El horizonte de una Superliga sacude de nuevo al fútbol

El anuncio de Bartomeu de integrar una Champions con mayores ingresos y reducida a los grandes clubes europeos amenaza al sistema imperante de la UEFA

Jordi Quixano, El País

Antes de anunciar su dimisión como presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu lanzó un órdago que ha convulsionado a la industria del fútbol: “Puedo anunciar que ya hemos aprobado los requerimientos para formar parte de una Superliga Europea. La decisión de jugar la competición deberá ser ratificada por la próxima Asamblea”. Los citados requerimientos fueron firmados por la ya saliente directiva azulgrana y enviados por correo electrónico al grupo de trabajo que coordina un proyecto que, según varias fuentes consultadas, está impulsado por el Real Madrid y el Manchester United y secundado con fuerza por el Barcelona, el Milan y el Liverpool. Otras superpotencias europeas como el Bayern Múnich, el Manchester City y el PSG no se han movido o se mantienen a la espera, pero conocen el proyecto y creen que tarde temprano el negocio alumbrará el torneo.


Dos clubes europeos consultados también señalan a la Juventus como uno de los impulsores, si no de esta vía, de otra similar capitalizada por Asociación Europea de Clubes (ECA por sus siglas en inglés) y menos beligerante y rupturista con la UEFA, la gran perjudicada por el plan como organizadora de la Liga de Campeones. “Bartomeu tiró una bomba cometiendo una indiscreción sobre un asunto que está en un estado más que embrionario. Incluso la propia UEFA/ECA podría acabar organizando algo similar. La indiscreción es irresponsable y muy prematura”, aseguró una fuente conocedora de las negociaciones. Aunque desde el Barcelona lo ven más diáfano: “Se ha avanzado mucho y el Barça ya ha firmado los protocolos del proyecto y la voluntad de estar dentro”, explicaron desde las oficinas del Camp Nou; “se ha trabajado en silencio, pero es algo que se va a dar. Es la evolución del fútbol, porque hay mucho dinero y espectáculo en juego, y en el fondo es como la Euroliga de baloncesto, integrada entre la semana de competición doméstica”.

Sobre en qué punto se encuentra el proyecto, varios clubes apuntan a 2022 como fecha de inicio, aunque hay opiniones encontradas. “Solo hace falta que haya una verdadera voluntad de los clubes a quitarse el miedo de romper con la UEFA, porque ha emergido un inversor como JP Morgan, que es un banco y ofrece condiciones más laxas que los fondos de inversión, más leoninos. Aunque los fondos siempre van a estar detrás, por mucho que no quieran los clubes”, afirmó un directivo que sigue muy de cerca los pasos que se van dando. “La voluntad de los clubes es lo de menos. A cualquier club que le guste la idea y le digan que va a ingresar mucho más dinero no lo va a dudar. Lo que hace falta es que aparezca de verdad alguien que esté dispuesto a ponerlo. Nosotros hemos estado en reuniones, pero desde hace un año no hay nada nuevo”, dice una fuente del Atlético de Madrid.

La sacudida de la revelación de Bartomeu no se ha generado por ser este un asunto desconocido. Desde hace años la idea de una Superliga Europea está encima de la mesa y ha ido tomando forma y cogiendo impulso. Todos los actores implicados, clubes, y las dos grandes instituciones que algo tienen que decir, UEFA y FIFA, admiten que el proyecto existe. El calado y el impacto del mensaje del ya expresidente azulgrana se ha producido porque una entidad de la dimensión del Barcelona estuviera ya dispuesta a someterlo a votación en una asamblea de socios.

Acelerado por la pandemia

“Si Bartomeu estaba dispuesto a someter esto en una Asamblea eso supondría que debería haberse presentado allí con datos concretos sobre el proyecto y su rentabilidad. No valdría solo con una idea vaga y unos posibles inversores”, advirtió un exdirectivo de un relevante club español.

Las interpretaciones sobre por qué Bartomeu lanzó la bomba son diversas. Unas fuentes señalaron que buscaba dejar su legado por si la idea sale adelante. Otras, como LaLiga, apuntaron a que es un favor a Florentino Pérez por la buena relación que han mantenido ambos, amasada por su oposición a Javier Tebas.

El boceto del torneo describe una competición de una decena larga de equipos a los que se han ido sumando más hasta casi rozar la veintena. Se jugaría a dos vueltas y los ocho mejores se clasificarían para las rondas eliminatorias que dirimirían el vencedor. Según fuentes conocedoras del proyecto, no se trataría de una liga completamente cerrada, habría varios clubes que no descenderían en las primeras ediciones para, con ello, garantizar la estabilidad y la rentabilidad ante los potenciales inversores y los teleoperadores. Tampoco supondría que los clubes integrantes de esta nueva competición dejaran de participar en sus respectivas ligas locales.

El proyecto, que amenaza a la Champions y a la UEFA, ha vuelto a cobrar fuerza con un caldo de cultivo que contiene dos ingredientes que lo favorecen. El primero, la recesión que está generando la pandemia. La crisis económica derivada del coronavirus se ha convertido en un acelerador del proceso. Los clubes implicados estiman un receso de un 25% en sus ingresos los próximos años. Un recorte que pone en jaque las actuales estructuras económicas de la mayoría de ellos. “La idea es que los clubes seamos los propietarios de la competición”, desvelaron desde la directiva azulgrana saliente, quejumbrosa, como el resto de los que serían sus futuros socios, del reparto que la UEFA hace del dinero de las competiciones europeas. El segundo componente que puede hacer realidad el proyecto es que por primera vez se aborda con un enfrentamiento abierto entre FIFA y UEFA. La primera ya anunció un nuevo Mundial de Clubes con los mejores equipos europeos que competirá con la Champions. Si esta aún existe por entonces.

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