El tercer gran golpe del año contra el régimen iraní aleja un posibe acuerdo con Biden

El asesinato del físico Mohsen Fakhrizadeh forma expone las debilidades de la teocracia persa y pone en duda la continuidad de su programa nuclear

El sistema de seguridad de Teherán, uno de los más efectivos y cerrados del mundo, casi impenetrable desde los años de la consolidación de la revolución islámica de 1979, fue violado por tercera vez en diez meses poniendo en duda su eficacia y lanzando un torrente de especulaciones. Si se confirma que el atentado contra Fakhrizadeh fue obra de un comando infiltrado israelí que también actuó en el caso de Abdulá, como se menciona en algunos reportes de la prensa de Tel Aviv, por primera vez en 40 años las fuerzas pro-occidentales habrían logrado lo que tanto buscaron: debilitar al régimen iraní y su programa de armamento nuclear. En ese sentido, la desaparición de Fakhrizadeh es un retroceso sustancial –sino definitivo- para las aspiraciones de los ayatollahs.

El físico Mohsen Fakhrizadeh Mahabadi, de 63 años, era oficial de la Guardia Revolucionaria Iraní y profesor de física en la Universidad Imam Hussein de Teherán. Según un informe del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, también ocupaba el cargo de científico superior del Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas y anteriormente había sido director del Centro de Investigación Física (PHRC). Es considerado la fuerza motriz detrás del programa de armas nucleares en los últimos 20 años, y continuó liderando el trabajo en el área después de que la mayor parte del esfuerzo se disolviera silenciosamente a principios de la década de 2000, según las evaluaciones de la inteligencia estadounidense y documentos nucleares iraníes obtenidos por Israel. En estos informes se conoció que el programa nuclear era denominado oficialmente como Proyecto 111. Otro documento interno iraní de 2007 filtrado al Sunday Times de Londres identificó a Fakhrizadeh como el presidente de la organización Field for the Expansion of Deployment of Advanced Technology (FEDAT), el nombre de portada de la organización que dirige el programa de armas nucleares de Irán. El documento, titulado “Perspectivas de las actividades especiales relacionadas con los neutrones en los próximos 4 años”, establece ese período de tiempo para desarrollar un iniciador de neutrones deuteridos de uranio.

La planta nuclear de Bushehr, una de las utilizadas en el plan iraní para convertir el uranio en armas atómicas que estaba dirigido por  Fakhrizadeh.(Abedin Taherkenare/EFE)
La planta nuclear de Bushehr, una de las utilizadas en el plan iraní para convertir el uranio en armas atómicas que estaba dirigido por Fakhrizadeh.(Abedin Taherkenare/EFE)

El nombre de Mohsen Fakhrizadeh apareció, por primera vez, en el radar del periodismo el 8 de julio de 2008 cuando se lo añadió a la lista de Nacionales Especialmente Designados (SDN) que mantiene la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Antes, figuraba en un anexo de la Resolución 1747 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del 24 de marzo de 2007, como persona involucrada en las actividades nucleares o de misiles balísticos de Irán. Un mes más tarde engrosó la lista de la Unión Europea de las personas a las que se les congelaban los fondos que pudiera tener en ese continente. Pero la primera foto pública de Fakhrizadeh la mostró el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu el 8 de mayo de 2018 cuando rebeló que su gobierno había obtenido más de 100.000 documentos originales iraníes en los que se probaba que el régimen continuaba con su programa nuclear a pesar de haber firmado un acuerdo para no hacerlo con la Administración del presidente Barack Obama.

Este no es el primer asesinato de científicos iraníes involucrados en el desarrollo de ojivas nucleares. Entre 2010 y 2012, cuatro físicos nucleares murieron en diferentes atentados (Masoud Alimohammadi, Majid Shahriari, Darioush Rezaeinejad y Mostafa Ahmadi Roshan). Dos de los asesinatos se llevaron a cabo con bombas magnéticas fijadas a los coches de los objetivos; otro fue alcanzado por varios disparos y el último murió por la explosión de una motobomba. El gobierno iraní acusó a Israel de complicidad en los asesinatos y poco después fueron arrestados varios ciudadanos iraníes del grupo Muyahidines del Pueblo de Irán (MEK), que supuestamente habían llevado a cabo la campaña de asesinatos con apoyo del Mossad, el servicio de inteligencia israelí. Las agencias occidentales y funcionarios de Washington confirmaron en ese entonces la conexión entre ese grupo de resistencia iraní y el Mossad. Israel no confirmó ni negó su participación, pero el ministro de defensa israelí Moshe Ya’alon dijo que “actuaremos de cualquier manera y no estamos dispuestos a tolerar un Irán con armas nucleares. Preferimos que esto se haga por medio de sanciones, pero al final, Israel debería ser capaz de defenderse”. La campaña de asesinatos terminó en 2013 tras la presión diplomática de Estados Unidos, que intentaba negociar en ese momento un acuerdo de restricciones a las actividades nucleares de Irán.

Según la agencia de inteligencia privada americana Stratfor, un quinto científico iraní fue envenenado por agentes israelíes y en enero de 2015, las autoridades de Irán informaron que habían frustrado otro intento del Mossad de asesinar a un científico nuclear iraní.

El primer ministro Benjamin Netanyahu durante la conferencia de prensa del 30 de abril de 2018 en la que mostró, por primera vez, una foto de Fakrizade. (REUTERS/ Amir Cohen)
El primer ministro Benjamin Netanyahu durante la conferencia de prensa del 30 de abril de 2018 en la que mostró, por primera vez, una foto de Fakrizade. (REUTERS/ Amir Cohen)

En el caso de Fakhrizadeh, de acuerdo al New York Times, dos oficiales de inteligencia y un funcionario del área confirmaron que Israel estaba detrás del ataque al científico. Aunque no está claro cuánto podía saber Estados Unidos sobre la operación con antelación, pero los dos países comparten desde hace tiempo la información confidencial sobre Irán. La Casa Blanca y la C.I.A. no hicieron comentarios. Desde ya, el asesinato es un revés para las aspiraciones del presidente electo Joe Biden de revivir el acuerdo nuclear de 2015. “Un golpe así en vísperas de una nueva administración podría envenenar las relaciones con Teherán hasta tal punto que negociar un restablecimiento del acuerdo, o endurecer sus términos, podría ser imposible”, decía un analista del principal diario neoyorquino.

Desde que Trump echó al Secretario de Defensa, Mark T. Esper, y otros altos funcionarios del Pentágono la semana pasada, la comunidad de inteligencia de Washington teme que el presidente saliente ordene iniciar operaciones, ya sean abiertas o secretas, contra Irán u otros adversarios. Otra especulación es que Netanyahu, que fue frenado por sucesivos gobiernos estadounidenses cuando estaba a punto de atacar las instalaciones nucleares de Irán, podría haber actuado aprovechando la debilidad de la actual Administración y el hecho de que sería improbable que Trump lo sancionara. Tampoco hay que descartar que el tema haya sido discutido en la reunión secreta que aparentemente mantuvieron en el desierto de las afueras de Riyadh esta semana, el primer ministro israelí Netanyahu, el secretario Pompeo y el príncipe de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman.

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