Serbia se hunde sin Jovic
El delantero, el día que su selección se jugaba la vida, fue suplente y no disputó ni un minuto. El empate en Estambul deja a Serbia al borde del descenso a la Liga C.
Una fórmula que tampoco funcionaría. Justo cuando se llegaba al ecuador de la primera parte llegaría el primer gol, al estilo, probablemente, más clásico de este deporte: centro lateral y cabezazo. Así, sin magia, pero con eficacia. Ristic envió el balón con la zurda y Milinkovic-Savic, convertido en un tanque, remató superando al defensor y marcando por el segundo palo. Tras el paso por los vestuarios llegaría el segundo: derribo de Yokuslu, jugador del Celta, sobre Milinkovic-Savic y gol de Mitrovic, que no se puso nervioso desde los 11 metros.
Pintaban bastos en Turquía, pero todo se pondría patas arriba. Minutos después hizo arte con balón el bueno de Calhanoglu, que tras regatear a dos rivales y tirarle una pared al tercero, reventó a un Dmitrovic que se venció demasiado pronto. Se las había prometido felices Serbia, pero quien ríe último ríe mejor. Ozan Tufan, defensa del Fenerbahce, recogió un balón muerto dentro del área para poner la igualada a bocajarro. No se lo explicaba el técnico visitante, cómo había podido generarse ese desajuste defensivo. Y cómo un controlado 0-2 ya era un tenso 2-2.
Ganar era agarrarse a un salvavidas para Serbia. Aquel Dorado llamado Liga A ya es inviable, pero lo peor es que las aguas del descenso a la categoría de bronce acechan y rozan el cuello. Jovic vuelve a Madrid habiendo jugado 90 de los 270 minutos de su selección (ni uno contra Noruega ni Turquía). Ha perdido el puesto de delantero titular nacional... Cuando tal vez es lo que Serbia necesita. El barco se hunde y Luka lo ve desde el camarote. Quedan dos partidos, pero la orquesta empieza a tocar.