Serena se vacía para meterse en semifinales y le espera Azarenka
Serena Williams remontó ante Pironkova, que ganó el primer set pero después se diluyó poco a poco. La estadounidense se medirá con Azarenka, que arrasó a Mertens (6-1 y 6-0).
Nacho Albarrán
As
Siempre al borde del colapso físico, con esa respiración profunda que resuena en una Arthur Ashe sin público, con rostro de sufrimiento permanentemente, pero con una raza de campeona que le mueve hacia el éxito que persigue desde que regreso tras su maternidad en mayo de 2018, Serena Williams sigue viva en el US Open. La estadounidense, que preferiría morir en la pista antes que ser humillada, remontó un partido que se complicó desde el inicio ante Tsvetana Pironkova (4-6, 6-3 y 6-2) en un muy comentado y alabado duelo de madres en los cuartos de final del US Open.
Habrá otro, porque Serena jugará sus 39º semifinales de Grand Slam (14º en Nueva York) este jueves ante una rival contra la que tendrá que elevar su nivel al máximo si quiere ganar, Victoria Azarenka, otra mamá orgullosa que arrasó a Elise Mertens (6-1 y 6-0). "Si ya has dado a luz, cualquier cosa te parece asumible", dijo la afroamericana, que encontrará en la bielorrusa la verdadera piedra de toque que le dirá si puede ganar este torneo. De entrada y visto lo visto, no parece fácil, porque Vika está inmensa al resto y le sale todo casi sin moverse del sitio y dirige los partidos como quiere. Sin grandísimos alardes, con 31 años desarmó totalmente a Mertens, de 24, una de las mejores este año. "Ejecuté mi plan de juego cuando quise", presumió Azarenka, una de las privilegiadas, como Serena, que vive en una casa alquilada y no en un hotel, con su madre y su hijo, Leo.
De momento, continúa la cruzada de la Williams por ese 24º titulo de un major que se le resiste y con el que igualaría el récord absoluto de Margaret Court y acabó la inopinada aventura de Pironkova, una jugadora de 32 años que llevaba tres sin jugar para centrarse en la maternidad y que llegaba al torneo sin ranking tras una carrera tirando a discreta, con balance negativo de victorias y derrotas (166-219), un título y las semifinales de Wimbledon 2010 y los cuartos de Roland Garros 2016 como mejores resultados en Slams.
Serena padeció de lo lindo en el primer set, en algún momento incluso se diría que estuvo incluso al borde de las lágrimas, con una cara de impotencia y angustia sobrecogedora. Al inicio del segundo parcial se cayó y le costó levantarse, pero un poco más tarde se sacó de la chistera la genialidad de devolver un resto con la mano izquierda cuando ella es diestra y todo empezó a irle de cara. Se activó y su servicio (20 aces, una barbaridad) le sacó de muchos apuros y busco la débil derecha de Pironkova, una tenista quizás demasiado fría aunque poseedora, eso sí, de un revés más que notable, fue a remolque pero sin entregarse. No se lo puso fácil a la mejor de siempre. La casualidad no tuvo nada que ver en que eliminara a Muguruza, Vekic y Cornet. La importancia del momento y la grandeza de su rival, que le había ganado en sus cuatro anteriores enfrentamientos, quizás le pudo.
Nacho Albarrán
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Siempre al borde del colapso físico, con esa respiración profunda que resuena en una Arthur Ashe sin público, con rostro de sufrimiento permanentemente, pero con una raza de campeona que le mueve hacia el éxito que persigue desde que regreso tras su maternidad en mayo de 2018, Serena Williams sigue viva en el US Open. La estadounidense, que preferiría morir en la pista antes que ser humillada, remontó un partido que se complicó desde el inicio ante Tsvetana Pironkova (4-6, 6-3 y 6-2) en un muy comentado y alabado duelo de madres en los cuartos de final del US Open.
Habrá otro, porque Serena jugará sus 39º semifinales de Grand Slam (14º en Nueva York) este jueves ante una rival contra la que tendrá que elevar su nivel al máximo si quiere ganar, Victoria Azarenka, otra mamá orgullosa que arrasó a Elise Mertens (6-1 y 6-0). "Si ya has dado a luz, cualquier cosa te parece asumible", dijo la afroamericana, que encontrará en la bielorrusa la verdadera piedra de toque que le dirá si puede ganar este torneo. De entrada y visto lo visto, no parece fácil, porque Vika está inmensa al resto y le sale todo casi sin moverse del sitio y dirige los partidos como quiere. Sin grandísimos alardes, con 31 años desarmó totalmente a Mertens, de 24, una de las mejores este año. "Ejecuté mi plan de juego cuando quise", presumió Azarenka, una de las privilegiadas, como Serena, que vive en una casa alquilada y no en un hotel, con su madre y su hijo, Leo.
De momento, continúa la cruzada de la Williams por ese 24º titulo de un major que se le resiste y con el que igualaría el récord absoluto de Margaret Court y acabó la inopinada aventura de Pironkova, una jugadora de 32 años que llevaba tres sin jugar para centrarse en la maternidad y que llegaba al torneo sin ranking tras una carrera tirando a discreta, con balance negativo de victorias y derrotas (166-219), un título y las semifinales de Wimbledon 2010 y los cuartos de Roland Garros 2016 como mejores resultados en Slams.
Serena padeció de lo lindo en el primer set, en algún momento incluso se diría que estuvo incluso al borde de las lágrimas, con una cara de impotencia y angustia sobrecogedora. Al inicio del segundo parcial se cayó y le costó levantarse, pero un poco más tarde se sacó de la chistera la genialidad de devolver un resto con la mano izquierda cuando ella es diestra y todo empezó a irle de cara. Se activó y su servicio (20 aces, una barbaridad) le sacó de muchos apuros y busco la débil derecha de Pironkova, una tenista quizás demasiado fría aunque poseedora, eso sí, de un revés más que notable, fue a remolque pero sin entregarse. No se lo puso fácil a la mejor de siempre. La casualidad no tuvo nada que ver en que eliminara a Muguruza, Vekic y Cornet. La importancia del momento y la grandeza de su rival, que le había ganado en sus cuatro anteriores enfrentamientos, quizás le pudo.