Dio la asistencia del gol y culminó un partidazo. Haaland, por la contra, no tuvo su día. Noruega es colíder de grupo y sigue soñando con el ascenso a la Liga A.

Sergio López de Vicente
As
Noruega y Austria llegaban a esta jornada empatados a puntos... Y la acaban igual. La cuerda por el ascenso a la Liga A está tensa, muy tensa, pero el dúo Odegaard-Haaland se niega a soltarla. Sobre el verde de Oslo puso Lagerback sus mejores cartas, a sabiendas de que no valían medias tintas y que Irlanda del Norte, carente de cracks mundiales, no tiende a andar corta de coraje. Olía a partidazo.


Y así fue. No iban ni 2 minutos de partido y Noruega ya tuvo una ocasión clamorosa para abrir el marcador. Odegaard sirvió un pase antológico por encima del muro norirlandés que dejó a Haaland perfilado a su pierna buena dentro del área. El ariete disparó, superó al portero y cuando el balón entraba... Un defensor visitante la sacó en la mismísima línea. Podría haber sido el prolegómeno de un asedio anunciado, pero ni mucho menos. Minutos después, Washington, delantero del Charlon Athletic, obligó al guardameta noruego a realizar una parada espectacular para detener un chut a la escuadra.

"Un norirlandés nunca se arrodilla", querría decir con ese disparo. Y bien alto, porque los soldados de Baraclough, con un pie en la Liga C, salieron a luchar como si fuese una final. Noruega, con más posesión y tranquilidad, atacaba, atacaba y atacaba, confiando en que a base de insistir llegaría el gol; a veces sólo hace falta eso para conseguir algo, insistir. Sería el caso. Justo antes del intermedio volvería a perdonar Haaland de cabeza: con todo a placer la mandó a las manos de Carson. El muro norirlandés era de hormigón armado, pero tenía un punto débil: la zurda de Martin Odegaard.

Pasada la hora de juego, el madridista sirvió un centro desde la esquina que Strandberg, central del Ural ruso, remató de una manera poco ortodoxa (prácticamente con al espalda), pero eficaz para mandar el cuero al fondo de la red. De hecho la toca Dallas, defensa visitante, y el tanto oficialmente se lo dan a él en propia. Los nórdicos, a partir de ahí, bailaron la danza de 'matar el partido'. Posesiones largas, ningún riesgo innecesario y dejar correr el crono, pero sin renunciar a un estilo bonito y de posesión cuando la pelota estaba en sus dominios. Odegaard fue sustituido en el 78' y Haaland, en el 87'. No tuvo su día el delantero del Dortmund, muy activo en ataque, pero sin suerte de cara a puerta.

Esta victoria deja a Noruega colíder de grupo, igualada con Austria en la pelea por ascender a la Liga A, máxima categoría de la Nations League. La sociedad Odegaard-Haaland, quién sabe si en un futuro propia de la capital de España, volvió a funcionar y hace soñar a su país. Es lo que tiene jugar en el jardín de Oslo, que todo sale y el gélido frío del país nórdico, ni se nota.


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