ROLAND GARROS / El partido 100 de Nadal en París la nuit acaba con victoria

Nadal, primer jugador que alcanza el centenar de partidos en Roland Garros, ganó a Sinner en el duelo más nocturno de la historia del torneo. En cuartos, revancha ante Schwartzman.

Nacho Albarrán
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A las 22:37, una hora a la que otros años no quedaba ni un alma en Roland Garros, empezó el partido de cuartos entre Rafa Nadal y Jannik Sinner. Era el quinto de una jornada en la Philippe Chatrier que arrancó con un duelo aplazado de octavos del cuadro femenino entre Jabeur y Collins que quizá debió jugarse donde estaba previsto que se hiciera el lunes, en la Suzanne Lenglen, y que para colmo duró casi dos horas. Más tarde, el Schwartzman-Thiem se alargó por encima de las cinco. A Nadal y su entorno no les hizo ninguna gracia que el choque se jugara con nocturnidad e involuntaria alevosía. El enfado lo acusó al principio el 12 veces ganador de la Copa de los Mosqueteros y después lo transformó en energía y furia para evitar que un insolente Sinner le hiciera daño. El italiano tuvo en su mano ganarle un set al español, pero al final, a las 01:26, tuvo que postrarse y cayó por 7-6 (4), 6-4 y 6-1. “Gracias por estar aquí, en estas duras condiciones”, le dijo a los 400 espectadores que presenciaron el choque.

Rafa celebró su partido 100 en París con su victoria 98. Es el primer tenista que llega al centenar de encuentros en la historia del torneo. En semifinales (lleva 13 ya en el Bosque de Bolonia), el viernes tendrá la oportunidad de tomarse la revancha ante el argentino Diego Schwartzman, que le ganó hace unas semanas en Roma y este martes, en Roland Garros, venció al número tres del mundo, dos veces consecutivas finalista en la capital francesa y reciente campeón en Nueva York, Dominic Thiem. Fue el segundo partido más largo de esta edición (5h:08, por detrás de las 6h:05 del Giustino-Moutet) y se resolvió en cinco sets: 7-6 (1), 5-7, 6-7 (6), 7-6 (5) y 6-2. El bonaerense aprovechó las dudas del austriaco para meterse por primera vez en las semifinales de un Grand Slam. Es el décimo argentino que lo consigue en la Era Open (desde 1968). También se estrena en el top-10 mundial.

“Va a ser difícil dormir, así que veré el partido. Rafa es una leyenda aquí, es el dueño de este sitio”, contó Diego sobre el duelo del que iba a salir su siguiente rival, que no estuvo cómodo en el primer set. Y es Sinner lo jugó con una valentía tremenda. Muy metido en la pista, el pelirrojo puso a Nadal a correr de lo lindo y no cayó fácilmente en las ‘trampas’ que este le puso, con su golpeo envuelto y revolucionado para coger el máximo bote posible o la insistencia en buscarle el revés a su rival. El cruzado del mallorquín no le sacó de apuros, aunque sí consiguió desbordar al joven Jannik con el drive. La primera opción de quiebre la tuvo el transalpino y no la aprovechó, pero si agarró la que se le presentó en el undécimo y juego e hizo saltar las alarmas nadalianas. Aunque debía rematar la faena y fue el único momento en el que le entró miedo. Rafa reaccionó con sus primeras bolas de break, forzó el desempate y ahí no perdonó. Se salvó de una buena.

Cualquier otro NextGen quizás hubiera pensado, ‘uf, qué bueno es Nadal, no sé si voy a poder con él’. Sin embargo, Sinner siguió a lo suyo, no se cortó ni un pelo y volvió a romperle el saque al ídolo. Lo malo para él es que de nuevo no supo gestionar su ventaja. Y eso ante el rey de la tierra se paga. Más cuando está tan ágil y rápido como ahora. El gesto se le torció al chaval cuando en el noveno del juego del segundo parcial perdió el servicio y después Rafa consolidó la rotura para poner arcilla de por medio. Ahí se apagó el brillo del italiano. En un visto y no visto, encajó un 4-0 en la tercera manga y se topó con una montaña tan grande como las que bajaba esquiando en el Trentino-Alto Adigio cuando era niño. Ya nada pudo evitar la victoria de Nadal, que llega rodado y con rabia al tramo final.


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