Ibra se aparta de los penaltis
Pero Ibra se marchó frustrado. “Ha sido un desastre”, dijo en los vestuarios. En el 66’, con 1-2 en el marcador, mandó un penalti a las nubes. Perdió la batalla psicológica con Silvestri, portero del Verona, que le había recordado sus recurrentes fallos anteriores. Era el cuarto que fallaba en los últimos seis partidos e Ibra ha dicho hasta aquí. Hace pocas fechas el sueco superó el coronavirus, que enfrentó con su habitual sorna. “El coronavirus ha tenido la mala suerte de toparse con Ibra”, decía. Después utilizó esa misma línea irónica para recomendar el uso de las mascarillas. Pero ahora ha demostrado que también tiene debilidades, ha demostrado su humanidad, y ha doblado la rodilla ante los penaltis. Nada más fallar ante Silvestri se dio la vuelta y con el índice derecho se rascaba la cabeza cariacontecido. No entendía lo que le estaba pasando. Afectó a su partido. Ibra insistió, incluso le llegaron a anular un gol, tuvo ocasiones y terminó marcando el 2-2 con rabia a centro de Brahim. Pero no olvidó lo del penalti y se rinde.
“Ha sido un desastre, el próximo lo tirará Kessie”, insistió tras el partido. No quiere oír hablar de penaltis, al menos de momento. Hace unos días, el ariete sueco explicaba que, ante su gran estado de forma y el espectacular comienzo de un Milán líder, su gran misión era liberar de presión a sus compañeros. “La presión y las responsabilidades las cojo yo, yo me ocupo. Me gusta. Mis compañeros deben trabajar, crecer y continuar así. Después hay momentos bonitos y otros difíciles que forman parte de la temporada”, explicaba hace dos semanas en Dazn. Ahora quiere liberarse de la pesadilla que está viviendo desde el punto de penalti. En total, Ibra ha fallado 15 de los 98 penaltis que ha tirado en su carrera. Lo más preocupante es que en su segundo ciclo en el Milán está en un pobre 50 %. Ha marcado cuatro y ha fallado otros cuatro.