10x10: los goles top de Boca en la última década
Palermo, Riquelme, Tevez, Benedetto, Cardona, Viatri, Calleri... ¡Una lista de lujo! Aquí, el ránking de las definiciones más espectaculares del 2011 en adelante. Poné play...
OléNi los más importantes, ni los mejores. Sí, los más espectaculares. Por quién los hizo, por cómo llegaron y por mantenerse vivos en la memoria de los hinchas, Olé seleccionó 10 goles de Boca de los últimos 10 años (por orden cronológico) que merecen su cuadro de honor. Que empiece la discusión...
1) Muchas gracias, Palermo
El último gol de Martín Palermo era una incógnita para los hinchas. ¿Cómo sería? ¿Contra qué equipo? ¿Cuándo? Todas esas preguntas, y muchas más, corrieron por las tribunas de la Bombonera durante todo el Clausura 2011 que, de algún modo, fue un año completo de despedida. Se iba el máximo goleador de la historia del club. Un verdadero hombre récord si se revisa el Excel de su rendimiento. Lo que es nada comparado con sus intervenciones heroicas, de las que los dos goles al Real Madrid en Japón en lo que dura un suspiro es –posiblemente- no solo uno de los momentos más altos de su carrera sino de la Historia Universal de los Goleadores.
Pero todo llega, y la despedida de Martín de las redes, poco antes de que se llevara un arco de la Bombonera a su casa (el regalo más perno del mundo), fue contra Quilmes y con un golazo de afuera del área que tuvo una particularidad que sólo podrían explicar los brujos. Palermo recibe a pelota, acomoda su carrocería y saca un zurdazo alto que (fíjense bien) parece acelerar a mitad de camino antes de clavarse en un ángulo. Último gol de Palermo, el hombre de los goles misteriosos.
2) Viatri imita a Román
Lucas Viatri fue un buen 9. Lo recordamos con cariño. Si bien hizo 31 goles en 133 partidos y el hincha exigente podría decir que el promedio fue bajo, hay que completar la jugada reconociendo que su paso por Boca fue mejor que sus números. No todo puede verse en las estadísticas. Quienes lo vieron jugar no podrán negar que Lucas era muy bueno como pivot, como cabeceador y –sobre todo- como socio en el juego, un rubro por el que más de una vez sacrificó su obligado rol de goleador.
Hizo goles memorables. Especialmente el del 1 a 0 al River del Cholo Simeone, en octubre de 2008. Boca estaba con 10 por expulsión de Ibarra. Pintó un tipo libre lejano y vertical. Inviable. Pero lo hizo Román, que le dejó la pelota en la cabeza a Viatri. Pero no nos vayamos por las ramas. Su gol de calidad con la camiseta de Boca fue contra Racing en el Cilindro, en 2012. Recibió un pase con pique de Sánchez Miño desde la izquierda, levantó la pelota con la punta del botín, giró para ir a buscarla detrás de Cahais, que había pasado de largo, y concluyó su acto con una patada de caballo que se clavó en el segundo polo del Chino Saja.
3) Uno contra todos
En los octavos de final de la Copa Libertadores de 2012, el hombre que se sintió vacío y nos vació a nosotros en la final de esa copa, produjo otro de sus hechos sublimes. Era un partido áspero contra Unión Española en el país de Neruda. A los 22 minutos del segundo tiempo, el local estaba 1 a 2 y soplaba a los cuatro vientos contra el arco de Orion. Hubo unos rebotes en el área de Boca, la carambola dejó la pelota en los pies de Darío Cvitanich, Cvitanich detectó la corrida de Mouche por la derecha y salió un contragolpe cuya última estación fue Román, que recibió sobre la izquierda el último pase con un bosque de piernas por delante.
Hagan la prueba de mirar cuadro por cuadro la definición de la jugada para ver cómo en tres segundos, apenas Román recibió la pelota, florecieron los obstáculos. Una persona normal, en la situación de Román, habría hecho una pausa para descargar un último-último pase. Pero Román es un ciudadano de Marte. Se metió en el área y la cruzó de izquierda a derecha a contramano, mientras dos defensores de Unión Española, el árbitro, el propio Mouche y hasta un cuarto defensor que llegaba echando humo, pasaron para el otro lado como trenes de carga sin frenos. Limpió el cielo de tormenta, un toquecito y adentro.
