Griezmann pide un deseo
Koeman llegó al Barça con la obsesión de recuperar a tres jugadores: De Jong, Griezmann y Coutinho. Para el primero es ese 4-2-3-1 con el que enamoró en el Ajax, donde pareció otro jugador por su capacidad para romper líneas y descolgarse en bellas cabalgadas, ahora olvidadas. La sorpresa fue Coutinho, que pasó de transferible a ocupar una de las posiciones más privilegiadas en el campo, la de enganche. Koeman considera que Coutinho tiene más dinámica de juego y más participación que Griezmann, y en el brasileño se apoya para construir el juego junto a De Jong y Busquets. El entrenador también quería tener un trato preferencial con Griezmann. Escorado a la izquierda casi toda la temporada pasada, una posición que le impidió brillar, Koeman pensó que tal vez sería una buena idea situarle en la derecha para que desde ahí se acercase al centro y pudiese relacionarse más con el juego. Pero Griezmann no lo ha hecho y hasta se le ha visto algo incómodo. Al final, por esa posición acaba cayendo Messi, lo que le obliga a jugar pendiente del argentino y ocupando los espacios donde no está el crack. O al menos, complementándolo.
Griezmann ha ido tan a menos que Koeman se lo cargó contra el Ferencvaros y repitió contra el Madrid. El francés tuvo un cuarto de hora y salió a jugar con un equipo que estaba tácticamente roto. Sólo tocó un balón en esos 14-15 minutos, pero no fue culpa suya. Koeman vació el campo de centrocampistas y el Madrid jugó a placer.
Griezmann está decepcionado y en una posición difícil. Por un lado, sus números son escalofriantes. Dos goles en los últimos 23 partidos de Liga es insostenible en un jugador de 120 millones de euros. Pero lo peor no es eso, sino seguir sin encontrar un encaje en el que pueda sentirse cómodo. Su deseo es que Koeman le haga un guiño y le permita jugar de mediapunta en Turín. Si Coutinho ha tenido esa oportunidad; si Pedri está siendo en el sustituto del brasileño en ese puesto, Griezmann se siente legitimado, por currículo, para pedir al menos ser puesto a prueba en esa demarcación. Más incluso que el Clásico, Turín puede marcar en cierto modo la relación entre Koeman y Griezmann. Eso sí, si el holandés le coloca en esa posición de enganche, el francés estará obligado, de una vez por todas, a demostrar una supuesta jerarquía que no se le ha visto desde que viste de azulgrana.