El futuro de Barcelona empieza en Kiev

Koeman se la juega con la unidad B y sale ganador con una victoria que asegura la clasificación de los blaugrana para los octavos de la Champions.

Santi Giménez
As
B del Barcelona aseguró la clasificación del equipo blaugrana para los octavos de final de la Champions a falta de dos jornadas por disputar con una alineación que si nos la llegan a explicar hace un mes no hubiéramos dado crédito. El equipo blaugrana se impuso por un contundente 0-4 y dejó escrito que el futuro de este equipo, sea cual sea, debe de pasar por los cimientos que se pusieron en Kiev. El equipo culé selló su billete a octavos jugando con Dest, Mingueza, Riqui, Pedri, Konrad, Aleñá y Trincão.

Koeman decidió llevar las rotaciones al máximo extremo fiel a su mensaje el día de la previa en el que dijo que la situación en el grupo era lo suficientemente confortable como para arriesgar. Dejó a Messi y a De Jong en Barcelona y en Kiev, a Alba y Griezmann en el banquillo.

El resultado fue un once inicial en el Barcelona en el que sólo había un jugador que hubiera disputado la última final de Champions que coronó a los blaugrana el 2015 en Berlín ante la Juventus: Ter Stegen. Y respecto a la zurra de Lisboa del verano, le acompañaba Lenglet en un once inicial de 24 años de media de edad. El día del 2-8 del Bayern el equipo ofrecía una media de 30 años.

El resultado de este planteamiento fue de entrada un equipo más animoso que efectivo, pero que acabó barriendo al rival a base de empuje. De entrada, el Barcelona recuperó el dinamismo a costa de perder efectividad, porque en los últimos metros el equipo se perdía. En el tramo final, se encontró.

Entre las buenas noticias para ofrecer a la parroquia blaugrana, que anda más que necesitada de las mismas, la aparición de Mingueza, que cumplió y al que no le vino grande el partido. Además, cuando uno sale a jugar en Kiev en noviembre en manga corta es que quiere transmitir algo.

También demostró Aleñá que su insistencia por ganarse un sitio puede tener premio. De su espíritu bien podría contagiarse De Jong. Y por encima de todos, Pedri. En la víspera de su cumpleaños el canario fue el alma del equipo y lo hizo casi todo bien. Fue el líder de un equipo que también ofreció sombras porque Coutinho y Pjanic, que teóricamente deberían de ser los líderes del grupo volvieron a ponerse de perfil.

Que el partido se empezó a jugar ajeno a las porterías lo demuestra el hecho de que el primer tiro del partido entre los tres palos, y único de la primera parte, llegara a los 33 minutos de partido con un chut inocentón de Trincão. Antes, Coutinho lo había intentado, pero su disparo no había ido ni entre los tres palos.

El Dinamo fue inexistente en ataque en la primera parte a excepción de un par de llegadas que ellos mismo conjuraron con sus propios delanteros estorbándose en ataque. Eso sí, en el último minuto de la primera parte el Barça tuvo el despiste habitual, que finalmente quedó en nada porque el centro de Pena no encontró rematador.

En la reanudación el Barça necesitaba insistir en lo que hacía bien, el ritmo y la intensidad, y remediar su ausencia en ataque. Lo logró, y de qué manera.

La solución se encontró donde menos se esperaba, en el joven lateral Sergiño Dest, que se sumó al ataque poseído por el espíritu de Belletti (lo de compararle con Alves aún son palabras mayores) para arrebatarle un balón a Braithwaite dentro del área y cruzarlo ante la salida de Buschan. El tanto despertó al Barça que cinco minutos después aprovechó un saque de esquina peinado por el debutante Mingueza para que Braithwaite se resarciera de una actuación sospechosa.

Con el 0-2 Koeman se animó a mover el banquillo y dio entrada a Riqui Puig, el joven que podía sentirse apartado de esa revolución, Griezmann y Alba, que entró por Lenglet reubicando a Junior como central.

El Barça no se descompuso ni cuando Matheus, un jugador que no ha sido ni presentado, entró por Pedri debutando de blaugrana. El conjunto blaugrana ya ganaba por 3-0 después de que Braithwate transformara un penalti cometido sobre él mismo. Con el Barça creciendo con la potenca de un adolescente, Griezmann marcó el cuarto devolviéndole así al Dinamo de Kiev el 0-4 que el equipo de Shevchenko y Rebrov endosó hace 23 años a los blaugrana. Se liquida una cuenta del pasado y se abre un futuro esperanzador.


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