Inter-Madrid: la UEFA los marcó
En 1984, y tras el paso de Alfredo Di Stéfano por el banquillo blanco con escaso éxito, la directiva blanca, encabezada por Luis de Carlos decidió apostar por otro exjugador y antigua estrella de la Casa Blanca: Amancio Amaro. ‘El Brujo’ había colgado las botas en 1976, tras la eliminación madridista ante el Bayern de Múnich. Comenzó entonces su carrera como técnico. Su gran salto llegó en la campaña 1982-83, con un Castilla en el que comenzaban a sobresalir un grupo de jugadores que se ganaría el respeto del fútbol español con el sobrenombre de ´La Quinta del Buitre’. Quizá esa circunstancia fuese valorada por la directiva blanca: el mejor entrenador o el técnico que mejor conocía sus virtudes, junto con ese grupo de jugadores más veteranos como Santillana, Juanito, Camacho y Miguel Ángel, entre otros, deberían repetir trofeos: en esa década de los 80 los blancos aún no habían ganado la Liga.
Pero Amancio apenas duraría diez meses como entrenador blanco. Fue cesado en abril de 1985 tras caer en Valencia días después de haberlo hecho en Milán ante el Inter, aunque es cierto que el equipo no arrancó de buena manera salvo en contadas excepciones. Esa campaña, los blancos participaban en la Copa de la UEFA. Comenzaron eliminando al Wacker Innsbruck austriaco, el Rijeka del sordomudo Desnica, remontando con una goleada histórica al Anderlecht (perdieron por 3-0 en Bruselas y golearon a los belgas 6-1 en una noche espléndida de Butragueño en el Bernabéu, que logró tres goles). El siguiente en caer fue el Tottenham, y en semifinales, el bombo deparó un emparejamiento con el conjunto interista en semifinales. El partido de la ida es un desastre blanco: los de Amancio fallan de manera notable física y mentalmente y pierden 2-0. La imagen dada y lo que pasaría esa noche en Milán le costaría caro al entrenador gallego. Sin embargo, Juanito dejaría una frase para la posteridad: “Noventa minuto en el Bernabeu son molto longo…”.
Sin embargo, y para apaciguar las aguas, la directiva blanca dejaría transcurrir unos días antes de emprender acciones. Pero una nueva derrota, esta vez ante el Valencia, motivaría el relevo del gallego por Luis Molowny el 15 de abril.
Al día siguiente, el presidente Luis de Carlos se presentaba en la Ciudad Deportiva antes de entrenamiento. Allí, y tras esperar la llegada de todos los jugadores así como la del entrenador. Por la tarde, la junta directiva decidía apartar a Juanito y a Lozano (también se les abrió expediente informativo) así como multar severamente a Valdano y a Butragueño. Preguntado los motivos de tales decisiones, De Carlos fue contundente: “Por lo que sabemos, estos dos jugadores se estaban corriendo una juerga, bien acompañados, en la habitación del hotel en la madrugada siguiente al día del partido en Milán. Fueron sorprendidos por el entrenador, que comunicó el hecho a la junta directiva. Respecto al segundo tema: Valdano y Butragueño se ausentaron del hotel sin permiso hasta altas horas de la madrugada, pero se ha demostrado que, aunque entraron en la habitación de Lozano y Juanito, no estuvieron implicados”. Valdano y Butragueño habían dejado el hotel donde se alojaba la expedición madridista para ir a otro hotel donde estaba Menotti. Allí los vio un amigo de Amancio, que llamó inmediatamente al gallego para informarle. Relevado por Molowny, los blancos remontarían ese resultado con un contundente 3-0
Pero algo más de un mes después de esta noche de marras en Milán, el Madrid levantaba su primera Copa de la UEFA al derrotar al Videoton: le derrotó en tierras húngaras (0-3), aunque luego perdería el partido de vuelta en el Bernabéu (1-0)…
La temporada siguiente, la campaña 1985-86, vería una nueva eliminación interista a cargo del Real Madrid. Tras la marcha de Luis de Carlos, éste convocó elecciones a la presidencia. Sólo se presentaron tres candidatos, pero dos de ellos se retirarían, dejando el libre el camino a Ramón Mendoza, que arrancaría su etapa presidencial fichando a Hugo Sánchez, Gordillo y Maceda. Encargaría a Luis Molowny seguir como entrenador. Dio la baja a un jugador tan carismático como era Uli Stielike. La idea era clara: ganar la Liga (hacía un lustro que no lo lograba), aspirar a la Copa y, si era posible, repetir en la Copa de la UEFA.
El técnico canario logró dos de los tres objetivos: levantó la Liga y repitió en el título europeo. En la Liga apenas tuvo rival, pero en la UEFA tuvo un duro recorrido: eliminó al AEK griego, superó al Chernomorets ruso en una espléndida tarde de Ochotorena. El tercer rival fue el Borussia Mönchengladbach. En una aciaga noche, los blancos caen derrotados por 5-1, pero pierden para el partido de vuelta a Gordillo (expulsado), a Hugo y a Chendo, bajas por acumulación de amonestaciones, y a Maceda, lesionado (comenzaría su largo calvario que le acabaría retirando de los terrenos de juego). Pero el Madrid ya estaba acostumbrado a las hazañas, a los partidos legendarios, a actuaciones sobrehumanas: el 11 de diciembre de 1985, el Bernabéu era un hervidero. Corrían los minutos finales, con el resultado 3-0 a favor de los blancos, cuando Santillana marcaba el último y definitivo cuarto tanto blanco. Los madridistas eliminaban a los germanos y pasaban de ronda. Tocaba el Neuchatel de Stielike, club suizo al que se marchó el alemán tras su periplo por el Madrid, al que también eliminaba. El sorteo en semifinales volvía a ser el Inter de Milán. Y de nuevo hubo triunfo blanco. En San Siro, en medio de un ambiente infernal, los blancos sucumbían por un contundente 3-1. Apenas dos semanas después, los madridistas, en una noche igualaba el marcador antes de que Santillana anotase dos goles en la prórroga que elevarían el marcador a un 5-1 demoledor. Como diría Corso, el entrenador interista: “Llegará un día en el que Santillana se tenga que jubilar…”. Pero antes volvería a ganar la UEFA al superar notablemente al Colonia alemán.: 5-1 en el Bernabéu y derrota 2-0 en Berlín.