Europa levanta al Madrid

Hazard rompió un trienio de sequía. Nacho amordazó a Lukaku y Arturo Vidal perdió los papeles. Rodrygo marcó a los 34 segundos de entrar. Un Madrid de diez en el adiós a Maradona.


Carlos Forjanes
As
Temíamos a Lukaku mientras el Inter le tenía miedo, sin saberlo, al Real Madrid. La historia es un intangible que cuenta cuando pisas Europa y a este dubitativo equipo blanco lo exprime. A falta de fútbol, el escudo. Porque la camiseta del Real Madrid pesa 140 gramos pero en Europa ejerce un efecto extraño, hace que la de sus contrarios pese como el plomo. Le pasó a este Inter que se achicó desde el pitido inicial. En el adiós de Maradona, un Madrid de diez.

Segundos antes de arranque se produjo el saludo entre Conte y Zidane, fratelli bianconeri, pero el marsellés quiso buscarle las cosquillas a su viejo amigo. Como hacía el entrenador Smiley en El Príncipe de Bel-Air, la consigna de juego en vez del mítico “balones a Will” fue “pelotas a Odegaard”. El noruego no estuvo en el encuentro del Di Stéfano y Zidane vio la oportunidad de utilizar esa incertidumbre para modelar el sistema al gusto del chico y sin Casemiro, riesgo extra.
Tan cómodo se sintió Odegaard en el dibujo que enseguida generó un penalti. La sombra de Ramos no es la que proyecta Varane, pero está Nacho, el canterano y yerno perfecto. Hizo la de Ramos de irrumpir inesperadamente en el ataque... en el minuto 5. Odegaard le vio llegar, intercaló el pase entre las lineas interistas y Barella, quizá el más sorprendido de todos, atropelló al central blanco. En ausencia del capitán, Hazard vio el cielo abierto para coger confianza. Agarró el cuero y desde los once metros se quitó de encima una sequía de tres años sin marcar en Champions.

El belga se recompuso pero la película la dirigían otros. Las oleadas las alternaron Modric y Odegaard, maestro jedi el uno y joven padawan el otro, pero fue Lucas Vázquez el que pudo dejar el partido listo de papeles sin haber llegado el cronómetro al minuto 15. Su derechazo violento al poste nerazurro dejó a Handanovic más petrificado que una estatua del Duomo. Hubiera sido la guinda al mejor primer cuarto de hora del Madrid en tiempo.

Arturo Vidal, siempre gallo, Barella y Gagliardini, el guardián de las esencias de Conte en este Inter, no sabían descifrar la propuesta blanca pero a donde no llegó el fútbol madridista, lo hizo el encefalograma plano del chileno. Se rebrincó pidiendo un penalti de Varane y el enfado acabó con Vidal a punto de clavar la cresta en Anthony Taylor. El árbitro inglés no soportó la ofensa y le sacó dos amarillas en cosa de segundos. Vidal es reincidente, porque le pasó con el Bayern en 2017 en el Bernabéu, aunque aquella vez el húngaro Kassai se extralimitó en la segunda cartulina.

Al descanso Conte reaccionó y a entrada de Perisic fue el estimulante que necesitaba el Inter y que hizo recular al Madrid. Lukaku, hasta entonces amordazado por Nacho, empezó a liberarse. Zidane lo corrió con Casemiro en forma de bozal y con Rodrygo como avispa para sustituir a un molido pero ineficiente Mariano. Sólo tardó 34 segundos el brasileño en empalar un centro sedoso de Lucas con el exterior y hundir al Inter.

Aún está por demostrar, parece que sí, que Rodrygo haya nacido para el Madrid. Pero ha nacido para la Champions. Hat-trick al Galatasaray la temporada pasada, otro derechazo. Su expediente empieza a engordar en méritos de manera considerable y parece que adelanta a Vinicius. La pegada manda.

Homenaje blanco a Maradona en San Siro, estadio que conoció bien El Pelusa, hogar de la Undécima y escenario de esta otra final, esta vez ganada en noviembre. Europa siempre levanta al Madrid.


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