otros rivales.
Hay que destacar también el gran nivel ofrecido por el Granada en
circunstancias muy especiales. Sobre todo de su portero, Ángel Jimenez,
que será lo mejor que va a sacar el equipo nazarí de esta situación. El
meta juvenil granadino tuvo una puesta en escena de matrícula de honor.
Paró todo lo que estuvo en su mano y hasta detuvo un penalti. Hay
portero de futuro, con mucho presente. Porque lo que hizo no es nada
fácil. Evitó una goleada escandalosa, que probablemente hubiera elevado
ya el partido a la categoría de vergüenza. Mejor dejarlo así, aunque
esta historia da la sensación de que no ha hecho más que empezar. El
partido va a durar todavía bastantes días. Y no, no se hablará de otra
exhibición de Silva, ni de la parada de Remiro al penalti de Luis
Suárez, ni del liderato de la Real (aunque se eso se debería hablar
largo y tendido)... se va a hablar de todo lo que le ha pasado al
Granada. Hay mucha tela que cortar, porque esto le puede pasar a
cualquier, y por el bien del Fútbol español, lo mejor que pueden hacer
es juntarse y buscarle una solución cuanto antes.