4) El ángulo imposible
Esta historia de arte y suspenso ocurrió el 18 de agosto de 2013. El Polaco Bastía, mediocampista de batalla de Atlético de Rafaela, quiere dar un extraño pase a su arquero Conde. Confusión. Tiro libre indirecto a milímetros de la línea de gol. Blandi corre por la pelota y quiere saca rápido. Quiere pero no puede. Caminando al paso de Neo en Matrix llega a la escena Riquelme, Juan Román. Blandi le concede la pelota como quien le devuelve la billetera a la persona que se le cayó, o sea a su dueño.
Entre los 26 y los casi 30 minutos de ese primer tiempo, el hombre del termo Stanley se toma su tiempo para acomodar la pelota, avivar al árbitro, conversar con rivales y compañeros, pasarse al antebrazo por la frente, relojear la pelota para que pueda pegarle en el pico. ¿Cómo va hacer para que pase por ese ojo de aguja visto por un chicato? La pregunta tiene sentido si uno ve la disposición de los obstáculos. Los físicos de la Universidad de Oxford se pronunciaron: imposible encontrar un ángulo para que esa pelota pase. Sin embargo, todos sabemos que de lo imposible, Román va a hacer una obra maestra.
5) Segunda jugada, rabona de primera
Esto fue una especie de aguinaldo, bonus, premio, lotería. Porque todo el interés de los hinchas que fueron a la Bombonera aquel 18 de julio de 2015 (y el de los televidentes y los periodistas) se concentró en Tevez, que regresaba luego de diez años de trotar por el mundo. Quilmes, el antagonista, salió vender cara su derrita. El primer tiempo se escurrió entre la fascinación por volver a ver al ídolo con la camiseta que mejor le queda y cierta ansiedad porque al equipo le costaba llegar. O sea: no había la fiesta que se esperaba.
En el segundo tiempo, Boca pesca un contragolpe y Calleri se va hacia un gol normal, pero no de él sin de Tevez, que lo acompañaba por la izquierda. El pase es malo, la pelota pega en un defensor y vuelve a quedarle a él, incómoda. Pero ¿para qué existe la rabona sino para hacer realidad lo imposible?
6) Era por arriba
San Lorenzo tiene últimamente con Boca la costumbre de perder de local con mayor frecuencia de la que indica la historia. Es una modalidad de anfitrión que se debe agradecer. De hecho, en la 11° fecha del torneo 2016/2017, Boca ganó 2 a 1 como para ir afirmándose en el nuevo hábito. Sin embargo, por una vez, vamos a decir que ese resultado tan llevadero no fue lo más importante. ¿Cuántos 2 a 1 más va a ganarle Boca a San Lorenzo de visitante hasta que se apague el sol? ¿Un millón? ¿Dos millones? Lo más importante de ese día fue el primer gol, hecho por el Pipa Benedetto en un instante de inspiración.
Boca cortó en la mitad de la cancha, como le gustaba ordenarle Guillermo Barros Schelotto a sus jugadores, Tevez metió una asistencia bellísima, y Benedetto dejó correr la pelota con la bandeja en la que los defensores de San Lorenzo iban a empacharse del amague. Amagó a seguir en esa centésima de segundo en la que los defensores le creen al cuerpo de los goleadores, acomodó la pelota como con los dientes filosos de una excavadora y la pinchó por arriba de Torrico. ¿Por qué festejó su gol aplaudiéndose la cabeza? Porque fue la parte del cuerpo con la que lo hizo.
7) Lamento boliviano
¿Por dónde pasaron? ¿Por dónde pasó primero él y después la pelota? Esto que vemos es un gol de Tevez (por llamarlo de algún modo) en el 3 a 1 por la fase de grupo de la Copa Libertadores 2016. La víctima fue el Bolívar de Bolivia. Ocurrió en el mismo arco, y en la misma zona del área en la que en 2004 convirtió el segundo gol del 2 a 0 de la final de la Sudamericana, también contra Bolívar.
