Italia ha vuelto: jugará la Final a Cuatro en casa

Los azzurri batieron sin apuros a Bosnia gracias a un tanto de Belotti y otro de Berardi. Suman 22 partidos sin perder, mejor racha desde 2006.

Mirko Calemme
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Hace justo tres años, el fútbol italiano vivió su noche más triste y se quedó sin el Mundial 2018. Se habló de apocalipsis, pero los azzurri han resucitado de sus cenizas y ahora, con el proyecto de Mancini (aún positivo en covid y sustituido por Evani), ilusionan como no lo hacían desde hace mucho. Ante Bosnia, y a pesar de casi 20 ausentes entre coronavirus y lesiones, los italianos sumaron 22 partidos seguidos sin derrotas (mejor racha desde 2006) y, con un plácido 0-2, se clasificaron a la 'Final Four' de la Liga de Naciones, que jugarán como local, en Milán y en Turín.


Con un rival mermado por el covid (faltaban Dzeko, Sehic y Hodzic), la Azzurra no tardó mucho en tomar las riendas. Belotti, titular en el centro de la delantera, desperdició dos ocasiones para el posible 1-0 (con un remate cruzado y un cabezazo tirándose en plancha, ambos fuera), pero a la tercera llegó la vencida. Insigne, ya autor de una bonita asistencia ante Polonia, repitió con un perfecto centro en busca del punta, que abrió la lata al primer toque. Después del tanto hubo una reacción de los locales, que con un disparo de Prevljak y un cabezazo de Sanicanin tuvieron el empate cerca. Los italianos respondieron con otra bonita jugada de Insigne, que con un gran control se presentó solo ante Piric, pero su típica rosca golpeó la cepa del poste y terminó fuera.

La reanudación tuvo un guión parecido. Bosnia volvió a rozar el 1-1 con Sanicanin, tras un centro de Pjanic, pero luego Italia empezó a subir el ritmo en busca de la sentencia. La encontró, merecidamente, en el 68', con una jugada ‘made in Sassuolo’. Una preciosa vaselina de Locatelli, mediocampista de 22 años que no para de crecer, puso a Berardi solo delante del guardameta rival, al que batió con la zurda. Los de Bajevic, colistas de la liguilla, terminaron el partido con diez por la lesión de Sanicanin, que llegó cuando ya se habían agotado los cambios. Antes del pitido final Bernardeschi golpeó el larguero, pero no hacía falta el 0-3 para que se desatara la fiesta azzurra. La alegría de hoy cancela las lágrimas de 2017: Italia ha vuelto.

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