La tremenda marca de Matías Suárez que seduce a los equipos de afuera
Participó de 30 goles en sus 52 partidos en River, con 13 asistencias. Desde afuera lo sondean, aunque DOnofrio avisó que no pretende dejarlo ir. Matías, el Oreja, el 7 crack que es clave para Gallardo.
Olé
No vale oro. Vale Oreja. Quilates de pureza riverplatense. Matías Suárez imanta miradas: sus cualidades técnicas no sólo empatizan con la historia de River sino que además es codiciado del otro lado de la frontera. San Pablo y Santos lo sondearon en este reinicio de mercado brasileño. Supo, tiempo atrás, ser seguido por ojeadores de distintas latitudes. Pero él forma parte de una estructura de juego que funciona perfecto. Que Marcelo Gallardo ideó con él, pero que el cordobés también deseaba integrar cuando estaba en Belgrano. Por eso aceptó fichar en 2019. Cuajó perfecto. "No tenemos interés de que se vaya", se plantó Rodolfo D'Onofrio, quien incluso quiere retenerlo un año más que lo estipulado por contrato. Sabe que su cláusula -de € 15.000.000 producto de la inminencia del arranque del torneo argentino- es una referencia económica, apenas: lo que vale conceptualmente el delantero es mucho más.
Matías Suárez lleva la generosidad en su ADN. Resulta difícil encontrar un acto de egoísmo tanto en su vida personal como en la cancha. Y esta característica del delantero cordobés de 32 años se refleja en sus números con la camiseta de River: el 7 lleva casi la misma cantidad de asistencias que goles en el equipo de Marcelo Gallardo. Por eso, es el complemento ideal, el mejor socio posible de Rafael Santos Borré y de Julián Álvarez en el ofensivo 4-3-3 del Muñeco.
Tiene lógica estadística que Suárez siga apareciendo en los radares ajenos (en mercados previos también lo observaron de la MLS y de México). El cordobés convirtió 17 goles y convidó 13 asistencias, lo que equivale a haber generado 30 goles en sus 52 partidos en River. Su promedio en la participación directa en cada grito es de 0,58 por juego (su promedio de gol, 0,33).
Números fríos que no contemplan, además las jugadas de pelota parada (tiros libres, penales) que provocaron sus fintas. La última asistencia del Oreja fue a Julián Álvarez en el 2-1 ante San Pablo en Avellaneda. De hecho, ya integra el top 5 de asistencias en la Libertadores, sumando tres (la misma cantidad que Nacho Fernández, otro especialista, y que Gonzalo Montiel, cada vez más preciso).
Un poco por su genética futbolística, otro tanto por la esencia que mamó en los potreros de La Falda, por su pasado como enganche y principalmente por el abanico de recursos técnicos que tiene con ambos perfiles, Suárez parece hecho a la medida del fútbol que siente, pregona y desarrolla Gallardo. Porque se trata de un jugador ofensivo completo, capaz de asumir roles de volante creativo con el arco de frente, de jugar de primera o a dos toques, de gambetear o desequilibrar en velocidad por cualquiera de las bandas, de pivotear de espaldas o tirar una pared con una caricia ambidiestra. Y como si fuera poco, también puede girar con destreza para encarar hacia el arco y colocarse en posición de gol sin la pelota para definir con oportunismo de ariete.
Así como se suele utilizar con frecuencia la calificación de falso 9 para explicar el rol de un centrodelantero versátil que no sólo se mueve en el área, a Suárez se lo podría definir como falso 7 o como un delantero fantasma, porque el rival -y a veces, ni sus compañeros- saben por qué zona puede aparecer. Mucho menos, cómo va a resolver cada situación que afronta con la pelota. Virtudes que lo convierten en un jugador top para Gallardo. Incomparable. No hay ningún otro futbolista con cualidades similares en el plantel. Que haya llegado a relegar al banco a dos pesados como Scocco y Pratto habla por sí solo.
De las 13 asistencias de Suárez, hay dos que se ubican en el podio por la importancia de los goles que gestaron: el pase largo milimétrico para Pratto en el 2-0 de la final de la Recopa 2019 que definió la serie en el Monumental y el centro atrás para Nacho Fernández en el 2-0 de la semi de ida contra Boca en la Copa Libertadores 2019.
Suárez es un jugador de una clase superior a la media en el fútbol argentino. No es casual que Lionel Scaloni lo haya convocado para la Copa América de Brasil. Asimismo, es un profesional modo G: perfil bajo -apenas dejó entrever parte de su vida privada, tocando la batería o jugando con sus hijos durante la cuarentena- y cuidado extremo en sus actitudes. Los hinchas más observadores comparan algunos de sus gestos técnicos con la excelsa calidad de Francescoli. Exageración o mirada purista, no hay dudas de que Suárez es un futbolista de alta gama. Que vale mucho y a su vez resulta invaluable.