Lo que se pude ver (ver: no explicar) es que Tevez comanda un contragolpe contra todos. Contra los propios y los ajenos. La posición en que recibe la pelota, a kilómetros el arco, no hacen imaginar lo que va a suceder. ¿El sabía lo que iba a hacer? ¿Los cracks saben lo que hacen cuando lo hacen? Tevez encaró el área por la derecha, desbordó a la defensa pero le pareció poco. Así que volvió a enganchar para adentro, como si no valiera desbordar al mismo jugador una sola vez, y escapó hacia la línea de fondo para patear una pelota que atravesó al arquero de Bolivar como hizo David Copperfield con la Muralla China.
8) Angulo Mudomental
Hay goles y goles. Lo saben los que los gritan. Y están esos goles catalogados bajo la categoría “Los que se gritan más”. Cada cual tiene su ranking, y eso no se discute. Sí se puede postular que el grito del gol depende muchas veces de la violencia con que la pelota entra al arco. Esta animalada ocurrió en la fecha 13° (hermoso número pare recordárselo al rival) del torneo 2016/1017, en el Monumental. Fue un día esplendoroso de diciembre. Faltaban diez minutos para el final. El resultado parcial era 2 a 2. ¿Cerramos ese número? No era mal negocio.
Pero Tevez es un animal que vive de los desafíos. Centurión apiló personas de rojo y blanco, tocó para Pavón, que tocó para Tevez en lo que pareció un típico juego de tenencia en ataque para quemar el tiempo. Sí: capaz. Tevez le entró a la pelota como león a la cebra. El ruido de la cosa redonda pegando en el ángulo del arco “de la gallinita” es una demostración de fuerza y belleza que no se olvidará.
9) Amor con barrera
Noviembre de 2017, en algún lugar de Núñez. La jugada previa se recordará por la plancha Atma con vaporizador de Nacho Fernández al propio ejecutor de este tiro libre bestial. Al pobre Cardona le quedaron en su corpachón colombiano unas perforaciones de la suela del agresor como si lo hubieran baleado. Siempre tiene algo de justicia poética que patee el tiro libre aquel al que le hicieron la falta. Son como proceso de dos etapas, digamos como cocinar y comer.
Cardona acomodó la pelota con la parsimonia del que tiene toda la vida por delante. La barrera se movía en oleadas. Hacia adelante, hacia atrás, hacia los costados. Hasta que el 10 le entró con el palo de golf que tiene en el botín derecho, la pelota voló y se clavó en el ángulo izquierdo de Lux, que voló para ver de cerca la maravilla que lo estaba liquidando. Una verdadera bomba en el Monumental. Que llamó al silencio de los fieles. De nada sirvió el “kiricocho” de magia negra que intentó un hincha desde la platea antes de que Cardona pateara. Contra la calidad (y la voluntad) no hay brujería que valga. Hubo que ir a buscarla adentro.
10) Gesto y técnica
En la semifinal de la Libertadores 2018, Benedetto tuvo probablemente los mejores cinco minutos de su carrera. Boca no podía quebrar la resistencia de Palmeiras. Benedetto entró en los últimos minutos, pero ya se habían consumido 80 y ni noticias del gol que se necesitaba como agua para ir a San Pablo a jugar dignamente la vuelta. El 0 a 0 empezó a grabarse a fuego. Los murmullos de inquietud en las tribunas seguramente serán recordados por quienes los produjeron. El partido literalmente se iba. Pero Benedetto puso la cabeza en un córner a los 84, y la ventaja imprescindible para la esperanza se obtuvo.
Perfecto. Gran noche de Benedetto, entonces, que entró y metió el 1 a 0. Más no se le podía pedir. ¿O sí? En ese dilema estábamos cuando Pablo Pérez le da la pelota sin dudas para que pivotee y, en cambio, la bestia del cuello tatuado controla de una manera que hasta el día de hoy no se puede creer. Fue como si hubiera enroscado la pelota con los tapones para hacerla girar en un ángulo insólito. Le quedó ahí, en el interior del cañón que la metió contra un palo.