Barça y Sevilla corren mucho, pero no aciertan
De Jong adelantó a un Sevilla que fue mejor durante muchos minutos y Coutinho empató. Messi y Ansu Fati no pudieron brillar y el equipo de Koeman lo pagó.
El punto de intersección de ambos equipos era el Bayern de Múnich. Los alemanes aplastaron sin piedad al Barcelona en Lisboa hace un mes y medio y hace dos semanas derrotaron al Sevilla cayendo deshechos con rampas en el césped en cuanto el colegiado señaló el final de la prórroga. Por tanto, tenía muy claro el Barça que se enfrentaba a un conjunto ante el que cualquier concesión física o de intensidad podía pagarse con un severo correctivo. Si el equipo de Koeman se parecía al guiñapo de Lisboa y el Sevilla se acercaba a los luchadores de Budapest, el encuentro iba a ser de los de Lopetegui.
El gol premiaba a un Sevilla claramente superior al Barcelona, al que le faltaba la intensidad necesaria para plantar cara a los de Lopetegui, que se lo miraba satisfecho desde la grada al cumplir su partido de sanción.
Un golpe de genio de Messi, que bajó a ordenar el juego del Barça metió al Barça en el partido en un momento crítico. El argentino quiso conectar con Alba en su jugada patentada, que Navas trató de cortar con la mala suerte para el Sevilla que la pelota quedó muerta para que Coutinho fusilara a Bonou. Con muy poco, el Barça había igualado la contienda, que a partir de ahí fue otra cosa.
Los de Koeman, agarrados a la solvencia atrás de un Araújo que amenaza seriamente la titularidad de Lenglet, porque cada vez que sale juega mejor, y de un Coutinho que trabajó como si llevara la camiseta del Bayern le paró los pies al Sevilla.
Los andaluces seguían dominando el juego y tenían más la pelota, pero el Barça necesitaba menos para llevar el peligro a la portería rival. El Barça sufría únicamente ante la falta de acierto, otra vez, de Griezmann, que en la primera parte siguió negado a cara a la puerta rival (y al inicio de la segunda volvió a errar un control fácil) y de De Jong, al que el partido le vino grande desde el principio. Cuando no perdía los duelos por intensidad, se equivocaba en entregas aparentemente fáciles que comprometían a un Neto que volvió a dar la sensación de tranquilidad con el balón en los pies.
El partido se iba a decidir a favor del equipo fuera capaz de mantener el nivel físico exhibido en la primera parte. Y en ese aspecto, el papel de los técnicos a la hora de realizar los cambios serían fundamentales, especialmente en el Barça, porque el Sevilla ya lleva tiempo demostrando que suda sangre hasta el último minuto.
Ambos entrenadores movieron las piezas al unísono. Koeman dio entrada a Trincao y Pedri por Griezmann y Ansu, que no tuvo su día, mientras que en erl Sevilla entraban Munir y En Nesiry por Ocampos y Suso.
Los relevos dieron más presencia al Sevilla, que volvió a tomar las riendas del partido. Araujo casi se marcó un autogol y la presión del Sevilla puso en muchos problemas a la defensa del Barça, que era incapaz de sacar la pelota y cedía saques de esquina que Koundé remataba una y otra vez rondando el gol. Que el Sevilla, físicamente se imponía al Barça ya era una realidad que se constató cuando Alba ya cayó lesionado dejando su sitio al debutante Dest al tiempo que Koeman optaba por asentar el centro del campo con la salida de Pjanic por Coutinho. El Barça había optado por resistir como fuera una media hora que apuntaba a hacerse muy larga.
De nuevo, en el arreón final, el Barcelona volvió a dar sensación de peligro gracias a un disparo de Messi, a una internada de Sergi Roberto a la que llegó trompicado De Jong y un disparo de Trincao. Sin oxígeno en los pulmones ambos equipos llegaron a la línea de meta agotados buscando el triunfo pero teniéndose que conformar con el empate.