El Barça se duerme y lo acaba pagando

Pinchazo culé tras una primera parte cochambrosa y una segunda de asedio en superioridad. Pacheco frenó el ímpetu de un Barça caótico. Los culés suman dos puntos de 12 posibles.

Santi Giménez
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Cuando uno se despierta tarde, luego todo son prisas. Eso es lo que explica el pinchazo del Barcelona en Vitoria donde sólo pudo empatar a uno ante el Alavés tras tirar la primera parte a la basura y desaprovechar el hecho de jugar media hora en superioridad. Los de Koeman suman dos puntos de los últimos 12 posibles y se descuelgan peligrosamente de LaLiga.

A un equipo en construcción se le suponen altibajos, pero lo de este Barça es digno de montaña rusa. Compareció el Barça en Mendizorroza como si el partido de Turín ante la Juventus se hubiera jugado hace tres años en vez de hace tres días. Todo lo bueno que se construyó ante la Juventus se desmoronó en una primera parte cochambrosa de los de Koeman, que lo hicieron todo mal.

Planteó mal el partido Koeman en un ataque de cruyfismo que le superó. Emulando al maestro, el técnico del Barça relegó al banquillo a Pedri, al que había elogiado en la previa, y dio carrete a Ansu, al que le había tirado de las orejas en la misma comparecencia de prensa. No le funcionó como tampoco le funcionó la extravagante idea de usar a Demebélé para atacar una defensa sin espacios.

No todo el desastre inicial fue culpa del técnico, los jugadores también pusieron de su parte. Y si a eso le unimos que dos de los elementos más fiables y seguros del equipo como Piqué y Neto se liaron y compraron todos los boletos para salir en el resumen de las pifias del año facilitando el gol de Luis Rioja a la media hora, sólo se puede definir la primera parte del Barça como desastrosa.

Sólo Ansu, que estrenaba mayoría de edad, tuvo algo de presencia al ser habilitado un par de veces por Lenglet. El resto fue la nada. Messi se hundía en los últimos metros y ni siquiera en las faltas tuvo fortuna, Lejeune le sacó una desde la línea de gol.

Absolutamente impotente, Messi llegó a perder la compostura, algo impropio en él, al patear una pelota en señal de protesta que le valió una tarjeta amarilla. Si llega a acertar en el árbitro y hace un ‘Djokovic’ (no le dio por centímetros) se hubiera tenido que ir a la ducha expulsado.

El Barça era consciente que tená que acelerar porque había tirado miserablemente los primeros 45 minutos por falta de actitud, por errores en el planteamiento y por la mala gestión de los minutos de los jugadores tras la Champions.

Koeman se bajó del burro e introdujo tres cambios en el descanso. Retiró a Lenglet, con tarjeta, a Busquets y a Dembélé para pedirle a Pedri, Trincao y Pjanic que le arreglaran el estropicio.

La segunda parte se jugó a la aventura con el Barça achuchando de la mano de los jóvenes. El panorama se ensombreció para los locales a la hora de partido cuando Jota Peleteiro vio la segunda amarilla por juego peligroso. Sin margen de tiempo para que Machín corrigiera sobre la marcha, Griezmann aprovechó un regalo de la defensa local para empatar el partido. El Barça tenía media hora en superioridad para arreglar el desastre, el Alavés, media hora para la épica.

El final del partido se jugó al caos, con una acumulación de delanteros de la que participó hasta Braithwaite, que entró por Ansu en una decisión que sólo entendió Koeman en su apuesta por si el desorden daba sus frutos, pero Pacheco se agigantó ante Messi, Trincao, Dest y Pjanic y acabó siendo el héroe ante un Barça que pagó su desidia en la primera parte.

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