La gasolina de Messi

Barcelona, AS 
Pese a que, como en el partido ante el Sevilla, Messi apretó en los últimos minutos e incluso pudo conseguir el empate en un remate con el empeine exterior con mucha idea que no encontró la portería de Soria, el argentino se quedó sin gasolina en el Coliseum. Activo en la primera parte, donde partió desde la derecha, se le vio con un interesante punto de actividad y hasta remató al palo, en la segunda casi ni se le vio. Un dato lo dice todo del partido de Messi. Dio 30 pases buenos. Pedri, que jugó media hora menos que él, llegó hasta 29, un ejemplo de mucha mayor participación en el juego.

El debate sobre la gasolina y las rotaciones de Messi hace tiempo que está abierto, aunque el mismo Koeman pareció querer evitarlo y cerrarlo el pasado viernes. "Si no juega, está más cansado. Si no hay un tema médico, puede jugar cuatro partidos esta semana". Pero es una evidencia que, con 33 años, jugar tres partidos completos a la semana es una carga excesiva. Especialmente, si por el camino hay un viaje transoceánico. Después de dos victorias con Argentina, parecía una buena oportunidad de probar con Messi desde el banquillo. Muchos parecen haber olvidado que el argentino tambien es el mejor suplente en activo de LaLiga. Ha marcado 24 goles apareciendo en las segundas partes de los partidos. Sólo Salinas (28) y De Paula (27) han hecho más. No aprovechar ese as en la manga (tener un jugador que puede ganar partidos en media hora y, de paso puede descansar) no resulta demasiado comprensible.

Para soportar 90 minutos en partidos cada tres días, Messi debe ausentarse durante muchos minutos de la actividad del juego. Mantener esa obsesión sólo parece justificable si el argentino gana partidos. Pero, de sus 31 goles oficiales la temporada pasada, Messi sólo marcó siete fuera de casa y sólo tres tuvieron incidencia real en el resultado. La proyección también se amplía a los partidos de casa.

Puede decirse que el partido de Messi casi se acabó en Getafe cuando Nyom, con malas artes, le soltó el brazo en la boca. El argentino no marcó de falta y luego se fue alejando de las zonas calientes del juego. Y así se apagó hasta el final. Aun así, botó la falta que Piqué cabeceó a las nubes y casi marca en el último minuto. Significa que nadie está como él aún en las acciones decisivas. Otro asunto es si la elección de los momentos y la acumulación de los minutos es la correcta. De momento, es obvio que él quiere estar en el campo.

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